Había una vez un tal Pau Donés, un hombre común, un igual a ti, un trabajador de la cultura, un verso libre que nadó en mares de corrientes agitadas. Fue un inventor, probablemente involuntario, de la duda, un creativo, un disléxico que remontó el vuelo a pesar de los vientos de la humillación que siempre soplan con fuerza asesina, un amante enamoradizo del caos, una voz que en el tramo final de su vida dedicó parte su tiempo a hablar de sí mismo, con una envidiable y resuelta ironía.
50 palos…y sigo soñando (Colección Booket, Editorial Planeta, 2018), es un libro que escribe Pau cuando llega al medio siglo de existencia, con un cáncer de colón de inicial mal pronóstico pero lleno de entusiasmo por seguir. Esa maravilla casi incomprensible que es la vida y que se expresa incluso con más fuerza y convicción cuando atravesamos la putada del proceso oncológico. Es un libro sencillo que es posible que alguna mente calenturienta de ese esnobismo tan antiguo y fuera de onda, practicado por una nómina de lectores que solo leen lo sublime, desdeñen como prescindible.
Este libro escrito por Pau Donés, no es ninguna tontería. Posee el peso real de una trayectoria, es un libro de no ficción que va creciendo según avanzamos en su lectura. Carece de cualquier sofisticación metafórica y la honestidad de un narrador que no es narrador y si un músico metido a poeta que compone sus canciones, mejora el relato. No es una autobiografía, es un híbrido espontáneo en primera persona, compuesto de reflexiones profundas que parecen no serlo pero que, si nos quitamos la venda de los ojos para que no nos asuste el lenguaje coloquial casi callejero, nos daremos cuenta que gran parte de los capítulos de 50 palos... y sigo soñando, son la base primaria del gran pensamiento contemporáneo. La visibilidad de la propia existencia como un correlato coherente, es la primera piedra para levantar el edificio de la consciencia.
En 50 palos…y sigo soñando, hay un hombre que es Pau Donés y que también eres tú, yo, nosotros. Hay sexo, drogas, una carrera universitaria como economista y la rebeldía, toda esa naturalidad tocada por la insatisfacción de la juventud y un apreciable gusto que disfruta de la indisciplina del amor y Cuba y Alsoris Guzmán Morales, La Flaca, puro arrebato de una joya mulata del Caribe. El suicidio de su madre, esas falsas alegrías obedientes porque la tristeza tiene muy mala prensa en nuestra sociedad escapista. París, Londres, Nueva York, Berlín. Pavarotti y Celia Cruz y él, Pau Donés, cantando juntos, Guantanamera y el cáncer, esa palabra rebautizada como larga enfermedad. El cáncer como putada pero en el caso de Pau, el cáncer también como un luminoso viaje de un día a día redescubierto, hasta que llegó el final de los finales.