A nivel nacional, cuando se hace referencia al carnaval, siempre nos vienen a la mente dos ciudades principales, Santa Cruz de Tenerife (disculpen que mencione primero mi ciudad) y Cádiz. No obstante, todos conocemos que en otras ciudades españolas también se celebra la fiesta del carnaval con mucha tradición y entusiasmo.
De no ser por la pandemia del coronavirus, esta semana pasada hubiera tenido lugar el carnaval en la capital tinerfeña. En ella, las calles se cubren de colorido, originalidad y simpatía y dominan siempre el ritmo, la diversión y la alegría. Es una fiesta donde el mundo se para y donde los problemas se aparcan. Se vive la pasión, es “Nuestro Sentimiento es Nuestro Carnaval”.
El sentimiento colectivo de entusiasmo y alegría se contagia, es la pasión de una isla, que vive una fiesta para todas las edades, pues tanto disfruta el niño con sus primeros disfraces en el carnaval de día, como el adulto, a pesar de llevar ya probablemente muchas horas de carnaval a sus espaldas. Las calles se convierten en ríos humanos de gente que baila sin parar durante las veinticuatro horas del día, somos la “magia” de nuestro carnaval.
Para muchas personas, el carnaval es su medio de vida, pues para la puesta en marcha de una fiesta tan significativa para la capital tinerfeña, muchas personas trabajan todo el año sin cesar. Para la mayor parte de sus asistentes, esta fiesta es, más que una celebración tradicional, una filosofía de vida. Por segundo año consecutivo, se ha tenido que posponer, pero esta vez parece tener una fecha anunciada para su reanudación, la última semana de junio.
Ante la realidad de que el carnaval se ha tenido que suspender por segundo año consecutivo debido a la pandemia del coronavirus, me surgen diferentes dudas de difícil respuesta, tal como las siguientes: ¿Por qué se pueden celebrar las Fallas en Valencia y nuestro carnaval no?; ¿por qué se puede celebrar otro gran carnaval, como el de Tolosa, y nuestro carnaval no? También hay otras preguntas que nos han surgido en Tenerife, ¿por qué se celebraron las galas y concursos en el Carnaval en Las Palmas, y en nuestro carnaval no?; ¿quién lo decide?; ¿en base a qué?; ¿es cobardía o es prudencia?; ¿se han valorado, o se han ponderado otros perjuicios, como el impacto económico en las empresas canarias? Personalmente tengo serias dudas al respecto.
El pasado lunes me encontraba en el despacho trabajando y recibí la llamada de un compañero letrado de Madrid, pues esperábamos con urgencia una resolución judicial que estaba pendiente de salir. Me comentó, “la resolución ya hoy no sale, esperemos a mañana”, y le comento que “mañana martes es fiesta, es martes de carnaval”. Me pide disculpas, por la aparente imprudencia de llamar en la semana de carnaval, y le intento explicar que el martes es fiesta, que se mantiene la festividad del martes, a pesar de no celebrarse un año más el carnaval. Yo creo que no lo supe explicar, ya que mi compañero no lo entendió.
El miércoles viajé a Cádiz para asistir al VII Congreso de Derecho Concursal y Societario de Cádiz, que ha tenido lugar los días 3 y 4 de marzo, y nos unimos un grupo de amigos y dimos un paseo por esta preciosa ciudad española. Pudimos comprobar el impulso espontáneo de sus chirigotas por las calles, en unos días de carnaval también suspendido. Valió la pena ver el anticipo de su carnaval, que igualmente tendrá fecha de celebración de este junio.
La fiesta se vive con pasión, sea el carnaval que sea, sea la ciudad que sea, pero yo me quedo con “mi carnaval”, el mejor, el de mi isla de Tenerife.
Corviniano Clavijo
Presidente de Crónica del Atlántico Hoy, S. L.