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Opinión

20A - La foto de WhatsApp de mi madre

2 minutos

Turistas en una playa de Tenerife. / ALBERTO VALDÉS-EFE

La manifestación del 20 de abril está llamada a ser la más grande de la Historia de Canarias. ¿Cuánto tiene de cierto? ¿Importa?

En Canarias han pasado más de 10 años desde las últimas protestas en masa. No deja de ser poético que, precisamente, ahora vayamos a salir por el turismo de masas.

Esta convocatoria recoge un sentir intergeneracional: necesitamos un cambio de modelo. No tiene sentido depender de un modelo productivo que nos consume. La dependencia que se puso de manifiesto tras el cero turístico del COVID19 nos obligó a abrir los ojos. Y cada vez los tenemos más abiertos.

La norma

El grito de protesta lo impulsa la gente joven. Hay una generación entera que no ha vivido una movilización así nunca. Yo no me acuerdo de las protestas contra el tendido eléctrico de Vilaflor. Tenía 6 años. Mis padres me llevaron a las del Puerto de Granadilla con 14. Cuando las prospecciones petrolíferas apenas había cumplido los 18. Y desde entonces ninguna manifestación ha conseguido volver a juntar a tanta gente.

Hasta ahora.

Lo que empezó en redes con comentarios aislados de hartazgo y publicaciones contra determinadas consecuencias del turismo de masas se ha convertido en la norma. Todo el contenido relacionado con el turismo en Canarias se denuncia y se viraliza: nómadas digitales, viviendas vacacionales, infracciones de turistas, financiación al sector, nuevas construcciones…

Nosotros

El clamor de las redes sociales parece haber mutado hacia la calle. En ese camino, ha conseguido cautivar a prácticamente toda la sociedad canaria: se habla de la manifestación en los institutos, en los gimnasios, en los almuerzos de trabajo, en guachinches, de terraceo… Pero el indicador más claro de que el descontento ha trascendido es que nuestras madres están poniendo la convocatoria de la manifestación como foto de perfil en WhatsApp.

En muchos movimientos de protesta el mantra es “lo hacemos por nuestros hijos”; aquí no. Aquí también lo hacemos por nosotros. Somos nosotros los que no podemos alquilar ni comprar casa, los que desperdiciamos horas de vida en atascos, los que sufrimos los cortes de agua, los que vemos la destrucción de nuestras playas en directo, somos nosotros los que tenemos empleos y vidas precarias vendidas al mejor postor, que suele ser el extranjero. No lo hacemos solo por nuestros hijos porque, realmente, no sabemos si podremos tenerlos.

Lo que une a los canarios es el amor por nuestra tierra. Yo no sé si va a ser la manifestación más grande de la Historia de Canarias, pero creo que da igual. Sobre la necesidad de cambio no hay debate. Y los de siempre también lo saben.