Fran Belín./ CEDIDA

Opinión

“La importancia de llamarse Ernesto” (Vinicius Jr, que diga)

Periodista

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Entre unas cosas y otras, entre el trajín de la vuelta al cole, que es para todos, me entretengo (de pasada eso es verdad) en el asunto serio. De lo más serio de verdad.

Complejo, ‘poliédrico’, controvertido aunque imposible de abarcar de una tacada (como sí hacen algunos). No me estoy refiriendo, aunque lo crean, a los anuncios del presidente del Gobierno acerca de las modificaciones fiscales, no.

Estos escritos míos semanales pretenden proyectar, de una forma u otra, la concordia vista hacia la evolución de nuestra sociedad común y entendida como eficacia en aspectos básicos de convivencia que ya debería haber resuelto la Humanidad. Quimera, sin embargo, que no parece resuelta a tiempos de hoy.
Análisis nunca desgranados en esta columna con el lacre de “¡porque soy yo!” y la impostada severidad de los jueces que no somos; y el “porque lo digo yo”, faltaría más. En ningún caso el extremo.

Muchas y muchos que me leen -o están por leerme- hemos visto ya mucho en lo que se viene a llamar “ya peinamos canas”. Nos tomamos con mucho respeto y sentido común algunas aristas humanas como las de la sangrante inmigración ilegal o el racismo.

Estoy con mi café y asisto al corte de entrevista que en la CNN le realizan a Vinicius Jr, a la sazón jugador de fútbol del Real Madrid y de la selección brasileña. Ante un periodista circunspecto, comedidamente complacido ante las explicaciones del invitado, el talentoso chico deportista de 24 años “se atribuye” cargar con la ‘balanza de la justicia humana’ –ya saben que ciega- y cargar frente a las actitudes racistas… en España (que no en otros lugares).

Al segundo sorbo, el extraordinario delantero ‘advierte’: “Si en España –España íntegra, todita toda- no hay evolución de lo que hacen unos cuantos descerebrados en los campos de fútbol, entonces –si por Él fuera- cambiaría de sede el Mundial de 2030”. Si se ve al completo y en contexto dicha entrevista, Vinicius matiza bien que son unos cuantos pero por esos “unos cuantos” Él buscaría otra sede.

Sigamos. Tan campante y con carita de “yo no fui”, el joven talento se lanza sus momentos de gloria en EEUU basándose íntimamente en “La importancia de llamarse… Vini Jr.”; coge, Él, la lanza de San Jorge contra el dragón del racismo y la xenofobia.  Me parece muy bien, de verdad.

“La importancia de llamarse Ernesto” (“The Importance of Being Earnest, A Trivial Comedy for Serious People”) es una obra teatral de Oscar Wilde escrita en 1895. Recomiendo su lectura. Es una comedia que trata sobre las costumbres y la seriedad de la sociedad, ubicada en la Inglaterra de la época victoriana y la trama se desarrolla alrededor del protagonista John (o Jack) y Ernest, su hermano ficticio.

El respeto y la concordia de muchos millones de ciudadanos españoles-as hacia las personas de otras latitudes, de otras razas, de otros colores de piel es intachable, independientemente de esas hordas minoritarias a las que debe caerle todo el peso del rechazo social y de la ley por tales actitudes aberrantes y con la legislación vigente en la mano.

Pero esta rutilante estrella del mundo futbolero, crack deportivo y admirado por fans de toda edad y condición, que tiene todo el derecho del mundo para sentirse como esa punta de lanza para denunciar dichas actitudes de racismo; que ciertamente lo ha pasado mal con situaciones amargas; que puede y debe denunciarlo una y otra vez con el apoyo de esos millones de personas de este país que le ha acogido para su prosperidad humana, deportiva y económica… ¿En serio (léase a poder ser con acento palmero) tiene que hurgar en la organización de un Mundial de Fútbol? ¿Seguro?

El vigoroso atleta (que debería muscular otras partes de su cuerpo, vista la dimensión de sus declaraciones) no tiene en cuenta algunos detalles relacionados con su noble lucha por sí mismo y de paso contra el racismo que sufren millones de personas. ¿Habra algo, igual me equivoco, de “La importancia de llamarse…”?

Ahora llegan las reflexiones, por tanto. ¿Si es por razones del color de la piel, porqué actualmente los ídolos de la afición futbolera y de la selección española son Lamine Jamal y Nico Williams? Que despiertan pasiones. ¿Porqué si en su club, que existen jugadores de unas cuantas latitudes y con piel negra, al igual que él, no reciben esas reacciones, injustificables de cualquier forma?

Me precio de ser seguidor del CD Tenerife, del Tete, y en el plano futbolero no me puede, por tanto, los amores ciegos hacia los denominados clubes grandes. Así visto, ¿no será –me pregunto y con imparcialidad- que Vini Jr despierta algún tipo de reacción adversa por algunas de sus actitudes en el campo más que por su color de piel? ¿No será que exhibe la importancia de llamarse… en los estadios con tozudas acciones descorteses frente los rivales?

Lo digo porque, de una forma objetiva, si se quiere periodística, es patente que la provocación, gestos, situaciones, piques con otros jugadores… por parte del joven atleta es bien patente. Ahí están los vídeos.

Pensemos en grandes jugadores en cualquier disciplina que son ejemplo. ¿En serio se mira su color de piel para admirarlo más o menos? También hay que ser faro de luz fuera de la cancha, más aún si tienes esa notoriedad. Personalidades que no van reivindicando cambios en una sociedad como la española, como la canaria, aludiendo a un evento mundial cuando no se puede relacionar ni por asomo con las entendibles posturas y reclamaciones del virtuoso ariete blanco.

Quien escribe no es racista. Diría que soy lo más antagónico a ello por convicción y acción durante toda una vida. No veo nada afortunado que un chico aún en formación aluda directamente a la organización de un Mundial de fútbol (palabras mayores) para solventar un asunto en el que estaremos de acuerdo la inmensa mayoría.

Una vez diseccionado lo que pienso y opino, afirmaría sencillamente –y suscribiendo lo escuchado a un veterano periodista deportivo- que una cosa es el revuelo armado, otra que sirva de reflexión general –para los que tengan que hacerlo- y otra más sencilla: Señor Vinicius, no meta la ilusión y la prosperidad de todo un país de cara a 2030 en el mismo saco de sus honorables reivindicaciones. De paso, intente por favor no ser provocativo en los estadios; sea usted amable con los rivales, gánese el respeto por su caballerosidad, que por su extrema calidad futbolística ya lo tiene y ganado por méritos propios…”.

Ahora me voy a tomar otra tacita de café, tan campante, tan a gusto como el del principio. Busco la grabación del partido Sudáfrica-All Blacks (Nueva Zelanda) y me dispongo a deleitarme con el rugby de alto nivel. Por cierto, con jugadores de todas las razas y color de piel a los que admiro inmensamente. Que no se andan, cabe subrayar, con exabruptos a pesar de la evidente dureza y exigencia física de este deporte de contacto.

Esta noche, no crean, puede que también me ponga a releer “La importancia de llamarse…mientras escucho a Vinicius de Moraes.