La implementación de una tasa turística en Canarias sigue siendo un tema de debate y, sobre todo, de contradicciones. Este miércoles, el Parlamento de Canarias rechazó las propuestas de PSOE y Nueva Canarias para implantar un gravamen al turismo en las islas. La mayoría del Gobierno canario, compuesta por Coalición Canaria, Partido Popular, AHI y ASG, cerró filas para tumbar la iniciativa.
Hasta aquí, todo parecía previsible según la posición defendida por cada formación política en los últimos meses. Sin embargo, apenas 24 horas después, el guion dio un giro inesperado: PSOE y Nueva Canarias votaron en contra de una tasa por acción turística en Mogán, aprobada con la mayoría de Juntos por Mogán, la formación liderada por Onalia Bueno —y afín a Coalición Canaria—.
¿Buena o mala?
¿El resultado? Un potaje de contradicciones: una tasa turística que sale adelante en Mogán con los votos en contra, paradójicamente, de PSOE y NC, los promotores de una causa similar en el Parlamento regional.
Esta situación ha desatado una serie de preguntas en el sector turístico y la opinión pública. ¿Es la tasa turística buena en unas zonas y mala en otras? ¿Depende de quién la proponga o del lugar donde se aplique? ¿O simplemente los votos dependen de una posición ideológica según quién gobierne en la administración pública correspondiente?
Para los municipios turísticos como Mogán, la medida podría suponer un alivio financiero: sus vecinos no serán los únicos que paguen la cuenta de una serie de servicios municipales que también disfrutan los visitantes, pero el rechazo de sus promotores a nivel regional (PSOE y NC) ha dejado a más de uno rascándose la cabeza en el pueblo grancanario.
¿Interés general?
El debate sigue abierto, aunque lo único claro, por ahora, es la falta de coherencia. En un Archipiélago que depende del turismo como motor económico, las posturas políticas parecen adaptarse según la dirección del viento. ¿Será cuestión del interés general o, tal vez, de un intento para obtener réditos electorales?
Sea como sea, la tasa turística en Canarias ha pasado de ser un tema técnico a un auténtico rompecabezas político. Lo que no cambia es el protagonista: el ciudadano, quien, sin importar dónde esté, es el único que tributa para pagar unos servicios que también disfrutan los visitantes.