El espejo resiste, pero no tanto. Rumbo al verano se abre la veda de lo que suele denominarse “Operación Bikini”, época de inflexión para marcarse propósitos, particularmente el de ponerse a dieta. Esa opción por lo sano también se va asumiendo cada vez más por los restauradores que, en sus diferentes estilos, marcan un antes y después con menús aligerados que revierten en la salud estomacal y… la del bolsillo. Incluso, en la hostelería ya es más frecuente reemplazar el clásico bombón de cortesía en la almohada por una vistosa fruta fresca, algo que se agradece; además, en los buffets no se avista en solitario el perenne zumo de naranja sino que va escoltado por una decena de variedades.
Prestigiosos uniformados de blanco del Archipiélago abogan por incorporar cada vez más recetarios en los que resalten las propiedades de la materia prima y que la mano del cocinero no varíe ni un ápice los equilibrios y riqueza nutricional con aditamentos dislocados.
“Me preguntaban que hasta qué punto me consideraba un chef saludable y contesté: hasta el de tratar de buscar un estado físico, mental y social para estar feliz y seguro de mí mismo en proyección con mis comensales”, me aseveraba en una entrevista Germán Blanco.Es que muchos cocineros no tardan en referirse, respecto al argumento central, al icono que podría definir la “dieta atlántica”: “¿Qué puede haber más sano que uno de esos pescaditos de nuestro litoral, a la espalda, con sus papitas y mojo, más el correspondiente vaso de vino?Para no pocos uniformados de blanco, los beneficios que nos pueda reportar elaboraciones aligeradas en modelos “antiox”, ecológicos, vegetarianos o veganos se pueden obtener también en una convicción respetuosa a la hora de “configurar” el producto local y de temporada.Considera el experto que el modelo de dieta saludable es, en realidad, aquel que incluye todos los alimentos (dieta variada), haciendo hincapié en la ingesta de aquellos de origen vegetal (frutas, verduras, hortalizas, cereales y legumbres) y el consumo de pescado (blanco y azul).
La fruta se impone y en el Archipiélago. Las exóticas como el litchi, el mamey colorado, además de mangas, piñas o papayas, llaman la atención a los casi 13 millones de turistas que visitan anualmente las Islas. Se ha tornado en una de las exigencias que no pasan por alto aquellos que no hacen concesiones a pesar de que estén en días de descanso.
“Con imaginación y buena voluntad yo combino platos desintoxicantes: vegetales a la plancha, ahumados o aliados de un arroz. El brócoli, por ejemplo, olvidado y maltratado, puede dar mucho de sí”, afirmaba el joven chef majorero Marcos González, que, por cierto, incluye la cerveza como elixir de los más sanos que puedan existir, consumida con moderación.
Francisco Belín