Sebastián Grisaleña, Albert Camus y la soledad de la portería de fútbol

De niño soñaba con ser empresario, pero antes de cumplir con esa aspiración ejerció como guardameta en la UD Las Palmas, CD Tenerife y Maritimo de Funchal (Portugal)

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Sebastián Grisaleña, por Farruqo.
Sebastián Grisaleña, por Farruqo.

Huérfano de un padre caído en la Primera Guerra Mundial, pobre de solemnidad y bajo el gobierno de una abuela implacable. Por todos esos estados cruzó Albert Camus durante su infancia en Argel, una ciudad en la que el escritor, filósofo y periodista francés —galardonado con el Nobel de Literatura en 1957— se convirtió en futbolista antes que en intelecutal.

El patio del colegio le dispuso un escenario en el que la desigualdad, que lo anegaba todo a diario, desaparecía en cada duelo. Alrededor de una pelota de espuma había —y aún hay perdura— una sola verdad: tu dinero y tu posición social no sirven para nada; vales lo que marca tu talento dentro del campo de juego. No hay trampas. Y el pequeño Camus era bueno.

Menudo y ligero, Camus regateaba y comprendía el juego como pocos. Sin embargo, sobresalía un problema. De tanto driblar rivales, árboles y demás bultos que minaban el patio del colegio, la suela de su calzado quedaba famélica a cada rato, detalle que cada noche desataba la ira de la abuela implacable que no podía comprar otro par de zapatos.

Refugio bajo palos

Incontrolable su pulsión por el juego, Camus encontró refugio en la portería. Allí, en la soledad que se impone bajo los tres palos, la planta de los zapatos no sufría, no había lugar para los castigos de la abuela implacable, todas noticias buena que le entregaban a una pasión que le acompañó hasta el fatal accidente en la pequeña localidad de Le Petit-Villeblevin.

Con 16 años se convirtió en el portero titular de los juveniles del Rácing Universitaire d' Alger (RUA), donde sintió la camaradería y la libertad de las que carecía en casa."Todo cuanto sé con mayor certeza acerca de la moral y de las obligaciones de los hombres se lo debo al deporte, lo aprendí en el RUA", dejó Camus por escrito.

Empresario y futbolista

Esa verdad absoluta que Camus regaló a la humanidad también se le reveló a un joven grancanario. A Sebastián Grisaleña Sánchez (Gáldar; 1943), que de niño ya soñaba con ser empresario, un día la pelota se le atrevesó entre ceja y ceja y le llevó por caminos insospechados: militar en la UD Las Palmas, jugar en Segunda División con el CD Tenerife y hacer carrera en el Maritimo de Funchal portugués.

Sebastian Grisaleña. / AH
Sebastian Grisaleña. / AH

Porque Sebastián Grisaleña, además de cumplir con la aspiración de su niñez —ser propietario de su propia compañía—, ejercer como presidente de la Confederación Canaria de Empresarios y lucir con orgullo las distinciones e Hijo Predilecto de Gáldar e Hijo Adoptivo de Las Palmas de Gran Canaria y Telde, fue futbolista.

Hijo de Chano y Mari, amigo de Pepe Estévez, Paco y Cristóbal Vera y vecino de Má y Chicho, Fefa y Antoñito Martín, Quiquilla. Pepe, Juanito y Benito, Grisaleña se crió en la Bajada de las Guayarminas (Gáldar). Por allí soltó los primeros pelotazos que le abrieron camino a un deporte que, en buena medida, definió parte de su vida.

Ídolos

En tiempos en los que figuras como Alfonso Silva y Pepín destacabn como sus ídolos, Grisaleña destacó como portero de la selección canaria juvenil. Su habilidad bajo palos no pasó desapercibida para la Unión Deportiva Las Palmas, que le reclutó para formar parte de un señor equipo que empezaba a gestarse.

Formó parte de la plantilla de la UD Las Palmas durante el curso 62/63, en Segunda División. En aquel grupo empezaban a asomar la pierna futbolistas como Germán Dévora, Guedes, Tonono o León, pero dos porteros consagrados —Ulacia y Oregui— le cerraron el paso.

Tenerife y Madeira

Con los estudios como excusa, Grisaleña encontró hueco en el CD Tenerife. Con el conjunto blanquiazul debutó en el fútbol profesional: disputó cuatro partidos de Segunda División —ante RCD Mallorca, Eldensa, Onteniente y Granada— durante la campaña 63/64. Apremiado por la familia para enfocar su futuro hacia una carrera académica, él optó por alargar su idilio con la pelota.

Sebastián Grisaleña, junto a Carmen Hernández (exalcaldesa de Telde), el día que se inauguró una calle con el nombre del empresario en el Polígono Industrial de El Goro. / AH
Sebastián Grisaleña, junto a Carmen Hernández (exalcaldesa de Telde), el día que se inauguró una calle con el nombre del empresario en el Polígono Industrial de El Goro. / AH

Madeira (Portugal) fue su siguiente parada. Allí pasó siete años y un día como portero del Maritimo de Funchal —O Maior das Ilhas, aunque le pese al Nacional de Cristiano Ronaldo—. Tanto fútbol, sin embargo, no desenfocó a Grisaleña, que desde niño soñaba con ser empresario fascinado por la capacidad que tienen de aportar a la economía y a la sociedad de un país o una comunidad.

Gallo portugués

De Madeira se trajo un gallo como símbolo para su compañía, que tiene como actividad la importación y distribución de productos para el sector de alimentación y bebidas. Fundada en 1984, Grisaleña SL ha alcanzado cifras de facturación de entre 6 y 30 millones de euros anuales, convirtiéndose en una compañía clave para la hostelería, restauración, y grandes superficies en Canarias.

Con una plantilla de aproximadamente 25 empleados fijos, la empresa ha sabido adaptarse a los desafíos económicos y mantener un papel relevante en el ámbito local, representando un 0,04% del PIB de la provincia de Las Palmas —un mercado con pocas materias primas y que explota, como principal negocio, la transformación—.

Sentimiento de equipo

En los últimos años ha sido crítico con políticas como el Régimen Especial de Abastecimiento (REA), que, según él, deben estar dirigidas a apoyar a los sectores productivos locales y a productos de primera necesidad sin comprometer el bienestar de los consumidores.

Durante su presidencia en la Confederación Canaria de Empresarios (2007-2013), Grisaleña promovió la unidad del tejido empresarial y fomentó el diálogo con las instituciones nacionales para lograr una representación efectiva de Canarias en Madrid. Uno de sus logros fue consolidar el papel de la patronal en defensa de las pymes y la implementación de políticas que reconocieran la singularidad geográfica y económica de Canarias. Después de todo, unidad y sentimiento de pertenencia al equipo, valores todos enraizados en el fútbol. Camus, Grisaleña y la soledad del portero los conocen bien.