En 2014 nació la primera spin-off -iniciativa empresarial promovida por miembros de la comunidad universitaria- de la Universidad de La Laguna (ULL), Wooptix, fruto de la investigación llevada a cabo por el astrofísico y profesor José Manuel Rodríguez.
Dos años después, junto a Javier Parraga y Javier Elizalde, levantó una inversión de 3 millones de euros con el apoyo de Caixa Capital Risc, Bullnet capital y el gigante tecnológico Intel, que junto a la ULL y el Centro para el Desarrollo Tecnológico Industrial (CDTI) forman el accionariado de la empresa.
En la actualidad la tecnología desarrollada por Wooptix está a la vanguardia en lightfield y metrología de silicio y sensores de frente de onda, posicionando a esta empresa tinerfeña entre las empresas españolas más a tener en cuenta dentro del sector tecnológico.
Según comenta Rodríguez, CEO de Wooptix, para Atlántico Hoy, en aquel momento “sabíamos lo que teníamos entre manos”, pero ante la imposibilidad de encontrar la financiación es España fueron al centro del mundo tecnológico: Silicon Valley, donde se entrevistaron con Intel, Apple, Samsung o Amazon.
En aquel momento ya disponían de dos tecnologías distintas, igualmente punteras: lightfield, un sistema de software capaz de tomar fotos en 3D usando la cámara de cualquier dispositivo móvil que dicen que será la precursora de los hologramas; y la de fase de frente de ondas, muy útil para la fabricación de semiconductores para la metrología de silicio.
Debido a ese estudio recientemente la empresa superó el proceso de evaluación de la Unión Europea mediante el cual se le concedieron 2,5 millones de euros, el máximo posible, como subvención directa dentro del programa EIC Accelerator, "una ayuda muy difícil de conseguir." Además de esta cuantía directa, Wooptix ha accedido a una financiación extra de 8 millones a través de la línea Equity de este programa sustentado por el Consejo Europeo de Innovación, por el cual Europa se compromete a poner la misma cantidad que consiga Wooptix de inversión privada.
Tecnología
El astrofísico, cuyo doctorado versó sobre óptica adaptativa, explica que al ver las estrellas a través de la atmósfera se destroza la imagen porque cambia el índice de refracción cada 10 milisegundos, “como si observaras una moneda dentro de una piscina”. Por ello centró su estudio en averiguar cómo cambia y “corregirlo con un espejo deformable que adquiera esa misma forma para que luego puedas ver la estrella, y eso hay que hacerlo en un milisegundo”.
El sensor que creó para ello ha resultado tener aplicaciones para muchos campos como la oftalmologia, ya que el globo ocular es transparente y esta tecnología está permitiendo ver los ojos “de una manera nunca vista en ese espacio transparente. Ya sabemos que podemos ver los puntos de la cirugía láser que hasta ahora nadie los había podido ver en tiempo real”.
Por ello confiesa que “el logro científico es enorme, pero el sensor esta recién creado y en mi opinión le quedan décadas de investigación para sacarle partido al completo”.
Wooptix ha desarrollado el sensor de fase de frente de onda de mayor resolución que existe en estos momentos, que permite la máxima resolución que permita el detector: fullhd, 4k u 8k. Se ha pasado así de un 40x40, que era el máximo hasta entonces, a 4.000x4.000, “lo cual te permite ver cosas que nuca se han visto”, llegando a ver muestras transparente junto a la resolución. “Los biólogos ponen química para hacer fluorescencia, pero si decides lo que quieres ver a lo mejor lo distorsionas. Nosotros no alteramos nada”, argumenta el CEO.
Proyectos
Wooptix cuenta con 25 personas en su equipo entre la plantilla y los colaboradores externos que se dividen entre Madrid, Tenerife y San Francisco, con una vocación global. La elección de San Francisco resulta obvia al ser el centro del mundo en cuanto a la alta tecnología se refiere.
Al frente de aquel equipo está el noruego Jan Olaf Gaudestad, un reconocido profesional muy relacionado con la tecnología de los semiconductores, lo que le hizo confiar en el proyecto de Wooptix, “porque allí si eres bueno trabajas para quien quieras”, reconoce Rodríguez, “pero ve en esta tecnología una revolución para la metrología del silicio”.
El profesor asegura que “ahora tenemos una inversión clara para hacer la metrología del silicio, un campo con mucha demanda por parte de todo tipo de industrias por los chips, por lo que estamos en el momento y en lugar apropiados”, más si cabe con los efectos que la pandemia ha ocasionado a la industria,
“Sabemos que nuestra tecnología es muy core y es bastante probable que tengamos que hacer spin-out a otra compañía, porque el negocio de la oftalmología no se parece nada al de los semiconductores o la microscopía. Es probable que estemos ante el nacimiento de un consorcio, pero ahora mismo todo es especular”.
Poca comercialización de ideas
Rodríguez considera que desde Tenerife se puede crear y e invertir en alta tecnología. No obstante, cree que hay un problema de base dentro de la investigación universitaria. “La gran diferencia entre yo y muchísimos investigadores en España es que yo descubrí esto y lo patenté”. Una patente que está a nombre de la universidad.
El investigador lamenta la puntuación universitaria que prima las publicaciones de los docentes frente a otras iniciativas empresariales, por lo que al final “todos se dedican a investigar y a publicar, a regalar el conocimiento”, ya que una vez se ha publicado la tecnología es libre.
“Yo primero patenté y después publiqué. El problema en España es que si patentas solo tienes 18 meses para conseguir que alguien se interese por la patente. Es un gran coste que conseguí mantener gracias a cinco proyectos del Plan Nacional de Investigación seguidos. Comencé en 2003 y con el dinero del proyecto pude mantener las patentes. Cuando pasas a las fases nacionales tienes que invertir del orden de 40.000 euros anuales”.
También destaca que Canarias y España no tiene una estructura útil para las spin-up tecnológicas, “el control burocrático se ha vuelto insoportable y cada vez más investigadores se están rindiendo ante la posibilidad de no hacer nada. Si quieres comprar un aparato y te pasas seis meses hasta que lo consigues estás fuera de competición”.