Un laboratorio de Nueva York viene a contarnos que en Canarias no cabemos más. El colmo es que vengan de fuera a decírnoslo. Ya lo sabíamos. Gracias, Nueva York.
El estudio se titula Turismo y capacidad de carga en las Islas Canarias, por The Sustainability Laboratory. La noticia no es que hablen de nosotras desde un laboratorio en Nueva York. No, lo relevante es hablar de Canarias desde Canarias. El debate ya está en la calle: no cabemos. La capacidad de carga está sobrepasada, sí, Nueva York. Lo vivimos día a día. Urgencias y atención primaria desbordadas, colas a la ida y a la vuelta en casi cualquier carretera, guaguas a reventar, vertidos sin control, alquileres por las nubes y guiris que no paran de venir.
En Canarias se asocia la capacidad de carga a lo turístico. Es un error. Se habla de techo turístico y número de camas hoteleras, pero la realidad es bastante más complicada: además de los récords de turistas (todo parece indicar que este año se cumplirá otro más), los residentes no hacen sino aumentar (¿tendrá algo que ver con los nómadas digitales?), por no hablar de la población flotante imposible de estimar.
Ciencia
La capacidad de carga debe estar ligada al territorio y los recursos disponibles. Una definición más acertada para nuestro entorno es la que manejan los expertos medioambientales: la capacidad de carga de un ecosistema es el crecimiento máximo de cualquier población, incluida la humana, que puede mantenerse de forma exitosa en un ambiente determinado a largo plazo, teniendo en cuenta la disponibilidad de recursos necesarios para tales especies.
A mayor crecimiento demográfico, mayor consumo de recursos y mayor presión sobre el espacio. El turismo solo es otro factor del crecimiento a tener en cuenta. Un factor decisivo, puede ser. Pero aquí la clave es que cualquier tipo de crecimiento poblacional afecta al archipiélago de manera irremediable.
¿Podemos hacer algo ante tal explosión demográfica? No tiene sentido hablar de moratoria turística ni de ley de residencia con números inventados. Eso es populismo. Hay que escuchar a los que saben. Hacer política valiente implica dar respuestas razonadas a problemas compartidos. Y desde Drago Canarias, con un grupo técnico de trabajo, proponemos una solución basada en la ciencia. La misma que propusimos en mayo.
Idiosincrasia canaria
En primer lugar, hay que impulsar un Estudio de Capacidad de Carga Demográfica de cada isla, analizando la variedad de condiciones del territorio: la insularidad, la disponibilidad de recursos naturales, la superficie real de uso terrestre, la fragilidad ecológica o el patrimonio cultural, entre otros. El foco no está puesto en las personas, sino en los recursos disponibles de cada isla.
Una vez determinada la carga, procedería la creación de un Plan de Carga Demográfica, con fases e indicadores que se vayan revisando y actualizando cada ciertos años. La capacidad de carga de un territorio es dinámica y puede aumentar o disminuir conforme cambie la realidad del entorno, por lo que la administración pública tiene el deber de contribuir a su ajuste. Se implantarían las medidas necesarias para mantener las condiciones que permitan la sustentabilidad y calidad de vida de los habitantes, así como la preservación de los recursos naturales, patrimonio y cultura de las islas.
He ahí el quid de la cuestión: No es solo que no quepamos, es que aniquilan la idiosincrasia canaria. Cada vez que un nómada digital se muda al barrio, un niño menos juega al tejo en la plaza; cada vez que una casita canaria se convierte en un AirBnB, una abuela menos se sienta en el banco a alegar con las amigas. ¿Qué pasa? Que al final la plaza y el banco dejan de ser parte de lo nuestro y se convierten en una foto de Instagram: #canaryislands #tenerifelicidad
El mundo científico habla del punto de no retorno en relación con el cambio climático. Si lo aplicamos a la capacidad de carga de un territorio, ¿puede que hayamos llegado al punto de no retorno en Canarias? El tiempo lo dirá.
“Un laboratorio de Nueva York...” porque Nueva York es más que la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. “Un laboratorio de Nueva York...”, porque los de allí saben y los de aquí no. “Un laboratorio de Nueva York...”, porque lo de fuera siempre vale más.
“Un laboratorio de Nueva York...”