La flota pesquera rusa dejará el próximo año los astilleros del Puerto de La Luz para desarrollar sus trabajos de reparación en el Puerto de Casablanca (Marruecos). La orden fue comunicada este fin de semana por la Agencia Federal de Pesca Rusa Rosrybolovstvo y podría generar un quebranto económico en la actividad portuaria de Las Palmas: estos barcos, con medio centenar de escalas al año, genera un volumen de negocio cercano a los 100 millones de euros –entre atarazana, avituallamientos, combustible, relevo de tripulaciones, etc.–.
La guerra de Ucrania marca el paso también en el Atlántico, con decisiones geopolíticas que van más allá del territorio donde se combate. Este mandamiento ruso se suma a la orden que dio en marzo el Ministerio de Agricultura y Pesca del Gobierno de España, que desde entonces impide la entrada barcos registrados bajo pabellón ruso en los puertos españoles. Esa disposición, por el que el Estado asumía las medidas restrictivas aprobadas por la Unión Europea (UE), sin embargo excluía a aquellos buques pesqueros dedicados al transporte de combustible o cereales que hasta ahora han operado en el Puerto de Las Palmas con cierta normalidad.
Agadir
También en primavera, una vez en marcha las medidas de prohibición de la UE para la entrada de buques de bandera rusa o de conveniencia gestionados por Rusia, Marruecos dejó entrever los planes del Puerto de Agadir para llevar a sus muelles la descarga de la flota pesquera rusa, mientras que años atrás ya mostró su intención de poner en marcha un astillero en el Puerto de Casablanca para atender a buques de 240 metros de longitud en unas instalaciones que, además, contarían con una plataforma elevadora con una capacidad de 5.000 toneladas –operativa antes de 2030 –.
La relación entre La Luz y los barcos rusos se estableció en 1967 con el atraque del Abagurles, un capítulo previo al acuerdo entre España y la URSS para la creación de Sovhispan, una empresa de capital mixto entre dos países con gobiernos antagónicos –fascista en el Pardo; comunista en el Kremlin– y en plena Guerra Fría. El objetivo de esta sociedad era garantizar el abastecimiento de la flota soviética de pesca que faenaba en el banco canario-sahariano. En la década de los 80, a partir de esa colaboración, se llegaron a superar las 1.700 entradas al año de naves rusas en los puertos de las capitales canarias.
Espionaje
La actividad de Sovhispan dejó algunos capítulos de espionaje y contraespionaje en Canarias. La CIA, por ejemplo, repartió ejemplares de Doctor Zhivago, la novela de Pasternak, entre los marineros de la flota soviética atracada en el puerto de Las Palmas de Gran Canaria. En 1970, el delegado comercial de la corporación, Yuri Pivoravov, fue expulsado de España tras descubrirse que sacaba información sobre armamento e industria pesada.