Raquel Marín

Opinión

¿Está mermando la inteligencia humana?

Neurocientífica

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El cociente intelectual (CI) es una manera de medir y puntuar la inteligencia de las personas. Los últimos datos demuestran que el CI está disminuyendo.

¿Cómo medimos la inteligencia?

El cociente intelectual (CI) es una manera de medir y puntuar la inteligencia de las personas. Se basa en diversos tests que estiman de una manera genérica el rango numérico en el que cada intelecto se sitúa según sus habilidades.

Se ha venido utilizando durante décadas para establecer un rango de distribución de la inteligencia. Se considera un CI de 100 dentro de la media. Un CI de 120 en adelante se ubica en el rango de mentes brillantes, y por encima de 140 es de mentes geniales. Intelectos por encima de 160 se dieron en científicos como Albert Einstein y Stephen Hawking.

A lo largo del siglo XX los datos indicaban que el CI en la población europea estaba aumentando. Sin embargo, en el siglo XXI la tendencia es la contraria.

El CI está disminuyendo de manera acelerada, hasta el punto de que los valores de CI obtenidos en los últimos 30 años parecen devolvernos a los valores de hace 1 siglo.

7 puntos menos de CI promedio en los últimos 30 años

Un estudio reciente efectuado en 730.000 jóvenes noruegos entre 18 y 19 años durante 30 años (1970 a 2009) ha demostrado que el CI ha disminuido de casi 7 puntos en la población. Esta reducción de la capacidad intelectual no es exclusiva de los noruegos, ya que también se ha constatado en otros países como Reino Unido, Holanda, Francia y Alemania.

En los tests de inteligencia se constata además que el declive es más significativo en los escolares entre los 14 y 18 años. Por ejemplo, tan solo un 5% de las nuevas generaciones resuelven los tests de matemáticas que en los años 90 resolvían un 25% de los escolares. Ello representa una pérdida de habilidad matemática de 4-5 veces en menos de 30 años.

La inteligencia no se hereda

Una de las conclusiones de este estudio es que se confirma un aspecto que otros trabajos ya habían constatado: la inteligencia no es hereditaria. Como ya he comentado en otro artículo anterior, la carga genética de las personas puede determinar muchos aspectos relativos a la herencia, incluyendo el desarrollo del cerebro. En este sentido, factores como el cuidado materno y paterno durante los primeros años de vida en la alimentación, carga afectiva, educación y estilo de vida en el seno familiar son factores que pueden evidentemente determinar el desarrollo de habilidades intelectuales.

Sin embargo, estos datos indican que la herencia no contribuye al CI sino que está sujeto a cambios en los que intervienen factores externos o factores ambientales.

¿Por qué está menguando el cociente intelectual?

Algunos expertos opinan que la culpa la tienen las nuevas tecnologías que modifican el desarrollo de las estrategias intelectuales en las nuevas generaciones.

Es evidente que la capacidad de concentración en una tarea ha disminuido enormemente, hasta el punto de que se calcula que una persona cambia de tarea (por ejemplo, mirar el teléfono móvil) cada 10-15 minutos. También ha disminuido el tiempo de lectura, la dedicación a tareas de lógica, asociación de ideas, desarrollo de las capacidades de comunicación, resolución de tareas complejas y un largo etcétera de actividades mentales que tenían gran importancia en los sistemas educativos de las generaciones anteriores.

Por otra parte, la especialización de tareas conlleva una reducción en las estrategias para aprovechar los propios recursos personales. Por ejemplo, ya no nos ponemos manos a la obra para arreglar nosotros mismos un enchufe averiado o a remendar una prenda descosida. Tampoco necesitamos recordar una dirección postal o un número de teléfono. Los dispositivos lo guardan por nosotros.

¿Cómo evitar que el CI disminuya?

El cerebro es ávido de estímulos constantes. Se activa particularmente en el desarrollo de actividades que impliquen el desarrollo de nuevas habilidades adaptativas en tareas complejas o inusuales. Por consiguiente, es intelectualmente estimulante salir de “la zona de confort” y de la rutina.

Podemos evitar tareas rutinarias en la medida de lo posible, desde peinarnos con la mano contraria, probar olores y sabores nuevos, buscar itinerarios alternativos para ir al trabajo, hacer cálculos mentales sin usar calculadora, deletrear palabras de más de diez letras a la inversa, contar mentalmente hacia atrás desde 1.000 hasta 0 sin distraerse, aprender palabras en otros idiomas, escuchar música de distintos estilos, pasear por lugares desconocidos, leer libros de temas variados, aprender algún truco de magia o un malabarismo, practicar las artes escénicas y las artes plásticas, las habilidades manuales, el diseño, la artesanía, etc. La mente humana es genuinamente creativa y el número de posibilidades de estímulos intelectuales variados es tremendamente amplio.

¿Distintos test de CI en el futuro?

El cerebro humano está cambiando aceleradamente la forma de activarse y funcionar. Es probable que los tests para calcular el CI deban renovarse para adaptarse a la forma en la que el intelecto humano está evolucionando en su funcionamiento. Es evidente que las nuevas generaciones manifiestan su inteligencia de manera distinta a la de sus antepasados. Y ya no hay vuelta atrás. El cerebro también se está adaptando a los nuevos estilos de vida.

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