En esta columna hemos tocado, en más de una ocasión, una temática, la viticultura regenerativa, que está sólidamente engarzada a las prácticas basadas en el ciclo del carbono para regenerar los suelos, reducir la erosión, fomentar la biodiversidad y frenar el calentamiento global. A buen seguro, por tanto, firmemente ligada a la sostenibilidad del campo.
En este sentido, pude seguir vía online el segundo simposio de la Asociación de Viticultura Regenerativa celebrado en Villafranca del Penedés (Cataluña), en el que su presidente, Miguel Torres Maczassek reivindicó este enfoque “como respuesta a las amenazas del cambio climático, la erosión y la pérdida de fertilidad de los suelos”.
Entre las certidumbres y convicciones de Torres y otros ponentes invitados, el máximo responsable del colectivo formado por una treintena de socios mostró ejemplos de cómo, a través de la viña, se está “devolviendo la vida a la tierra y se hace más fértil para que contribuya a mitigar los efectos del cambio climático de una forma similar a los bosques”.
Básicamente se tiene que conocer la tierra y cómo funciona para ayudarla a estar más sana, así como restaurar el daño causado y que dé los máximos beneficios posibles aprovechando los procesos que la naturaleza ha desarrollado a lo largo de millones de años.
Durante el encuentro se mostraron varios métodos, desde la elaboración de biofertilizantes al pastoreo para controlar la cubierta vegetal; el uso eficiente del agua, aumento del sistema inmunológico de las plantas... Todo ello, en definitiva, con el objetivo de reconducir la relación de plantas, animales y humanos para que los viticultores y elaboradores puedan conocerla mejor e implementarla por el bien de las viñas y el planeta.
“Hay que poner la máxima atención y esfuerzo en los suelos agrícolas puesto que son un recurso esencial” y que han sido ignorados demasiado a menudo. Palabras de Elisenda Guillaumes, directora general de Agricultura de la Generalitat de Cataluña y que muy bien se podría aplicar a todos los territorios, y por supuesto Canarias en nuestro caso particular.
Con las cosas muy claras
Con este propósito, la Asociación de Viticultura Regenerativa, reunió a expertos nacionales e internacionales en este nuevo paradigma agrícola y que constituye una forma de reducir el daño causado y restaurar la salud de los suelos.
Por ejemplo, el granjero norteamericano Joel Salatin, compartió las líneas maestras de Polyface Farm, un ejemplo de regeneración y simbiosis natural. Desde hace 60 años, Salatin produce alimentos de altísima calidad y regenera la fertilidad de campos degradados por el uso que se había hecho. “Regenerarlos es imprescindible”, aseveró.
Asesor en agricultura regenerativa, agricultor y ex ganadero convencional, Josep Ramon Sainz de la Maza, definió la agricultura regenerativa como “del contagio”, pues cuando se explica, “llega adentro”. “Su base es el suelo, donde los minerales, la materia orgánica y la microbiología se relacionan y dan eficiencia al ecosistema”.
“Este ciclo de descomposición y recomposición –continuó- da riqueza a la tierra, alimento a las plantas y una mayor capacidad de retener agua y almacenar carbono”.
Desaprender para volver a aprender
Hay que permitir que la naturaleza se restablezca y beneficie también la agricultura, empezando por dejar de agredir los suelos. En esto fue muy clara la doctora en biología molecular y profesora de la Universitat Rovira i Virgili, Dania García. “Es imprescindible desaprender para volver a aprender y aplicar los conocimientos que nos ha transmitido la naturaleza durante miles de millones de años”.
“Puedes ser parte del problema o de la solución”, argumentó Johan Reyneke, viticultor de Sudáfrica. La agricultura regenerativa no es una ciencia exacta pero hay que aprender de la naturaleza como hacían los humanos hasta la aparición de la “agricultura química” a mediados del siglo XX. Mientras tanto, Manel Badia, experto en el diseño Keyline, que analiza la topografía y los flujos de agua de manera holística destacó que “la cubierta vegetal crea microclimas”.
“Junto con otras prácticas mejora la salud de la tierra y elimina la erosión, un problema gravísimo que, en España, se lleva 15 toneladas de tierra por hectárea y año”.
El ganadero Pablo Borrelli puso como ejemplo la provincia argentina de Corrientes. “Si las vacas emiten 6.000 toneladas anuales de dióxido de carbono equivalente (CO2), gracias al manejo holístico el suelo captura 26.000t CO2, “una oportunidad fantástica de revertir los efectos del cambio climático en un momento crucial”.
Certificación internacional
Miguel Torres Maczassek anunció el nacimiento, el próximo mes de julio, del sello de certificación internacional en viticultura regenerativa llamado Regenerative Viticulture Alliance (RVA).
Definido por el propio Torres como “un primer paso”, establecerá las bases para obtener la certificación y también dará recomendaciones de prácticas en el campo, además de ayudas al autodiagnóstico y auditorías externas de los niveles de materia orgánica, fijación de carbono y presencia de biodiversidad.