Todos tenemos los mismos motivos para estar preocupados y esperanzados por el futuro de una región donde Marruecos y Canarias deben contribuir a su prosperidad, estabilidad y, en definitiva, al bienestar del conjunto de sus ciudadanos. La costa atlántica de África es sin duda un espacio de oportunidades, pero también lo es de desafíos que solo se podrán solucionar desde la confianza y la cooperación mutua. Canarias, que es el territorio más avanzado de la Unión Europea en el continente africano, tiene que participar y entender los profundos cambios geopolíticos y económicos que rápidamente se están produciendo en África Occidental y de forma particular, en Marruecos.
Como ha sucedido con otros territorios, las Islas Canarias atraviesan una etapa de cambios que deberán ser estructurales para poder competir en un mundo y en una región que también quiere un crecimiento económico más inteligente y sostenible. Distintos actores públicos y privados de las Islas sostienen que el modelo económico sobre el que se ha apoyado el Archipiélago durante las últimas décadas —basado en el turismo, la actividad portuaria y los incentivos fiscales— muestra signos de agotamiento. Pero la gran reflexión que debe hacer Canarias es cómo convertirse en un actor capaz de aprovechar y ser parte de las grandes transformaciones económicas del continente africano si tiene la aspiración y las capacidades de serlo. Y así́ puede ser. Quiero compartir algunas ideas.
Competencia regional
En primer lugar, la actividad portuaria de las Islas Canarias, que constituye un pilar de la economía regional, debe contemplar el impacto que tendrá́ la finalización del nuevo puerto de Dakhla en el sur de Marruecos, como hizo Andalucía para adaptarse y competir cuando se creó el puerto Tanger-Med. Este ambicioso proyecto está destinado a convertirse en un centro económico de envergadura internacional, atrayendo enormes flujos comerciales y logísticos. La creación de una zona franca alrededor de este puerto, similar a la de Dubái, lo convertirá en un centro neurálgico de almacenamiento y distribución para toda África. La posición de los puertos canarios como cruce logístico regional podría verse impactada en un sentido u otro en función de las decisiones que se tomen en los próximos años.
Por otro lado, el sector turístico, que ha sido y seguirá siendo el motor de la economía de las islas, también encontrará en esta región a una competencia creciente por parte de los países vecinos, particularmente Marruecos y Senegal, que siguen desarrollando sus infraestructuras turísticas en la costa del Atlántico. Sabemos que playas y clima no son atractivos suficientes para unos visitantes interesados en experiencias cada vez más enriquecedoras y diferenciadoras culturalmente. El sector turístico está buscando nuevos nichos innovadores que compiten entre sí por la cuota de mercado.
El auge de la Alianza Atlántica
Marruecos, junto a otros países de la región, está trabajando activamente en la elaboración de una alianza estratégica, la Alianza Atlántica, que transformará esta parte del mundo en un verdadero polo energético y comercial. El proyecto de crear un centro económico integrado entre estos países, con conexiones logísticas y energéticas de vanguardia, amenaza directamente la posición geoeconómica de las Islas. Son estos países los que de forma real y práctica desempañaran el papel de puerta de entrada a África, si este concepto en un mundo globalizado e interdependiente es todavía viable. La legítima aspiración de Canarias por convertirse en una plataforma de negocios hacia África, por su condición de región europea y por sus garantías fiscales, económicas y políticas, debe revisarse y asumir que el continente africano no quedó en el pasado. También sabe competir y añadir valor. Esta alianza permitirá́ incluso a los países sin litoral de África Occidental acceder al mar gracias a la iniciativa Atlántica lanzada por Marruecos. Esta cooperación reforzada plantea otro reto añadido a Canarias.
Los riesgos sociales y económicos para el Archipiélago
Además de los desafíos económicos, el Archipiélago también se enfrenta a una presión migratoria sin precedentes. La tragedia que sufre el Atlántico, también Marruecos, con llegadas masivas de migrantes a las costas de las Islas, plantea problemas humanitarios y económicos de gran magnitud. Las capacidades de acogida y gestión de esta crisis migratoria están desbordadas, y las tensiones sociales corren el riesgo de agravarse si no se encuentra una solución sostenible. El auge de la ultraderecha en Europa no va a ayudar a buscar soluciones conjuntas, con un problema que, seamos honestos, estamos sufriéndolo en sus fases más tempranas. Marruecos, España y Europa están trabajando para abordar este problema de muy difícil solución.
Frente a esta realidad, Canarias corre el riesgo de convertirse en una región superada por una realidad que la incapacite para ser parte de la solución y aprovechar las oportunidades que surgen. El Archipiélago debe adaptarse a las nuevas dinámicas geoeconómicas en su dimensión más compleja y exigente. No puede esperar mucho más de la solidaridad de Europa, y menos aún de los impuestos de sus ciudadanos.
Un llamado a la audacia y la visión
El futuro de las Islas Canarias con respecto al continente africano como hub económico regional no debe aferrarse a discursos obsoletos y visiones superadas. Todos, Marruecos y los países de esta zona, ganamos con una región de Canarias más rica y próspera que de forma significativa contribuya al desarrollo y al bienestar de la población a través de muchísimas fórmulas.
El nuevo Gobierno regional, encabezado por su presidente Fernando Clavijo, tiene la oportunidad de pasar a la historia como el presidente que supo anticipar los desafíos y dotar a Canarias de una estrategia innovadora y audaz. Esta estrategia debe incluir una cooperación activa y sincera con Marruecos y los países de la Alianza Atlántica. Una integración económica con estos países, en lugar de una competencia estéril, puede garantizar el progreso del Archipiélago y por extensión, el de toda la región. Canarias puede ser un actor clave en esta nueva dinámica, reinventando su papel dentro de un área geoeconómica más amplia y en pleno auge con una población que quiere prosperar.
Quienes protagonizan el presente y el futuro de mi país desean que el presidente de Canarias se convierta en el arquitecto de una nueva era entre Canarias, África y Marruecos, donde el Archipiélago responda y reaccione a las realidades socioeconómicas de un mundo en transición, para que ese liderazgo nos conduzca a un horizonte de prosperidad e integración regional. Para ello, es preciso que Canarias establezca canales sólidos de diálogo y comunicación con Marruecos con una visión clara y compartida, dejando atrás un pasado no muy lejano que no ha sido de tiempo perdido, sino de lecciones aprendidas.