Este martes se han conocido los restaurantes merecedores de estrellas en la Guía Michelin para el año 2022, en la que Tenerife revalida cinco de sus seis condecoraciones. Sólo se ha perdido la que ostentaba el restaurante Kazan, un hito en la restauración isleña.
Allá por el año 2014, un restaurante novedoso en su fondo y forma para Santa Cruz de Tenerife se alzó con la primera estrella Michelin que conseguía un local ubicado en la capital de la isla. Su nombre era Kazan, el cual cierra sus puertas definitivamente y dice adiós a más de un lustro de éxitos y excelencia culinaria.
Previamente, los socios fundadores, Francisco Relea y Carlos Sánchez, habían comenzado su andadura en la restauración japonesa-nikkei con Maguro, el primero de su estilo en Santa Cruz, que supuso un auténtico boom para la sociedad capitalina.
Años más tarde, perfeccionaron el concepto con Kazan, un proyecto gastronómico con personalidad propia que pronto conquistó a crítica y comensales, como demostraron los dos Soles de la Guía Repsol obtenidos, el premio al Mejor Restaurante de Cocina Extranjera en los XXVII Premios de Gastronomía de Diario de Avisos o la ya mencionada estrella Michelin.
Sin embargo, los estragos de la pandemia de COVID-19 afectaron de manera decisiva al restaurante, que, tras un intento de reapertura el pasado diciembre, sucumbió ante las repetidas subidas y bajadas de nivel de alerta y las consiguientes restricciones para la hostelería.
Cierre con pena
Uno de los socios, Francisco Relea, ha hablado con Atlántico Hoy para expresar la pena que le supone haber tenido que decir adiós a este restaurante que tantas alegrías le ha dado, pero asegura que no se podía mantener el negocio “a cualquier precio”.
Relea afirma que “todo esto de la pandemia ha sido demasiado largo. Solo hace unos meses que los interiores se pudieron abrir por completo, antes de eso las subidas y bajadas de nivel eran constantes y no teníamos una idea clara de lo que podíamos hacer”.
Por ello llegó a la conclusión, junto a su socio, de que “los números no salen” para mantener abierto Kazan. Ante la idea expresada en otros medios que esgrime que han sido las desavenencias entre los socios las que han llevado al cierre, Relea asegura que “discrepancias entre los socios en los negocios existen y siempre han existido, pero aún así nosotros hemos estado trabajando juntos muchos años y el restaurante nunca se resintió”.
La pandemia, definitiva
Según Relea, que además de empresario es médico, había que hacer un “análisis real y coherente” una vez estalló la pandemia, y un restaurante como Kazan, sin terraza ni servicio a domicilio, no podía sostenerse en tal situación. “La terraza no era posible y el servicio para llevar tampoco” por los altísimos estándares fijados por la empresa en cuanto a la calidad y la experiencia. A ello había que sumarle que “durante gran parte del pasado año no se pudo pasar del 50% de aforo en interiores, en el mejor de los casos, y no era rentable”.
“Además”, cuenta el hostelero, “cuando la cosa empieza a abrirse los empleados empiezan a preguntar que cuando volvíamos para salir del ERTE, pero no teníamos garantías de que a los pocos días tuviéramos que regresar al punto de partida”.
Argumenta Relea que “llega un momento en el que piensas: ¿tengo que endeudarme, pedir un crédito ICO, e invertir otra vez cuando no está habiendo beneficios? La situación es la que es y nos queda aún unos años en los que estaremos entrando y saliendo de niveles de alerta. Era insostenible”.
Por ello avanza que ya está trabajando en nuevos proyectos “mucho más tangibles” con los que “seguir proponiendo una gastronomía de calidad para la ciudad y para la isla”.