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La Laguna

De un safari para niños al multiverso del perreo

Atlántico Hoy habla con el dueño del Safari Kudu, que estuvo abierto entre 1974 y 1980 en un terreno en La Esperanza, donde el próximo mes de julio se le dará una nueva vida de entretenimiento: el Reggaeton Beach Festival

5 minutos

Imagen de las instalaciones abandonadas del Safari Kudu y la discoteca Adiss-Abeba y un evento del RBF. / AH

Los próximos días 1 y 2 de julio se celebra en La Laguna el Reggaeton Beach Festival Tenerife. Concretamente, como avanzó en primicia Atlántico Hoy, en el antiguo Safari Kudu. Para quien no lo ubique -como gran parte de la sociedad tinerfeña consultada- se situaba justo enfrente del karting de La Esperanza (pero en ámbito municipal lagunero) y, más tarde, se convirtió en una de las discotecas de moda de los 90, la Adiss-Abeba.

No mucha gente conocía la existencia de lo que fue un espacio de ocio y entretenimiento animal para los niños. Sobre todo, las últimas generaciones, pues el Safari Kudu abrió sus puertas en los años 70. Algunos marcan el 74 como la apertura de un negocio impulsado por un ciudadano alemán. Su nombre, Peeter.

 

Un sueño

Afincado en Tenerife, este arquitecto germano vio una oportunidad única de hacer real un sueño personal: abrir un safari y, de paso, convertirlo en el más grande de Canarias. Para lograrlo, abrió en 1974 el Safari Kudus e introdujo en la isla una gama amplia de animales característicos de la sabana africana.

"Fue una excepción en aquella ocasión y sirvió para llevar animales africanos para el resto de Europa y, a la vez, fue una atracción para las islas", explica el propio Peeter, con quien Atlántico Hoy ha podido conversar sobre este lugar de entretenimiento de los 70. Además, agrega que el parque servía de plataforma de aclimatación para mucho de esos animales. "Sobre todo las crías".

Más de 600 ejemplares

De esta manera, en las instalaciones del Safari Kudu los visitantes podían disfrutar de más de 600 animales entre rinocerontes, avestruces, camellos o guepardos entre toda la variedad, además de un restaurante y una zona para caminar, pues recordemos que en los safaris esta es la excepción. "Incluso había aves de Guinea, fácilmente había 80 gallinas de Guinea, que es un animal muy frecuente en África", resalta.

Asimsimo, Peeter hace hincapié en recordar y poner en valor que "no es lo mismo si vas a un show a ver los animales de jaula en jaula, encerrados, o pasear con tu coche por un terreno donde animales de muy distintas clases conviven juntos. Es completamente distinto" y especifica que "la jaula iba en el coche para el visitante y el animal dentro del terreno estaba libre".

Un niño visita el Safari Kudu. / @Srto_Ripido

 

Visitantes

“Yo fui cuando lo inauguraron porque mi padre era amigo de Peeter”, relata Pilar, una de las primeras visitantes en la historia del safari, a Atlántico Hoy sobre los recuerdos de esta parte de su infancia. “Me acuerdo de un elefante pequeñito y que el dueño tenía un leopardo, o algo parecido, amarrado con una cadena dentro de la casa grande (lo que después se convirtió en discoteca), pero daba miedito. La verdad es que tenía 12 años y no me acuerdo de mucho más”, agrega Pilar, hoy con 65 años de edad.

No obstante, sí señala cierta extravagancia de Peeter al refrescar un poco más sus recuerdos. “Eran dos guepardos o leopardos los que tenía este hombre, los llevaba en el coche con él a todos lados, como si fueran perritos”, rememora.

Concretamente, había uno que hacía las veces de mascota de Peeter. Su nombre, Cheeta. "Fue un guepardo que tenía desde pequeño y estuvo toda la vida conmigo. Era muy noble y no tenía ningún peligro", lo recuerda con gran cariño el propietario del Safari.

Eventos en el safari

Otra persona que pudo disfrutar del Safari Kudu fue Kety que. Según comparte con Atlántico Hoy, visitó el parque en 1979, pero en otro contexto festivo. “Fui a la celebración de una boda”, contextualiza. “Recuerdo un rinoceronte y, sobre todo, un elefante que se acercó mucho al coche que nos llevaba. También recuerdo avestruces”, añade mientras va tirando de memoria.

