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Metropolitano de Tenerife contrata un estudio para sustituir el polvo de sílice en los tranvías

Metropolitano asegura que el objetivo es buscar un sustituto que no suponga la exposición de los trabajadores a agente cancerígenos | Este estudio solo puede llevarlo a cabo la empresa constructora de los vehículos, Alstom Transporte

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Imagen de un tranvía en Tenerife / EFE

En 2020, la arena de sílice se incluyó en el Real Decreto 1154/2020, de 22 de diciembre, como un agente cancerígeno que puede afectar a los trabajadores que se vean expuestos a la misma. Desde entonces, hasta siete trabajadores del tranvía de Tenerife han presentado enfermedades que se relacionan directamente con la inhalación del polvo de sílice, aunque de momento la mutua no ha querido considerarla como enfermedad profesional. Por ello, el pasado 14 de noviembre, el Comité de Empresa de Metropolitano de Tenerife, convocó unas votaciones para que los trabajadores secundaran una huelga donde, entre otras cosas, solicitaban la retirada del polvo de sílice. 

El 3 de agosto de este mismo año, la empresa pública Metropolitano de Tenerife presentaba una memoria justificativa para contratar un estudio de viabilidad de un sustituto de la arena de sílice. Este estudio, según la empresa, estará dividido en dos etapas: “la búsqueda y validación de un producto alternativo a la arena de sílice y la validación y puesta en servicio del producto alternativo”.

El estudio

En el caso del tranvía de Tenerife, este estudio solo puede ser llevado a cabo por la empresa fabricante de los vehículos —”porque no existe competencia por razones técnicas”— que, en este caso, es Alstom Transporte. “Alstom, como fabricante del vehículo que circula por las líneas de Metrotenerife, validó las diferentes funcionalidades del mismo, entre las que están las prestaciones de tracción y freno. Para validar el sistema de freno, se utiliza la arena de sílice, que, de igual forma, fue validada y propuesta por Alstom en su plan de mantenimiento. Por este motivo, Alstom es el único operador que puede proponer y validar otra sustancia alternativa a la arena de sílice que cumpla con las prestaciones exigidas al vehículo”, justifica la memoria presentada por la empresa canaria. 

El valor estimado del contrato es de 168.500 euros y entre las características del contrato destaca que “el sustituto de la arena de sílice en ningún caso podrá tener la consideración de agente cancerígeno o mutágeno, atendiendo para ello al Real Decreto 665/1997, de 12 de mayo, sobre la protección de los trabajadores contra los riesgos relacionados con la exposición a agentes cancerígenos durante el trabajo” porque “el presente contrato se celebra, precisamente, para intentar sustituir un elemento porque el mismo es cancerígeno. Carecería de sentido su sustitución por otro que también lo sea”, concluye la memoria justificativa. 

Una cernidera de arena de sílice en las instalaciones de Metropolitano. / AH

Silicato de calcio

En julio de 2019, el Instituto Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo (INSST) y Metro Bilbao —ejemplo de buenas prácticas que ponen desde el Comité de Empresa de Metrotenerife— firmaron un acuerdo para estudiar el comportamiento de sustancias alternativas a la sílice cristalina en sus explotaciones ferroviarias. Se valoraron, de esta forma, hasta ocho materiales diferentes, “desde minerales de origen natural, como el olivino o el granate, hasta materiales reciclados como la granalla de vidrio”, expone el INSST en su web. Finalmente, optaron por el silicato de calcio, un producto resultante de la mezcla de una fuente de calcio y otra de silicio a la que se somete a un tratamiento térmico. 

No fue fácil, pues el material alternativo debía cumplir una serie de requisitos: ser inocuo, tanto para las personas como para el medio ambiente, no interferir en los sistemas de señalización y tener unas propiedades físicas que no produzcan patologías a largo plazo en las ruedas o en la vía. Además, debe asegurar unas prestaciones de freno similares a las del elemento sustituido. 

Tras trabajar de manera coordinada con el fabricante de los trenes de Bilbao, el silicato de calcio fue el único que superó la totalidad de las pruebas. Estas se basaron en ensayos mecánicos y ensayos físico-químicos de pureza y granulometría —estudia la medida del tamaño de las partículas, granos y rocas de los suelos— de las fracciones más finas resultantes de someter a los materiales al proceso mecánico de fricción entre las ruedas y las vías durante el frenado.