Carlos Ruiz.

Opinión

Papá Estado

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Socialistas de medio pelo, comunistas enfermizos, indepes cortitos y caraduras holgazanes varios: están en España sin sentirse españoles. Panda de antipatriotas rancios que reniega de un país único, que destaca por su clima, hospitalidad, cultura, tradiciones y la alegría de vivir. Enumera además, cincuenta bienes inscritos en la Lista del Patrimonio Mundial, por su valor universal excepcional y para la herencia común de la humanidad.

Tras el chino mandarín, el español es la lengua más hablada del mundo y España, patria común e indivisible, cuenta con una extraordinaria gastronomía repleta de estrellas Michelin. La nación con más viñedos, líder mundial en donaciones y trasplantes de órganos, en exportaciones de frutas y hortalizas, y potencia global en ingresos económicos por turismo internacional.

En el deporte, incontables personajes de diversa índole han defendido orgullosos los colores de la bandera rojigualda, con victorias épicas y derrotas imborrables; miles de compatriotas entregados que permanecerán eternamente en la memoria de una nación agradecida.

Por el contrario y lamentablemente, los españoles de bien tienen que soportar la otra cara de la moneda: Papá Estado Progre y su séquito de cuentistas, troleros y saqueadores, capaces de vender su alma al mismísimo diablo para enriquecerse o escalar a puestos de poder.

Si bien es cierto que todas las familias guardan sus secretos, Papá Estado Mitómano ha eludido claramente sus obligaciones, responsabilidades y quehaceres; velar por la seguridad de los españoles y cuidar a sus ciudadanos por igual.

Nunca antes siete votos han rapiñado tanto. La degeneración democrática e institucional ha tocado fondo. La traición de Papá Estado se ha salido de madre con tanta dádiva desmesurada y concesión inverosímil para tratar de ocultar el deshonor y la permisión de expoliar nuestra patria. 

No por nada Papá Estado se aferra al bastón de mando; el mejor seguro de vida y aventajada carta de libertad. En otras palabras, a Papá Estado, España se la trae al pairo.

Agenda 2030

Papá Estado Agenda: el macrotimo 2030, residuo cínico de zurdos a sueldo de grandes plutócratas globalistas, con la farsa del cambio climático, la destrucción del campo como generador de alimentos y el infantilismo de la ideología de género. Todo ello aderezado con la guinda sanchista, un modelo de supervivencia política que ha desahuciado al PSOE, dinamitado la verdad, socavado las instituciones públicas y aplastado los principios, la decencia y dignidad.

Papá Estado Maltratador Invisible: el Todopoderoso que clasifica la desinformación y acosa a todo el que no baile al son de su patética doctrina; intimida, amenaza y abusa. Autócrata por antonomasia que padece una conducta social alterada patológicamente, intransigente, con impulsos irresistibles para ejercer permanentemente un control excesivo; felonía psicopática dictatorial impropia de un progenitor digno.

Papá Estado Manipulador: soborna con cien millones de euros a sus amigos afines para que se digitalicen, pese a que ya son digitales. Carente de empatía, con rasgos prepotentes y personalidad narcisista; envidioso y rencoroso de mente rígida que ningunea y minimiza las emociones de ciudadanos diligentes, priorizando su ego con insolencia y ausentándose sin tristeza de los problemas.

Papá Estado Embustero: capaz de normalizar una crueldad inefable. Las cifras de la barbarie de ETA; más de 850 asesinatos, 2.600 heridos y casi 90 secuestrados. 

Bochornoso el cinismo de los socialistas que incluso cargaron sobre sus hombros los féretros de los vilmente asesinados. La ruindad de una mente corrompida es infinita. Ni olvido ni perdón.

Papá Estado Disléxico: dato mata relato y para muestra, un botón, o varios; la deuda pública en España continua imparable y alcanza los 1.613.043 millones de euros, disminuye de manera drástica la renta per cápita, el agujero gigantesco en las cuentas de la Seguridad Social, la estampida fuera de nuestras fronteras de más de medio millón de jóvenes talentosos en busca de un futuro digno, el monstruoso maquillaje de la cifra de paro, la inflación, que ejerce como impuesto regresivo y perjudica notablemente a los menos favorecidos, incrementando el costo de la vida y reduciendo severamente la capacidad de ahorro; números disparatados y malsonantes que parecen traérsela al fresco a Papá Estado. Un despropósito económico sin precedentes, que se ensalza además, con la reciente aprobación de la mayor oferta de empleo público de la historia, precisamente, cuando la cordura avala sin dudarlo la reducción del peso y coste de la Administración General del Estado.

Y como era de esperar, la ristra de impuestos; el comodín siniestro preferido como solución a los problemas de su propia cosecha.

Papá Estado Vendehúmos: la picardía populachera zurda es infinita; expertos en el pan para hoy y hambre para mañana, que estarán chantajeados hasta la náusea por sacuartos y gorrones acomodados a vivir del cuento. España se abona al derroche, al malvivir izquierdoso bananero y tercermundista.

Por fortuna, el clima y la gracia de Dios, España es el segundo país más visitado del mundo, donde el sector terciario, fuente principal de sus ingresos, supone el 67,9% del PIB y emplea al 76% de la población activa.

Papá Estado Hipócrita: la falsedad socialista en el drama de la migración es ilimitada. La llegada a las costas canarias de miles de inmigrantes ilegales sin oficio ni beneficio no cesa. La espeluznante escena en el mercadeo insolidario de su reparto, así como la negociación por cuenta y riesgo a portes pagados o debidos, alumbran la sinvergonzonería podrida progre y su pantomima social, donde los recién llegados terminan abandonados a su suerte, dejándoles pocas opciones que no pasen por la delincuencia. 

Ya puestos, vayan a buscarlos a sus países de procedencia y les ahorran una posible muerte en la travesía.

Entretanto, se suceden las surrealistas declaraciones de gobernantes woke, subiéndose al carro de la desinformación selectiva y negándose a revelar el coste real del acogimiento de cada mena.

El que calla otorga, quedando en entredicho, amén de poder incurrir en responsabilidad; y, ciertamente, suspenden en honradez y transparencia.

Toca abogar por la libertad, integridad, el sentido común, la cultura del esfuerzo, acatar la división de poderes y respetar la bandera.

Señores políticos profesionales, se acabó la fiesta…