En mi transitar por este mundo de letras voy conociendo a mucha gente relacionada con la cultura y principalmente con el mundillo literario.
Hoy me voy a permitir hablar de ellos desde mi experiencia vital. Entre las personas que escriben hay gente de todo tipo, como en cualquier otro estamento de la sociedad. El ser humano es variopinto y los escritores no íbamos a ser diferentes.
Claro que existen esos escritores taciturnos y solitarios que la gente imagina, pero también existen los otros, aquellos que disfrutan compartiendo su obra con los demás personalmente. Yo me relaciono por igual con unos y con otros, pero evidentemente saboreo más de la compañía de los segundos.
En ambos grupos existimos personas de todo tipo. Honestas y falsas. Generosos y rácanos. Brillantes y anodinos… Como no podía ser de otra forma. Yo he sido afortunada porque la mayoría de los que conozco pertenecen al primer calificativo de los que acabo de nombrar, o al menos eso es lo que me transmiten. Con el paso de los años he ido descubriendo que los que son grandes en su honestidad, generosidad y brillantez literaria, son a la vez los más humildes y asequibles. Mientras que los falsos, rácanos o anodinos son a los que se les ve, casi siempre, solos. Al fin y al cabo todos huimos de ese tipo de personas, independientemente de la calidad de su obra.
Quiero creer que con el tiempo las cosas irán cambiando y que los parásitos y ególatras vayan viendo diezmadas sus filas en pro del avance de aquellos que tienen merecido el reconocimiento de su obra por méritos propios.
En esta semana se celebró el Día mundial del escritor, concretamente el miércoles 13. En La Laguna, un puñado de escritores compartieron vivencias de unos y otros en Las Tardes de Aguere que organiza ACTE. A la sola mención, hecha por Felicidad Batista, de la conmemoración de dicho día sonaron espontáneamente los aplausos y todos nos felicitamos por pertenecer a ese grupo de personas que usan la escritura con tanto acierto.