La realidad de la mujer respecto al ámbito rural no es diferente en Canarias o Asturias, en Andalucía o en Portugal. Quedó bien patente en la cuarta edición de FéminAs Congreso 24 Internacional de Mujeres, Gastronomía y Reto Demográfico desarrollado a finales de octubre en el Principado asturiano.
La apuesta se focalizó, durante las intensas jornadas de convivencia, en muchas jóvenes cocineras alcancen sus objetivos con talento y claridad de ideas, principalmente en territorios donde el desafío demográfico y la falta de oportunidades constituyen una rémora difícil de salvar. De hecho, en FéminAs 24 se hizo hincapié en que se puede hacer frente a la despoblación con diversas armas: las setas, como en el caso de Elena Lucas (La Lobita*, Navaleno); los quesos, con Carmela Cano (Queso Galmesán, Arzúa, A Coruña); con las conservas de los productos del mar, con María Busta (Casa Eutimio, Lastres), Ángela Donato (El Viejo Pescador, Tapia de Casariego) o Ana Labad (Anchoas Hazas, Lastres).
En su caso, la italiana Chiara Pavan ofreció una potente intervención poniendo en liza las fórmulas para batallar desde las cocinas contra los desastres del cambio climático. Más categórica aún, la confianza en que se puede dinamizar el medio rural desde una inyección endógena: con los propios productos de la huerta, por ejemplo, junto a la historia y tradiciones locales.
Así pues, FéminAs 24 clausuró su cuarta edición clamando por el retorno a los pueblos y una mirada decidida al horizonte por parte de la juventud, si existe la motivación, destacando el vigor de las mujeres como hilo conductor de que esa pujanza rural llegará a buen puerto.
Me encanta, en ese escenario que ha de favorecer la sociedad en su conjunto, la filosofía de la chef gallega Lucía Freitas (A Tafona*, Santiago de Compostela). “Los cocineros son la punta del iceberg en la gastronomía pero las mujeres somos la base, la parte que no se ve y lo sujeta firme”.
Una de las conclusiones deja bien claro que “nunca más la sociedad rural debe entenderse como una sociedad fracasada; que desaparezca el estigma para siempre y que quedarse no sea solo una decisión valiente sino también lógica, la correcta, como hacen todas estas mujeres en representación de tantas otras”.
Así pues, la mujer, a través de la gastronomía, se consolida como dinamizadora de la economía la producción agroalimentaria y restaurantes, además de transmisoras de la cocina y la memoria. En este sentido, cabe destacar que féminas anónimas portuguesas recibieron el premio Guardianas de la Tradición por “la labor de registrar, salvar del olvido y transmitir la aportación de las mujeres a la cocina tradicional en la serie documental ‘A cocinha portuguesa a gostar dela própria’ (‘a disfrutar de nuestra cocina portuguesa’)”.