Ya nos encontramos a mitad del presente año 2022 y, a principios de año, ¿quién iba a decirnos que a finales de junio viviríamos una semana con picos y emociones como si estuviéramos en una montaña rusa como la pasada?
De la intensidad de emociones por el ansiado posible ascenso del CD Tenerife a Primera División a la desilusión más absoluta por perder la oportunidad en casa y, con esa frustración, encaminándonos siete días en los que, nos encontramos el ‘extraño impacto’ de un Carnaval desubicado en el tiempo, pero que resultó, por muchos motivos, igualmente esplendoroso.
La semana pasada tuvo para todos los aficionados a nuestro club un inicio muy difícil, con un lunes que no olvidaré nunca, muy emotivo, con muchas conversaciones con amigos de la infancia, de la profesión y del fútbol, que intentaban levantar mi ánimo. Intentábamos levantarnos el ánimo entre todos. Lo lograron, vaya que lo lograron, pero no sin arrancar alguna lágrima. A continuación, llegó el martes y los demás días de la semana, que los afrontamos con una mayor entereza.
Con el avance de la semana, llegaron Las Hogueras de San Juan, conviviendo a la par con un entierro de la sardina que decía el adiós a un virus que ha maltratado las economías y que, simbólicamente, acabó en cenizas. Todo ello a pesar de que el coronavirus sigue aun vivo, pero de una manera más leve en líneas generales y permitiendo así a la población recuperar la “normalidad” que antes conocíamos. Aun así, no debemos relajarnos y seguirnos cuidando.
Durante la semana pasada, los tinerfeños vivimos, por tanto, una mezcla de sensaciones curiosas como de un tiovivo de situaciones, entre el carnaval de verano, la resaca de desilusión de los tinerfeñistas y la purificación que siempre constituye San Juan con su fuego y su característica noche mágica.
Todo como trastocado, por la confluencia de acontecimientos en estos pocos días y rematado por una apoteosis del Carnaval chicharrero que dio paso a este lunes de verano; este inicio de una semana estival como cualquier otra y que se afronta con optimismo.
Quizá la ‘extraña’ semana que vivimos haya sido la de la purificación, la del presagio de cambios y la de la expectativa a mejoras en la economía. Creo que empezamos a ver la luz al final de este camino.
Independientemente de cómo nos hayamos disfrazado en esta especie de ‘engaño al calendario’, se presenta después de la tormenta un panorama espero que esté encaminado hacia la esperanza.
Considero que nos dirigimos a un punto en el que Canarias, la isla de Tenerife en particular y la capital tinerfeña aun más concretamente, están cerca de recuperar el anterior esplendor en su restauración y se consiga así la revitalización de su actividad turística. La vuelta a la vida en las calles, los comercios y que el Carnaval chicharrero retome sus fechas de invierno, pues queremos seguir viviendo, lo que siempre hemos vivido.
Ah y, por supuesto, que volvamos a aspirar al ascenso de nuestro equipo que tuvimos muy cerca y que acariciamos con la punta de los dedos. Que sea el inicio y que tenga la continuidad, y que se sumen para siempre los aficionados que en el último tramo de liga estaban ahí, apoyando. Que esta gran afición, siempre sume.
Y por último, no dejemos de lado este virus, esto no ha acabado. Las cifras que nos dan cada día, no invitan a la relajación. Tenemos que seguir moviéndonos en la prudencia, sin dejar de lado el futuro, el progreso y el cuidado de nuestra economía.