Esta historia comienza el domingo 26 de marzo de 1989 a las 08:00 horas de la mañana, ese día se lanzó a volar el primer avión de Binter para unir Canarias por el aire. El NT 104 despegó del aeropuerto Tenerife Norte en dirección a Gran Canaria, voló sobre los montes de Anaga y paseó sobre la costa norte de Tenerife para, luego, aterrizar en la isla vecina. Fueron 40 pasajeros los afortunados que se convirtieron en testigos de un hito de la historia del Archipiélago: el primer vuelo de lo que, con los años, se convertiría en prácticamente una rutina para muchos canarios y canarias.
El objetivo de Binter —por aquel entonces, Binter Canarias— era toda una aventura: unir el territorio fragmentado de Canarias. El Casa CN 235 fabricado por la empresa española Construcciones Aeronáuticas fue el avión elegido para los primeros meses de operación de Binter, que por aquellas fechas realizaba 36 vuelos diarios, cubriendo los trayectos entre las islas de Gran Canaria, Fuerteventura, La Palma y Tenerife. En enero de 1990 se incorporó a la flota la primera unidad de ATR 72, que se convertiría, en poco tiempo, en el buque insignia de la compañía. De las 36 operaciones diarias de aquella primavera de 1989 se ha pasado a los 180 vuelos actuales de cada jornada, cubriendo todos los trayectos interinsulares —con conexiones con los 8 aeropuertos del Archipiélago— y comunicando las Islas con el resto de España y destinos internacionales.
El antes y el después
Antes de este primer vuelo de Binter, los residentes canarios estaban atados a los vuelos y a la programación que había en la Península para poder viajar entre islas porque esas conexiones se cubrían desde Madrid. Son muchos los protagonistas de esta historia de comienzos, y una de esas personas es María Dolores Palliser, exconsejera de Turismo y Transportes por aquel entonces y bajo el mandato de Jerónimo Saavedra. “Yo quería que en Canarias hubiera una especie de puente aéreo y Jerónimo me apoyó para buscar una mayor y más cómoda frecuencia entre islas”, cuenta ella a Atlántico Hoy.
“Fui a hablar con Iberia, con Espinosa de los Monteros —padre del exdiputado— y le planteé que se necesitaban otras líneas en Canarias porque, por ese entonces, Iberia tenía el monopolio”. En esa reunión se llegó a un claro acuerdo: habría que montar una compañía con aviones más pequeños, se llamaría Binter Canarias —la B de Iberia e Inter de interior—.
El avión perfecto
Todo iba sobre ruedas. Palliser, junto a su director general de Transportes, Manuel Mederos —palmero, ingeniero aeronáutico y ex director general de Aviación Civil—, viajaron a diferentes ciudades para ver cuál era el avión adecuado. “Fuimos a ver el ATP de Inglaterra, el ATR de Francia y los Fokker de los Países Bajos”, rememora la exconsejera, “y Mederos dijo claramente que el mejor avión era el ATR, que intentara convencer al Gobierno de España para conseguirlos”. Tocaba la parte más difícil: sentarse a negociar con el Ministro de Hacienda, Carlos Solchaga, para conseguir los tan deseados vehículos.
“Pero me dijo que tenían que ser aviones Nurtanio 235 —Casa CN 235— porque eran los que se fabricaban en España”. El enfado de Palliser fue manifiesto, “el rey vendía estos aviones a terceros países y el ministro defendía que no era propio que se vendieran en el extranjero y no se usaran en el propio país”. El pacto inicial se quedó en que usarían los dos o tres primeros aviones de Nurtanio 235 y, posteriormente, se comprometieron a la compra de los ATR franceses. Fue en enero de 1990 cuando se incorporó a la flota la primera unidad de ATR 72, que se convertiría, en poco tiempo, en el buque insignia de la compañía