Esta semana nos hemos despertado con la devastadora —y alucinante— noticia de que el gobierno de San Bartolomé de Tirajana, en manos del PP y CC, ha aprobado numerosas licencias de obras, entre las cuales se encuentra la edificación de un nuevo hotel en la zona de Meloneras por parte del Grupo Lopesan y que consumirá un espacio de casi 30.000 metros cuadrados, el equivalente a unos cuatro campos de fútbol.
En vez de sentar las bases para una regeneración, modernización y transformación de la caducada planta hotelera existente en el municipio, que genere empleo de calidad en torno a la economía circular, sostenibilidad ambiental, innovación y digitalización, la corporación municipal prosigue en la senda de añadir mayor presión ambiental y social a nuestro frágil territorio insular.
Bajo el engaño de la generación de numerosos puestos de trabajo directos e indirectos, así como de ingresos multimillonarios en las arcas municipales por los impuestos gravados, se esconde toda una realidad de trabajos precarios para las personas canarias, de atracción de personal de fuera de las islas para asumir puestos de media y alta responsabilidad que provocan mayor sobrepoblación, de sobrecarga de los servicios públicos básicos (sanidad, servicios sociales, educación, saneamiento o infraestructura viaria) y de efectos perjudiciales en el medio ambiente insular.
Uno de tantos ejemplos de los impactos negativos que nos deja el turismo en el medio ambiente se puede observar en la cantidad de emisarios ilegales que vierten en nuestras costas todo tipo de desechos provenientes de los váteres (heces, pis, toallitas, papeles, productos químicos y de limpieza, entre otros) situados en las zonas turísticas. En el caso de San Bartolomé de Tirajana, existen hasta ocho emisarios repartidos entre Playa del Águila, San Agustín, Las Burras, Pasito Blanco, Maspalomas y Playa de las Mujeres. (Más información). Sí, aguas fecales en las que nos bañamos cuando acudimos a esas playas, charcos y muelles, que son absorbidas por los animales que después consumimos en nuestras pescaderías más cercanas o que directamente nos pueden ocasionar graves problemas de salud.
160.000 plazas alojativas
Desde Drago Canarias queremos poner en jaque a todo este modelo depredador de nuestro territorio insular y de las personas que habitamos en él. Gran Canaria no adolece de un problema de escasez de planta hotelera, ya que existen 160.000 plazas alojativas que posibilitan que vengan de 4 a 5 millones de turistas anuales.
El gran problema de Gran Canaria, que se puede extrapolar al resto de nuestro archipiélago, es que la riqueza generada en el sector turístico no acaba en las manos de nuestra población, sino que va a parar a Europa o se queda en los bolsillos de los caciques locales. Un dato muy representativo que lo demuestra es que en Canarias, desde el año 2000, no ha parado de construirse más hoteles y de venir más turistas y, sin embargo, hemos perdido 20 puntos de renta per cápita y los indicadores de pobreza social y económica siguen igual o incluso peor.
Frente a ello, en Drago Canarias venimos proponiendo, entre otras cuestiones sobre esta materia, la profundización de la moratoria turística, la paralización de la concesión de vivienda vacacional, la desclasificación de camas turísticas, la introducción de tasas turísticas, desincentivar los ‘todo incluido’ y la turoperación, la creación de empleo verde y de calidad en torno a la cualificación del modelo turístico y a la protección de nuestra naturaleza y arqueología o la limitación de la compraventa de viviendas a personas extranjeras.
La única forma que tenemos para generar empleo de calidad y una economía diversificada que se sustente sobre nuestro sector primario, industrial y de servicios de alto valor añadido pasa necesariamente por el decrecimiento turístico. En otro caso, la maquinaria turística seguirá imparable en la destrucción de nuestro territorio archipelágico y, particularmente, de nuestro sur grancanario.