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Opinión

25 años de un reinado marcado por la geoestrategia

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Una imagen de Marruecos y la bandera del país / EFE

Un personaje relevante en el último cuarto de siglo en el tablero de la geopolítica mundial es, sin duda, Mohamed VI. Un reinado singular que ha sabido sacudirse la fuerte impronta marcada por su padre, el rey Hasan II, para aportar nuevos aires a la monarquía alahuita y afrontar los complejos retos que el nuevo siglo apuntaba. Sin duda, su papel en la elaboración de una nueva Constitución, en plena efervescencia de las Primaveras Árabes en 2011, fue decisivo. Una valiente apuesta por limitar sus poderes y fortalecer el gobierno representativo, ampliando el peso del primer ministro y el del Parlamento. Una Constitución que preservaba su papel como autoridad final para el control directo sobre los asuntos religiosos, la seguridad y la política estratégica.

Un cuarto de siglo de reinado que hay que analizar desde una perspectiva holística, alejada de los prejuicios occidentales que se pierden en disquisiciones alejadas de una realidad socio-cultural compleja. Durante su reinado, Marruecos ha sabido jugar sus bazas para colocarse en una posición meritoria en el escenario global. Potencia consolidada en el norte de África, su papel e influencia en todo el continente es determinante ante el juego de equilibrios del Nuevo Orden Mundial. Aliado estratégico de Europa a nivel energético y productivo, figura clave en las relaciones entre el mundo árabe e Israel, fiel aliado de EEUU sin renunciar a su relación con Rusia y China, claves en el continente africano , Marruecos ha venido incrementando su influencia global gracias a una efectiva política exterior y al poder blando.

El Índice Global Soft Power 2023 lo situaba como el primer país del Magreb, el tercero de África y el 50 a nivel mundial, dentro de una clasificación de 193 estados. Una apuesta exterior decidida asentada en un momento interno de crecimiento económico y modernización sin precedentes fruto del espíritu reformista marcado por Mohamed VI. El nuevo modelo de desarrollo multidimensional (NMD) impulsado por el monarca se basa precisamente en la consolidación de la democracia, el fortalecimiento económico y desarrollo humano con el horizonte en 2035. Estamos asistiendo a una transformación estructural de su economía, con una apuesta decidida por la tecnología digital, la investigación científica, la industria y las energías renovables. Un salto cualitativo que impulsa a Marruecos a convertirse en potencia regional dado su perfil mediterráneo, atlántico, africano y arabo-musulmán.

En este sentido cabría resaltar la directiva emitida por Mohamed VI el pasado 14 de mayo a las FAR, en su 68 aniversario. Un mensaje directo para revisar y actualizar los conceptos de seguridad y defensa atendiendo a las tensiones mundiales, alianzas y conflictos. Todo ello afrontando una profunda revisión de los programas de formación militar, incorporando métodos innovadores y tecnologías avanzadas, con especial atención a la IA.

El último informe de la compañía Global Firepower (GFP), Marruecos se encuentra en el top ten de países con mejor capacidad armamentística de África. El aumento del presupuesto del Ministerio de Defensa ha sido significativo, alcanzando la cifra más alta para 2024, 124.700 millones de dírhams (11.600 M€), un aumento del 5% respecto de 2023 (un 78% de incremento entre 2018-2014). Una línea de acción que no ha pasado desapercibida para los observadores, puesto que el aumento en la inversión y expansión de infraestructuras de defensa de última generación, como una capacitación y especialización del personal y el impulso decidido a la investigación e innovación, están reubicando a Marruecos en un mercado global, pasando de comprador a productor.

Un cambio que afectaría a nuestra industria de Defensa en España, cuyas exportaciones a Marruecos ascendieron a más de 385 millones de euros en el período 1991-2020 y los últimos datos hasta el primer semestre de 2023 nos dan una cifra de casi 60 millones de euros, cifras que hablan de la importancia de una relación histórica entre las empresas españolas y las FAR, donde ha destacado el nombre del empresario hispano-marroquí Rachad Andaloussi, uno de los inversores en el sector, quien según Forbes han alcanzado sus inversiones en el sector los 100 millones de euros y que se ha convertido por méritos propios en toda una referencia del sector, con un amplio conocimiento y red de contactos a nivel internacional. Se ha empeñado en los últimos años en la captación de las empresas americanas y europeas para su instalación en Marruecos, habiéndose convertido en uno de los hombres de confianza del sector.

Un sector, el de Defensa que tuvo un protagonismo especial en el Consejo de Ministros de junio pasado, con la aprobación de proyectos de leyes orgánicas y decretos, así como el establecimiento de dos zonas de aceleración industrial de defensa. Toda una apuesta por la industria de defensa con el compromiso de mejorar las capacidades militares y garantizar la seguridad nacional, además de los acuerdos firmados con EEUU e Israel que aportan tecnología militar de vanguardia. Toda una estrategia de posicionamiento y fortalecimiento de la marca Marruecos en estos difíciles momentos de convulsión mundial. Fortalezas y oportunidades que muy bien está sabiendo desarrollar Mohamed VI.

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