La vida se abre camino

Entre lavas y rocas quemadas por el fuego terrestre, y por el sol, emerge la vida en las formas más sorprendentes y hermosas.

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- Hola, ¿qué haces aquí, tan sola? 
- ¿Me preguntas a mí? Yo estoy en mi ambiente. Vivo aquí. ¿Qué haces tú aquí?

-Yo estoy practicando senderismo. Pero tienes razón, no vivo en este lugar, sino mucho más abajo.

-¿Ves? Tú eres el extraño.

- Pero...¿te puedo preguntar cómo has llegado?

- Bueno, me aventuro a decir que llegué como solemos llegar las plantas: como una semilla, seguramente arrastrada por el viento.

-¿Supones? ¿No te acuerdas?

-¿Tú recuerdas acaso cuando eras un feto en el vientre de tu madre?

-Mmm...Pues no, tienes razón.

-Creo que la falta de oxígeno te está afectando al cerebro, querido Homo sapiens.

- No voy a discutir contigo...Oye, eres diferente de las otras magarzas que veo en el monte, o en la costa.

-Claro, alma de cántaro. Somos diferentes, estamos adaptadas a climas distintos. Mis vecinas de aquí arriba y yo somos, de hecho, otra especie. Yo no soportaría, seguramente, el golpeo de la maresía que resisten las que viven cerca del mar. Y las de allá abajo no soportarían el duro invierno de este lugar, a más de 2300 metros de altitud. Y mucho menos el que sufren mis compañeras de allá arriba, en el Pico.

-Ha de ser muy sacrificado, desde luego. Casi no tienes suelo, nieva varias veces al año, suele helar con frecuencia, y encima hace muchísimo frío por las noches.

-Sí. Pero estoy preparada para todo.

-Pero seguramente estás emparentada con tus vecinas de la costa.

-Veo que tu cerebro de mosquito empieza a funcionar. Yo y cualquier magarza de la costa tenemos antepasados comunes entre las magarzas que llegaron primero a la isla, hace millones de años. Luego fuimos colonizando diferentes franjas de altitud, con diferentes condiciones de temperatura y humedad, y sufrimos cambios físicos que nos permitieron adaptarnos mejor a cada zona. Y la acumulación de pequeños cambios a través de las generaciones dio lugar a especies distintas.

-Sabes mucho de biología evolutiva para ser una planta.

-Y tú sabes muy poco para ser un humano.

-En eso tienes razón. ¿Pero sabes? Sé que eres hermosa, que eres una isla de color en este desolado mar de lava, y que me gustaría fotografiarte. Quiero compartirte en "MicroHistorias de Tenerife", donde miles de personas podrán contemplarte y maravillarse con tu belleza.

-Vale, reconozco que a pesar de tener cerebro de mosquito, sabes como conquistar a una Argyranthemum tenerifae Humphries. Adelante.

-Ya está.

-¿Y cómo vas a titularla?

-La vida se abre camino.