Sin embargo, resalta que “lo más curioso” fue que en una sala grande “hecha con grafitis, muy bonita y con cristaleras para mirar” se encontraron con un guepardo. “Había una jaula gigante a continuación de las mesas, del tamaño de una habitación, y estaba ahí el guepardo tan campante”, explica en lo que parece coincidir con el recuerdo de Pilar sobre Cheeta.

Cartel promocional del Safari Kudu

La caída del Safari Kudu

A pesar de lo novedoso -entonces- de la empresa que había montado Peeter, los rumores cuentan que no habría tomado en consideración y estudiado todos los elementos necesarios para la supervivencia del safari en el largo tiempo, pues el clima en esta zona de La Esperanza no perdona.

Debido a los cambios bruscos de la temperatura entre el día y la noche y un clima, por lo general, muy cambiante, la salud de los animales se convirtió en un problema insalvable. No en vano, la temperatura nocturna llegaba a los 10 grados, a lo que había que sumarle la humedad.

Además, los nuevos animales que incorporaba procedentes de África traían enfermedades y estas acabarían por afectar y provocar pérdidas importantes entre los animales que ya eran residentes en el safari. Sin embargo, sin negar la situación, Peeter comenta que la causa del cierre "fue más fácil".

Claves 

Así, el propietario de Safari Kudu comparte "los puntos básicos" necesarios que requería la finca. "Un terreno llano, que lo tenía; energía eléctrica, que la finca no la tenía, pero se pudo resolver; y agua, imprescindible".

Es en este punto por donde todo se torció hasta desembocar en la clausura del safari. "Los canales estaban más abajo que la finca y por los dos lados. Uno en dirección a Geneto y el otro a Los Rodeos", contextualiza. Entonces, cuenta Peeter, "el alcalde de El Rosario en su momento -Elías Bacallado, el primero en la historia del municipio que llegó en 1979, durante la Transición- tenía agua del canal que [desde el ayuntamiento] subían con sus motores y la enviaban con la misma calidad, pero la cosa fue que de cantidad llegaba muy justa, incluso de vez en cuando faltaba agua, porque hay mucha gente que tienen casas con jardín, algunos con piscinas y entonces la reserva de agua en verano era más alta".

Pacto con el alcalde, el detonante

En este punto, confirma "un pacto con el alcalde de El Rosario" para la compra de agua sobrante en el llano "a precio municipal" y sin compromiso para el verano. "Era un negocio redondo y por este motivo se hizo dentro de la montaña de la finca un deposito techado de 2.000 metros cúbicos".

Sin embargo, cuenta el dueño del safari que "el alcalde nunca cumplió con su compromiso" y tuvieron que subir todo el agua con cubos desde La Laguna. "Una cosa económicamente mortal". Así, el 30 de abril de 1980 el Safari Kudu cerraba sus puertas y también lo hacía el sueño de Peeter.

Cuestionándole sobre que sensaciones le dejaron aquellos seis años, Peeter duda, pero lo dice firme: "Si hubiera sabido lo que iba pasar, jamás hubiera montado el safari", finaliza.

Anuncio del cierre del Safari Kudu

Discoteca Adiss-Abeba

La segunda vida de este terreno, mucho más movida, llegó una década después con la apertura de la discoteca Adiss-Abeba en los 90, que se convirtió rápidamente en punto de fiesta y disfrute de la sociedad joven de Tenerife.

La ubicación lejos de zonas urbanizadas y sus zonas abiertas permitió a este local celebrar multitud de fiestas sin obstáculos organizativos. No obstante, las sospechas de las autoridades de la celebración de fiestas raves pudieron estar detrás de su cierre a finales de los 90.

Turno para el perreo

Hoy, más de 20 años después, estas instalaciones abandonadas se preparan para recibir en verano uno de los mayores eventos musicales del verano en canarias, el RBF Tenerife 2023, donde se espera a miles de jóvenes para disfrutar un concepto de música urbana, agua, piscinas y sol durante los dos días de celebración.

Como así se hace llamar el festival, el multiverso del perreo prepara un evento sin precedentes en la isla. Mucho menos en estos terrenos donde la historia se cuenta por sí sola y, donde quien más y quien menos, ha podido disfrutar a su manera de las distintas ofertas de ocio de esta gran explanada de más de 200.000 metros cuadrados.

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