Precious Plástics nació en 2014 en Holanda como un movimiento que batalla contra el plástico de un solo uso, un material que se pretendía dejar de lado justo cuando golpeó la pandemia. Este movimiento, que queda tan lejos geográficamente, es participativo, y todo aquel que quiera embarcarse en la lucha contra el plástico puede hacerlo a través de un voluntariado o de un área de trabajo que promueva esta lucha. Desde su fundación, en numerosas partes del mundo se han creado algunas sedes, y desde 2018, Canarias cuenta con una gracias a los ingenieros Loreto y Miguel, quienes han emprendido su lucha personal con Precious Plastics Gran Canaria.
Su labor pasa por diferentes actividades como dar talleres para concienciar a las personas para reducir su consumo de plástico, una parte fundamental para el futuro del planeta. Pero también en dar una salida a aquel plástico cuyo uso para el que fue pensado ya ha llegado a su fin, como tapones y envases que recolectan de su entorno. "Esos tapones los trituramos mediante diferentes procesos industriales y los convertimos en peines, llaveros,... ahora también nos estamos metiendo en cartelería e inmobiliario, que son piezas más grandes y que rentan más", explica Loreto, una de las creadoras de la constituída en 2021 empresa Precious Plastics Gran Canaria.
Para la construcción de esos artilugios, la comunidad mundial de Precious Plastics ofrece unos planos para desarrollar las máquinas con las que dar una segunda vida al plástico. Aunque Loreto y Miguel han "tuneado" una de ellas para que funcione gracias al movimiento con una bicicleta estática, que da cierto humor en los talleres con los niños. Con las diferentes máquinas con las que cuentan también pueden fabricar lámparas, mesas, taburetes y cartelería. De hecho, una de sus ideas es la distinción a través de la reutilización de ese plástico.
Un pueblo de plástico
"Aquí, en Las Palmas de Gran Canaria hay una zona que se llama la Plazoleta de Farray que tiene muchísimos bares, todas con las mismas mesas y sillas, las típicas negras o plateadas. Cómo molaría que uno de esos bares fuera acumulando el plástico de su consumo diario, nosotros lo recogiéramos y lo transformaríamos en mesa para el propio bar. Es decir, economía circular directa. En vez de irte a Ikea a comprar una mesa, hacer una mesa a partir de tus residuos", explica con entusiasmo Loreto.
Pero la idea no se queda solo en la plaza del pueblo. Desde Precious Plastics Gran Canaria apuestan también por trabajar en un pueblo entero que se distinga por su reutilización y reducción del plástico. La idea sería hacer una auditoría mensual para conocer el volumen de plástico que consume el pueblo y a través de talleres concienciar a los ciudadanos para que sepan cómo gestionar los residuos. El objetivo es que después de un año, "hayan cambiado tanto las personas, se les haya educado y ofrecido un aprendizaje no de reciclaje, sino de reducción de residuos, que el pueblo, en vez de una tonelada emita media, eso sería una locura", explica. Y añade que "todos los residuos que se han recogido durante ese año se transformarían en recintos para los parques infantiles, las mesas de una plaza principal, en la cartelería del pueblo o en los carteles de los restaurantes". Y destaca lo llamativo que resultaría turísticamente.
Ayudar a la ciencia
Pero más allá de un pueblo hecho de residuos de plástico uno de los proyectos que más enorgullecen a sus creadores es Tamaragua. Este se centra en los microplásticos que se encuentran ya en todas las playas de las islas y que en esencia no es más que una especie de cernidera hecha de plástico reciclado, pero cuyo uso tiene un matiz especial. "El proyecto es conjunto con Telefónica y hemos repartido 100 tamaraguas por todo España y Canarias. Y hay ‘habitantes de la orilla’, como nos gusta llamarles a nosotros, que han ido a la playa más cercana a hacer muestreos", explica. Unos muestreos que van más allá de un mero juego y entran de lleno en el mundo científico.
"Esos muestreos de cuántos microplásticos hay en sus playas, nosotros se los facilitamos a la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, para que hagan sus investigaciones", explica. Así, gracias al Tamaragua, cuando hay un aumento de microplásticos en Canarias, se puede saber por dónde pasó esa corriente en España, ya que también se habrán tomado las muestras en las playas de la península, con lo que el microplástico está más monitorizado.
Este proyecto esperan que se renueve este marzo para así poder crear más utencilios como este que se reparta por toda la costa española. "Es un proyecto muy chulo, tanto Precious Plástics como Tamaragua, pero como somos solo dos personas no le podemos dar toda la visibilidad que nos gustaría", anuncia la ingeniera.
Luchar contra la inercia del plástico
Una visibilidad que también le gustaría que se reflejara en los talleres. Ahora mismo comentan que "estamos intentando difundir la palabra", es decir, que están centrados en impartir talleres en la isla para concienciar sobre la reducción del consumo de plástico. "Los talleres los adaptamos a la empresa, al colegio o colectivo que lo quiera realizar. Normalmente, si es un grupo reducido de personas vienen a nuestro taller y les explicamos todo allí. Y si es un grupo de personas más grande tenemos unas máquinas portátiles y las llevamos", explica.
Al preguntar sobre si la gente está concienciada acerca de la reducción del uso del plástico, Loreto lo tiene claro: El que quiere sí y el que no quiere no. "Todos somos concientes de que hay que reciclar y hay que reducir. ¿Que todos queremos hacer ese esfuerzo y queremos cambiar? No. Yo entiendo que hay que hacer un esfuerzo para luchar contra la inercia que llevamos", comenta convencida.
Y sobre el trabajo de ambos con Precious Plastics sentencia que "no estamos aquí para castigar a nadie por hacer su vida como quiera, pero sí para que algo haga click en su cabeza sobre los 10 consejos que te puedo dar cuando vienes a hacer el taller, si cambias uno ya es más que ayer. Ya con eso yo me doy con contenta".