Vivir bajo la perspectiva de la atención plena, supone vivir de una manera más consciente, es decir, ser autor, actuar de manera deliberada sobre tu vida, abrirte a un sin fin de posibilidades, a través de la consciencia del momento presente, siendo consciente de lo que estamos haciendo, pensando o sintiendo. Es sentir un estado de consciencia plena, produciendo una integración entre dos estados propios de nuestra consciencia el caos y la rigidez, ambos limitantes en nuestras potencialidades vitales.
Ello implica una activación neuronal que nos ayuda a hacer frente a situaciones complejas en lugar de rehuirlas, podemos vivir plenamente nuestro presente, experimentando el disfrute en nuestra vida, lo que nos ayuda a disminuir nuestras tensiones, analizando nuestras frustraciones, en definitiva, eliminando el sufrimiento, potenciando un estado de crecimiento personal encaminado a mejorar nuestra felicidad, ya que nos ayuda potenciar las posibilidades que nos brinda la vida. En muchas ocasiones nuestra rutina diaria, los problemas, el propio miedo a afrontarlos nos van limitando nuestra capacidad para actuar.
Para entenderlo debemos de imaginar nuestra mente como un plano donde se pueden generar infinitas posibilidades de actuación, que es el estado que asumimos bajo la sensación de atención plena. Nuestra experiencia vital, nos va limitando, generando patrones de activación prototípica, es decir, nuestra experiencia y nuestra historia potencian en nosotros que se den unas determinadas activaciones mentales que aumentan la posibilidad de emitir unas respuestas o generar unos pensamientos en detrimentos de otros.
Eso nos sucede cuando generamos determinados pensamientos repetitivos ante determinadas situaciones, o por ejemplo, cuando reaccionamos de una determinada manera ante distintas situaciones. ¿Qué conseguimos con la atención plena? pues volver a un plano mental de infinitas posibilidades. Conseguir más presencia en nuestra vida depende de aumentar nuestra sensación de seguridad, ya que vigilamos nuestro medio, buscando señales que anticipen el peligro, cuando detectamos esas señales nos situamos en un estado de alerta, activando una respuesta de huída, o de paralización.
El poder estar más presentes en nuestro día a día nos permite conectarnos con nuestra realidad, lo que potencia nuestra capacidad de oportunidades ante nuestra vida. El primer paso para controlar tu mente es el control de la atención con lo que conseguiremos relajar, o tranquilizar nuestra mente. Centrándola en un foco de atención de manera ininterrumpida: en la respiración, un dibujo o un sonido con el objetivo de centrar tu mente en ese estimulo. Con lo que conseguimos aquietarla, experimentando una sensación de serenidad y calma que te centra en tu vida presente.