Agoney Melián, presidente de la Asociación de Jóvenes Empresarios de Tenerife.

Opinión

Un soldado de mierda

Presidente de la Asociación de Jóvenes Empresarios de Canarias

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Vivimos tiempos extraños

Vivimos tiempos extraños. Tenemos acceso a sanidad pública, educación de calidad, comida a golpe de un clic. La tecnología nos ha traído comodidad, entretenimiento ilimitado y toda la información, que podamos necesitar, al alcance de nuestras manos. Parece el escenario perfecto para vivir en plenitud. Y, sin embargo, nunca hemos estado más insatisfechos. Cuanto más tenemos, más vacíos nos sentimos.

Estamos inmersos en una sociedad que nos empuja a medir nuestro valor en función de lo que mostramos, de lo que logramos, de cómo nos ven los demás. Es una carrera sin fin, donde la validación externa se ha convertido en la meta. Pero, ¿qué ocurre cuando conseguimos todo eso y, aun así, seguimos sintiendo un vacío? Esa es la paradoja de nuestros tiempos: en medio de tanta abundancia, estamos perdidos.

La razón detrás de este artículo

Este artículo no nace de la nada. Nace de las muchas conversaciones que he tenido con David, un amigo al que quiero profundamente. David es de esas personas que logran que seas tú mismo, sin máscaras, sin filtros. Con él no necesito fingir, no hay espacio para pretensiones. Es esa clase de amigo con el que puedes hablar de lo que realmente importa, donde cada conversación fluye con sinceridad y profundidad. Nuestras charlas siempre terminan tocando el alma, como si el tiempo se detuviera y pudiéramos ser vulnerables sin miedo.

David no solo escucha, sino que entiende. Y en un mundo donde todo el mundo está demasiado ocupado en mostrarse perfecto, tener a alguien como él es un verdadero tesoro. Pero hace poco, en una de nuestras tantas conversaciones, lo noté diferente. Había algo en su mirada, en su voz, que me preocupó. Me dijo que, en algún momento, debido a las expectativas que tenemos sobre la vida, ha podido creer que es “un soldado de mierda”, y me quedé helado. ¿Cómo alguien como él podía sentirse así? Si hay alguien que merece todos los elogios es David y, sin embargo, ahí estaba, dudando de sí mismo.

La sociedad y el ruido constante

Es fácil caer en esta trampa. Vivimos rodeados de expectativas, bombardeados con imágenes de éxito y perfección que nos hacen sentir que nunca estamos a la altura. Las redes sociales, las comparaciones constantes, nos empujan a medirnos con estándares irreales. Nos perdemos en esta vorágine, tratando de ser más, de tener más, de hacer más, pero al final del día, ¿qué nos queda? Una sensación de insuficiencia.

Y lo digo con total honestidad, porque incluso yo, que me dedico al desarrollo personal, caigo en esta trampa de vez en cuando. Hay días en los que me siento un farsante, hablando de paz y equilibrio cuando yo mismo me siento desbordado por el peso de las expectativas. Me comparo, me exijo demasiado, y cuando no alcanzo esas metas, me hundo. Y en esos momentos, también me siento como si no estuviera a la altura, como si estuviera vendiendo humo. Pero, al final, todos somos humanos, y estas caídas forman parte del camino.

Consejos para reconectar con uno mismo

Como sabes, mis artículos son una forma de expresar mis emociones, mis experiencias y mis vivencias, siempre con el ánimo de construir un mundo mejor. Por eso, te voy a contar algunas cosas que funcionan, consejos de vida que me han venido bien.

Cuando te sientas atrapado en esa espiral de comparación y autoexigencia, te sugiero que te detengas un segundo. Haz una pausa y observa tu vida, no desde el prisma de lo que los demás esperan de ti, sino desde tu propia perspectiva. Aquí te dejo algunos de esos, consejos que pueden ayudarte a reconectar contigo mismo:

              1.           Deja de compararte. La comparación es el ladrón de la paz. Cada vez que te comparas con otros, te alejas de tu propio camino. Recuerda que lo que ves de los demás no es la historia completa. No es lo que los demás tienen o hacen lo que importa, sino cómo te sientes contigo mismo.

              2.           Reconoce tus logros, por pequeños que sean. Es fácil pasar por alto las pequeñas victorias cuando estamos obsesionados con lo que aún no hemos conseguido. Tómate un momento para reflexionar sobre todo lo que ya has logrado. No importa cuán pequeño sea, todo cuenta.

              3.           Rodéate de personas que te sumen. Las relaciones que construyes en tu vida son clave para tu bienestar. Tener a alguien como David, alguien con quien puedas ser tú mismo, es invaluable. Las personas que te apoyan sin juzgarte son aquellas que debes mantener cerca.

              4.           Acepta tu vulnerabilidad. Ser vulnerable no te hace débil, te hace humano. Aceptar que no tienes que tener todas las respuestas ni ser perfecto te libera del peso de las expectativas.

              5.           Practica la autocompasión. Sé amable contigo mismo. Habla contigo como lo harías con alguien a quien amas. La autocompasión no es debilidad, es fuerza. No siempre estarás bien, y eso está bien.

El soldado de mierda al que admiro

David ha sido un pilar en mi vida. Ha estado ahí en momentos en los que ni siquiera sabía que lo necesitaba, y lo ha hecho de una manera que solo él puede: siendo auténtico, sin pretensiones, y con una calidez que es difícil de encontrar en este mundo. Es alguien que te escucha con el corazón abierto, que te permite ser tú mismo sin juicios, y que tiene la capacidad de hacer que la gente a su alrededor se sienta mejor simplemente por estar cerca de él.

David no necesita grandes gestos ni palabras elocuentes para demostrar su valor. Es la clase de persona que está ahí cuando las cosas se ponen difíciles, que te sostiene sin hacer preguntas, y que te recuerda, con su mera presencia, que no estás solo en esta lucha absurda por cumplir con las expectativas del mundo. Su lealtad, su sentido del humor, y su humanidad son un recordatorio constante de lo que realmente importa en la vida.

A veces me pregunto si David sabe lo importante que es para las personas que lo rodean. Para mí, ha sido mucho más que un amigo; ha sido un hermano en esta travesía que llamamos vida. Y supongo que, para muchos otros, también lo es. Porque David tiene esa capacidad única de hacer que los demás se sientan vistos, valorados, y comprendidos.

Así que, David, si ser un soldado de mierda significa ser todo lo que eres —leal, humano, presente, y capaz de iluminar incluso los días más oscuros—, entonces sí, probablemente sí que seas …un soldado de mierda.

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