Los volcanes son los culpables de la belleza de las islas canarias. Formaciones rocosas que dejan un paisaje muy parecido a Marte y playas de arena negra que atraen a turistas y locales día tras día. Canarias es lava y es maravilloso ver cómo todavía hay lugares impresionantes que nacieron del caos y del fuego y que han conseguido albergar vida.
Es el caso de la Caldera de Bandama localizada entre tres municipios de Gran Canaria: Santa Brígida, Telde y Las Palmas de Gran Canaria. Este cráter esconde leyendas locales y mucha vegetación gracias a los antiguos canarios y el primer explorador que se aventuró a recorrer la caldera, Daniel Van Damme, el protagonista de muchas leyendas locales.
Un destino intrigante
La Caldera de Bandama tiene unos 1.100 metros de diámetros y 216 metros de profundidad, algo que facilita que en el interior del cráter exista el microclima perfecto para que los viñedos sigan siendo el sello de identidad de la zona.
Se cree que fueron los antiguos canarios los primeros que plantaron viñedos y posteriormente el propio Daniel Van Damme —de ahí el nombre—. La caldera es un Espacio Natural Protegido y se formó hace más de 5.000 años —parece mucho tiempo pero en términos históricos no es tanto—.
La caldera
La Caldera de Bandama tiene un valor geológico increíble pero es que además de eso cuando te adentras en su interior la vegetación termófila, la flora y la fauna del espacio son sobrecogedores. Algunas de las especies que se suelen ver en este gran cráter son las aves rapaces.
Para los más atrevidos hay una ruta de cierta dificultad pero que te dejará con la boca abierta. Hay que atravesar el mirador del Cornical, las Casas de Fondo, la cueva de las Bodegas, el estanque de El Culatón y por último el cruce las Tres Piedras. Para llegar a la Caldera se puede ir tanto en guagua hasta Santa Brígida como en coche por la salida GC-802.