Agoney Melián, presidente de la Asociación de Jóvenes Empresarios de Tenerife.

Opinión

Mamá, quiero ser funcionario

Presidente de la Asociación de Jóvenes Empresarios de Canarias

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Siempre que asisto a una charla en algún centro formativo, sobre todo en universidades, a la pregunta de “¿cómo se imaginan su futuro?” la respuesta suele ser contundente: “me quiero preparar unas oposiciones”. Ante esta respuesta solemos echarnos las manos a la cabeza y pensar que la juventud está perdida, que no es ambiciosa y que buscan “la papita dulce”. Sin embargo, lo que realmente pienso es que la juventud no es tonta.

Con un paro juvenil que roza el 70 % y con unas perspectivas terribles para asumir cualquier plan de futuro como, por ejemplo, tener una vivienda digna o crear una familia, que se convierte en un deporte de altísimo riesgo, la juventud opta por opciones que le proporcionen más seguridad. No está la cosa como para, además, sumar a la ecuación emprender una aventura que, según las estadísticas (el 90% de las empresas fracasan en el primer año), acabará en muerte segura.

Con estos datos, lo que no logro entender muy bien es la paradoja de invertir, de manera desmedida en planes para el fomento del emprendimiento, sin hacer caso a la realidad de las empresas de nuestra tierra, la mayoría de ellas pymes y, en muchos casos, familiares. Echo en falta en muchas ocasiones un plan de competitividad y de consolidación de las compañías ya creadas. Al fin y al cabo, cuando yo emprendí lo hice solo y ahora que ya tengo unos años genero empleos y más economía, tanto directa como indirecta.

Decía al inicio que la juventud no es tonta y echa cuentas, y cree que si emprende y le va mal se quedará con una deuda que, a veces, te marca para el resto de tu vida. Y que, si le va bien, va a tener que invertir una parte, cada vez más cuantiosa, en un Estado que no siempre gestiona los recursos de la mejor manera. Al final es fácil pensar que hacerse funcionario es la única opción que hay en nuestro país para tener una vida digna.

Si reflexionan, vivimos en un entorno en el que el ser empresario está mal visto, sobre todo si te va bien. Me pregunto para qué uno abre una empresa si no es para que le vaya bien. Nos pasamos la vida culpando al sector empresarial de la precariedad de la sociedad, haciendo creer que no quieren ayudar a sus colaboradores bloqueando asuntos como la subida del Salario Mínimo Interprofesional y la conciliación, algo que es mentira y que tiene más que ver con la supervivencia de la organización que con cualquier otro argumento perverso de briefing simplista y, a veces, hasta populista. Supongo que alguien piensa que los empresarios y empresarias son personas horribles y sin sentimientos, ¿quién querría ser así?.

No se equivoquen, me encanta ser empresario y creo que las empresas tienen un poder transformador increíble. Mi misión como parte de la sociedad es convencer a la juventud de que creen compañías, de que sean valientes y de que asumamos entre todos y todas la etapa que nos ha tocado vivir en este momento.

A problemas tan recurrentes como las pensiones o el desempleo solo existe una solución eficiente: la creación de más empresas y, con ello, la contratación de las personas para dinamizar la economía. Y si, además, implementamos un entorno favorable conseguiremos crear puestos de trabajo de calidad que nos permitan devolver la esperanza en su futuro a nuestra juventud.

El mejor plan de emprendimiento que podríamos poner en marcha es quitar el estigma al sector empresarial, ayudar a las empresas a consolidarse,  reinventarse y no seguir poniendo palos en las ruedas a quienes cada día se levantan para generar valor añadido, economía y empleo. Solo cuando alguien decida ser valiente y hacer esto dejaremos de escuchar: “mamá, quiero ser funcionario”.


Agoney Melián

Presidente de la Asociación de Jóvenes Empresarios de Tenerife