Existen muchas teorías que intentan explicar el origen del 8 de marzo como el Día Internacional de la Mujer, reconocido por la ONU en 1977.
La más antigua de ellas, data del 8 de marzo de 1875, fecha en la que cientos de mujeres trabajadoras de una fábrica textil neoyorquina, participaron en una manifestación buscando unos salarios más justos y unas condiciones laborales más humanas. Más de 120 de estas mujeres murieron a manos de la policía. Dos años más tarde, ese incidente dio origen al primer sindicato femenino.
En España, no fue hasta 1977 cuando tuvo lugar la primera manifestación feminista denunciando la desigualdad de derechos entre sexos así como otras cuestiones sociales: despenalización del aborto, libertad sexual o maternidad. Casualmente el año en que yo nací.
Todas las mujeres de mi generación y las de generaciones similares nos hemos criado en un entorno bastante menos desigual que, por ejemplo, el de nuestras abuelas. Los cambios entre generaciones se producen a una velocidad de vértigo. Pero las mujeres creemos que aún no es suficiente; no hemos llegado a la equidad de género ni a la igualdad absoluta en materia laboral, lamentablemente.
Pese al esfuerzo de los gobiernos de turno por fomentar la igualdad y a las iniciativas sociales, pienso que es una cosa que “ha de calar” en cada uno de nosotros y tiene mucho que ver con la forma en la que somos educados.
Cada persona puede aportar su granito de arena en pro de la igualdad; yo lo hago formando parte del Grupo de Trabajo de Equidad de Género, constituido el pasado mes de diciembre por el Instituto de Censores Jurados de Cuentas de España (ICJCE), como muestra de su ánimo de promover la perspectiva de género en el ámbito de la profesión de auditoría como impulsor de una sociedad más justa y equitativa.
Los resultados de diversos estudios promovidos tanto por el ICJCE como por el Col·legi de Censors Jurats de Comptes (su homólogo en Cataluña), vienen a reflejar realidades que aún hoy en día se están dando: si bien la presencia de mujeres en las firmas de auditoría está aumentando cada año, los puestos directivos siguen estando ocupados mayoritariamente por hombres. Parte de la culpa la tienen indudablemente las jornadas maratonianas que se producen en el campo de la auditoría, los encargos con plazos límite (deadlines) que producen altos niveles de estrés y las dificultades derivadas de la conciliación de la vida laboral y familiar.
A nivel personal, con la cantidad de horas que dedico a mi trabajo como auditora de cuentas, no me puedo imaginar en la tesitura de ser madre; tendría que recortar drásticamente las horas dedicadas a mi profesión, sin lugar a dudas, debido al tiempo que requeriría la crianza y educación de mis hijos/as. Por ello, declaro a los cuatro vientos mi admiración total y absoluta por todas aquellas mujeres del mundo que son madres, amas de casa, esposas, cocineras, deportistas y profesionales a tiempo completo. Para todas ellas, una ola. Mejor, un tsunami.
Esto enlaza con la inexplicable capacidad que tenemos las mujeres (aquí si me incluyo) para realizar múltiples tareas a la vez. Los hombres nos ganarán en fuerza física (es un hecho más que probado), pero creo que me puedo aventurar a decir que las mujeres ganamos en capacidad de atención, organización, tenacidad y disciplina.
Un estudio realizado en Chile por la consultora Nawaiam, destaca que: "La mujer presenta una mayor tendencia al trabajo en equipo, adoptando un estilo más amigable, y utilizando la influencia y persuasión para superar o alcanzar objetivos o metas. También es importante destacar que en la mujer pudo observarse una mayor orientación a conductas de búsqueda de alta calidad y detalle en sus tareas que en el hombre. Cuando el rango de edad supera los 45 años, se pudo observar en las mujeres más conductas abocadas al liderazgo y a la comunicación. Todo ello nos permite analizar que la mujer hoy demuestra tener un perfil mucho más adaptable en tiempos de crisis y reingeniería, no solo en las empresas, sino en la vida misma".
Actualmente, para las empresas supone un beneficio contratar personal con perfiles que posean la habilidad de realizar múltiples tareas (multitask) de forma rápida y eficaz. Además, "se observa y propone un cambio hacia una nueva jerarquía de la mujer en la sociedad, con más derechos en el trabajo, derecho a opinar, decidir, pensar, demostrar sus talentos y ser protagonista con las mismas condiciones, oportunidades e igualdad que el hombre en cualquier ámbito laboral”.
La clave ahora y nuestro reto de futuro estará en que las empresas seamos capaces de retener ese talento. Y es que el talento no entiende de género. Ponga una mujer en su equipo, no se arrepentirá.
Alicia T. Afonso Padrón
Auditora ROAC no 22.143 y Secretaria de la Agrupación 14a del Instituto de Censores Jurados de Cuentas de España (ICJCE)