Pedro Ortega: viva la vida

La familia y los amigos son el motor del presidente de la Confederación Canaria de Empresarios (CCE), el hombre que siempre sonríe

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Pedro Ortega por Farruqo.
Pedro Ortega por Farruqo.

No tuvo una vida fácil Frida Kahlo. De pequeña sufrió la polio, una enfermedad que le mantuvo nueve meses en cama y que le dejó secuelas para el resto de su vida —su pierna derecha era mucho más delgada que la izquierda—. Cuando tenía 18 años, un tranvía arrolló la guagua en la que viajaba. Las consecuencias fueron terribles para ella: su columna vertebral quedó fracturada en tres partes, sufrió además roturas en dos costillas, en la clavícula y tres en el hueso pélvico. Su pierna derecha se fracturó en once partes, su pie derecho se dislocó, su hombro izquierdo se descoyuntó y un pasamanos la atravesó por la cadera izquierda hasta salir por la vagina. Cuatro años después de ese suceso, contrajo matrimonio con Diego Rivera. Su relación fue tormentosa. En ella hubo amor, odio, relaciones con otras personas, un vínculo creativo, un divorcio en 1939 y un segundo matrimonio un año después. Ella, en esa relación, cayó en depresión varias veces, sufrió dos abortos, intentó suicidarse, le amputaron una pierna y, poco después de cumplir 47 años, murió.

Pese a sufrir tanto dolor, pese a pasar por tantas penurias, pese a tener que hacer frente a tanto tormento, ocho días antes de fallecer, Kahlo dejó un mensaje entusiasta en su última obra, un bodegón de estilo primitivista que muestra un conjunto de sandías en una superficie oscura y fondo azulado. En uno de los frutos, cortado en una rodaja, la artista mexicana inscribió el siguiente mensaje: Viva la vida. Ese cuadro —Naturaleza muerta; viva la vida— se expone en el museo de Frida en Ciudad de Mexico. Fue allí, en una de las giras mundiales de Coldplay, donde Chris Martin —vocalista del grupo británico— quedó cautivado con el dibujo y su fondo. Tal fue el impacto que le inspiró para escribir una canción que, con el mismo título, se ha convertido en una especie de himno épico. El tema, que Pep Guardiola utilizó como herramienta motivacional dentro del vestuario del mejor Barça de la historia, relata la trama del monarca que, lleno de soberbia, lo perdió todo pero que, tras repasar todos sus pecados, al final se pregunta “¿quién no querría ser rey?”.

La Isleña

Entre todos los entusiastas de Viva la Vida de Coldplay, hay un hombre en Canarias que siempre sonríe. Se llama Pedro Ortega Rodríguez (Teror; 1961) y si se revisa su currículum, a más de uno, en su lugar y con todas las responsabilidades que ha asumido a lo largo de su trayectoria profesional, le temblarían las piernas. Hoy ejerce como Director General de La Isleña, su casa desde hace más de 30 años y a la que llegó tras licenciarse en Ciencias Biológicas por la Universidad de La Laguna (1984) y después especializarse en Ciencia e Ingeniería de Alimentos al realizar un Máster en la Universidad Politécnica de Valencia (1985-1987). En la compañía, líder de su sector dentro del Archipiélago —produce y distribuye todo tipo de pastas, chocolates y cacao—, ocupó la dirección técnica de la sección de chocolates desde 1990 hasta 1997 y partir de ese último año pasó al cargo de CEO, puesto que sólo dejó durante cuatro años —entre 2015 y 2019— tras ser nombrado consejero de Economía, Industria, Comercio y Conocimiento del Gobierno de Canarias por Fernando Clavijo (Coalición Canaria).

Pedro Ortega, presidente de la Confederación Canaria de Empresarios / EFE
Pedro Ortega, presidente de la Confederación Canaria de Empresarios / EFE

Dentro del Ejecutivo autonómico peleó para defender el Régimen Económico y Fiscal (REF), rescató al Instituto Tecnológico de Canarias (ITC) e impulsó las renovables. Casi nada. Y lo hizo todo desde una posición independiente dentro de un Ejecutivo que, en los primeros meses, estaba formado por nacionalistas y socialistas y después de cruzar el ecuador sólo contaba con miembros de Coalición Canaria. Su talante, siempre aristotélico, siempre capaz de escuchar al otro aunque se mueva en posiciones ideológicas antagónicas —"no lo había visto así" o "desde ese punto de vista tal vez tengas razón" son frases que lo delatan en los debates—, favoreció un trabajo impoluto al frente de un área clave para el Archipiélago. Un dato así lo demuestra: nadie habla mal de Pedro Ortega, un tipo con talante conciliador capaz de alcanzar los objetivos fijados por Coalición en Madrid y ser presidente del Consejo Social de Arucas —con el socialista Ángel Víctor Torres como alcalde del municipio grancanario—

Además de ser consejero delegado de La Isleña y funcionar durante una legislatura como consejero de del Gobierno de Canarias, también ha sido presidente regional de la Asociación Industrial de Canarias (Asinca), ocupando dicho cargo en 2005, 2007 y 2009 y en 2005 fue elegido Tesorero de la Confederación Canaria de Empresarios, cargo en el que se estableció hasta su nombramiento como consejero del Gobierno de Canarias en julio de 2015. Todo eso ha sido y es Pedro Ortega, que mantiene Teror como campamento base. Para sus amigos, para los que lo conocen bien, todos esos cargos han sido, son y serán simples accesorios. Porque por encima de todo eso, él es un hombre familiar y alguien que cuida la amistad como lo que es: un tesoro. “Es como una luz que se enciende y que se abre paso por cada habitación de la casa”, detallan los más cercanos.

Osorio al alba

Capaz de animar a los que están a su alrededor incluso cuando él está en circunstancias complicadas, a Pedro Ortega la canción de Viva la Vida le encaja como un guante. Tanto cuando se levanta a las seis de la mañana para hacer algo de ejercicio en el pequeño gimnasio que ha montado en su domicilio como cuando sale al alba a pasear por el pueblo, con los auriculares colgando de las orejas, y darse un paseo que le lleva hasta Osorio al ritmo de Coldplay y Viva la Vida.

Pedro Ortega en su etapa de consejero de Economía de Canarias./ Archivo
Pedro Ortega en su etapa de consejero de Economía de Canarias./ Archivo

 “I hear Jerusalem bells are ringing (Escucho las campanas de Jerusalén tocando);  Roman Cavalry choirs are singing (Los coros de la caballería romana están cantando); Be my mirror, my sword and shield (Sé mi espejo, mi espada y escudo); My missionaries in a foreign field (Mis misioneros en un campo extranjero); For some reason I can’t explain (Por alguna razón que no puedo explicar);  Once you’d gone, there was never (Desde que te fuiste, nunca hubo); Never an honest word (Nunca hubo una palabra honesta); That was when I ruled the world (Eso fue cuando yo gobernaba el mundo); I know Saint Peter won’t call my name (Yo sé que San Pedro no llamará mi nombre); It was the wicked and wild wind (Fue el viento cruel y salvaje); Blew down the doors to let me in (Que derribó las puertas para dejarme entrar); Shattered windows and the sound of drums (Ventanas rotas y el sonido de los tambores); People couldn’t believe what I’d become (La gente no podía creer en lo que me había convertido); Revolutionaries wait (Revolucionarios esperan); For my head on a silver plate (Por mi cabeza en una bandeja de plata); Just a puppet on a lonely string (Solo una marioneta en una cuerda solitaria); Oh, who would ever want to be king? (Oh, ¿quién no querría ser rey?).