Hace aproximadamente un mes les hablaba sobre qué era la moneda digital de banco central (CBDC por sus siglas en inglés) y cómo la exploración de esta por parte de diferentes gobiernos a lo largo del planeta se ha ido extendiendo en los últimos tiempos. En este artículo desarrollaré otras implicaciones derivadas.
A día de hoy, este tipo de divisa está implementada en pocos países (once para ser exactos) y ninguno de ellos es una potencia mundial. Pero se encuentra en fase piloto en otros 17, siendo algunos de ellos tan relevantes e importantes en la economía mundial como: China, India, Arabia Saudí, Rusia, Corea del Sur o Australia.
Por ejemplo, en China ya hay yuanes digitales generados por valor de unos 2.000 millones de dólares, es cierto que esto solo supone el 0,13% del total de moneda china en circulación, pero también hay que recordar que fue presentada hace menos de un año para los JJ. OO. de invierno de Pekín 2022.
Los bancos comerciales, ¿qué papel juegan?
Los bancos cumplen unas funciones básicas en la economía actual que los hacen insustituibles. A saber: gestionar pagos a distancia, financiar la economía (intermediando entre los depósitos de los ahorradores y la necesidad de crédito de los inversores). Pero con una moneda digital esta función puede corresponder a los bancos centrales directamente, ya que tendría la capacidad de emitir directamente moneda al receptor final sin tener que pasar por un intermediario.
Esto nos brinda dos posibles escenarios para la banca comercial en un futuro no tan lejano. La primera, si los bancos centrales pasan a operar como los bancos comerciales y absorben esas funciones, asumiendo no solo la recolección de depósitos, sino también las operaciones de crédito. Esta circunstancia dejaría a la banca privada sin espacio y con la única posibilidad de ser una mera subcontrata (por infraestructura técnica y humana) de los bancos centrales. La segunda, que los bancos comerciales tengan que competir con los bancos centrales, siendo más atractivos que estos no solo a nivel económico (aquí jugaría un papel fundamental la privacidad, como veremos más adelante).
Libertad y anonimato: conceptos del pasado
“Queremos garantizar un alto nivel de privacidad a los usuarios del euro digital. Pero el anonimato total (como el que ofrece el efectivo) no parece una opción viable en mi opinión. Esto contravendría otros objetivos de política pública, como garantizar el cumplimiento de las normas contra el blanqueo de capitales y luchar contra la financiación del terrorismo”, estas son palabras de Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo. Poco más hay que añadir.
Eso sin nombrar el uso que puedan hacer con nuestros datos de pago los gobiernos, aunque en esta batalla hace tiempo que, como sociedad, entregamos la cuchara ante gigantes tecnológicos. No existe gran diferencia en haber regalado nuestra privacidad a empresas con sede en la bahía de San Francisco que dársela a nuestros gobiernos.
Pero esto no es lo único que habría que temer, las CBDC le otorgan a los bancos centrales la potestad de programar el uso previo del dinero que va a meter en una wallet (cartera electrónica) de un ciudadano y así orientar de la manera más precisa posible qué tipos de personas o usos pueden tener esas monedas digitales. Cupones de consumo específico, ayudas sociales determinadas, e incluso caducidad del dinero. De igual manera, se podrá bloquear pagos de dinero digital en zonas “baneadas”.
Asimismo, se podrán personalizar los impuestos o limitar el consumo en nombre de las batallas sociales del momento. Si hablamos de hoy en día, y en nombre de la causa verde, se podrían limitar cuantos billetes de avión puedes comprar en un año o gravarte por ello en el IRPF. Quiero pensar que los canarios en este caso tendríamos un poco más de manga ancha.
Y es que el dinero (efectivo) es sinónimo de libertad, nadie te pregunta de donde sale, lo utilizas en lo que te parece oportuno y no permite ser rastreado. Cuando nacieron las criptomonedas, todas estas condiciones se respetaban y se añadía la confiabilidad casi notarial de que ese bitcoin era tuyo. Las CBDC no mantienen ni una sola de esas características.
Por el contrario, nos traerán casi seguro un modelo muy cómodo de usar con una enorme seguridad y vendrá precedido de campañas publicitarias donde se nos convencerá de las bondades de este sistema, empujando a la opinión pública a censurar a aquellos que muestren su disconformidad en público.
Como conclusión, debo decir que esto es algo que va a suceder y poco podemos hacer para oponernos. La transformación que van a suponer la inteligencia artificial, el metaverso y el resto de los elementos que componen la cuarta revolución industrial va a ser la más grande conocida. Es probable que un contexto así requiera a su vez de un cambio de paradigma para el dinero y sus usos.