Cada vez que Joaquín Galarza se hacía con la importación y distribución de algún producto para Canarias, la primera gran prueba que afrontaba el artículo en cuestión, antes de dar el salto al mercado, tenía lugar en su hogar. Una chocolatina, un refresco, una marca de pasta, una mermelada, unos aperitivos, unos cereales, un perfume. Daba igual lo que fuera. El examen inicial era una cuestión familiar —in-house testing lo llaman los modernos—, con sus cuatro hijas como rigurosas juezas. En ese ambiente, con la actividad de la empresa de su padre siempre presente, Laura Galarza —la menor de las hermanas— se empapó desde la cuna, por una vinculación elemental que se transmite en el ADN, de todo lo que significa el Grupo Galaco, una compañía que cuenta con unos 300 empleados, distribuye más de 800 productos, factura 80 millones de euros anuales y en la que ahora ella ejerce como presidenta.
Un detergente en pastilla, el Detespum, fue la semilla de la que germinó el Grupo Galaco. Tras quedar huérfano de padre durante la Guerra Civil, Joaquín Galarza se puso a trabajar con 12 años. Después de pasar por diferentes ocupaciones, su paso por un comercio de confección en Triana despertó el emprendedor que llevaba dentro. Comenzó a comprar hilos, alfileres y agujas en Lantigua para venderlos luego en las tiendas de aceite y vinagre con un objetivo claro: tener liquidez para poder comprar en la Península productos de primera necesidad que escaseaban en Canarias durante la posguerra y que tenían demanda entre la población. Entre esos artículos que trajo a las Islas, donde por entonces se lavaba la ropa con sosa cáustica, sobresalió el Detespum. Así nació una de las principales firmas de importación y distribución del Archipiélago.
Feria en Brno
Tras el detergente llegaron las representaciones de una casa valenciana que hacía perchas, peines de hueso y cepillos de dientes o la de una empresa belga que hacía botellas de vidrio en color esmeralda para el Seven Up —refresco que no se fabricaba ni se comercializaba en la Península—. El crecimiento de la compañía hace más de medios siglo, a partir de ese momento, fue imparable. Y con los primeros dividendos llegaron —tras comprar un piso para desarrollar su proyecto vital y otro para su madre— la boda y la formación de una familia. Siempre rodeado de mujeres —sólo tuvo hermanas—, el destino le reservó más presencia femenina en su vida con el nacimiento de sus cuatro hijas, a las que hizo partícipes de todo al probar con ellas los productos que importaba a la Islas y a las que dejó husmear —según el interés particular— cada recoveco de la compañía.
Para Laura Galarza entrar a formar parte de la empresa familiar fue algo natural, un suceso que se dio casi por una inercia consustancial a su persona. Simepre estuvo dentro aunque no fuera consciente. Siendo adolescente, con 15 o 16 años, su dominio del inglés y sus ganas de aventura la llevaron a visitar ferias como la de Brno —cuando la ciudad aún formaba parte de Checoslovaquia y el Muro de Berlín acababa de caer— como intérprete y ayudante de su padre, al que también acompañaba de cerca en el trabajo durante las épocas de vacaciones al cubrir las jornadas de descanso de su secretaria. Entonces no lo sabía, pero estaba completando un Máster al lado de un gran empresario.
Reino Unido
Tras licenciarse en Comercio Exterior y Marketing por Escoex —formación que completó con un Advanced Management Program en el Instituto de Empresa en Madrid—, Laura Galarza se alejó de Galaco. Se mudó al Reino Unido, donde pasó 18 meses para trabajar con una firma internacional en las áreas de investigación de mercados y proyectos a medida. Con la sensación de haber vivido una experiencia demasiado corta en el extranjero, la llamada de la familia le hizo regresar a Galaco para ocupar un puesto en el departamento de compras e importación —un lugar donde se relacionó con todo lo que está detrás de un producto para que llegue a Canarias—.
El peso de la familia Galarza en la empresa va más allá del mero hecho de pasar de una generación a otra por rutina social. Va en la sangre. Es un holding familiar que tiene su núcleo en aquellas tardes de fin de semana, con todos sus componentes reunidos alrededor de la paella cocinada por la abuela Tana, mientras la televisión emitía capítulos de Mazinger Z.
África
"La familia es como el bosque, si estás fuera de él sólo se ve su densidad, si estás dentro, se ve que cada árbol tiene su propia posición" cuenta un proverbio original de África, un lugar al que le gustaba viajar a Joaquín Galarza con los suyos. Laura Galarza acompañó a su padre en su primera aventura por el continente. Cada uno, al final tiene su propia posición. El suyo parece que estaba predestinado: llevar al Grupo Galaco a nuevos horizontes.