Unas 430 millones de personas corren el riesgo de padecer fluorosis, una enfermedad ósea irreversible provocada por el consumo de agua contaminada con fluoruro, y que ahora, gracias al proyecto liderado por Luis González, se podrá superar de forma eficaz y económica.En dosis adecuadas, el flúor refuerza las estructuras óseas y dentales, pero cuando se ingiere en exceso produce efectos adversos, como la fluorosis esquelética (que hace que los huesos y dientes se vuelvan frágiles y quebradizos), el alzhéimer y determinados cánceres, explica Luis González, en una entrevista a Efe.El proyecto, denominado ‘Hindrop’, se enmarca dentro de la segunda edición del programa de aceleración de productos tangibles (Boxlab 4.0), organizado por la Cámara de Comercio de Santa Cruz de Tenerife y la Fundación Mapfre Guanarteme.Se trata de un sistema de filtración portátil y doméstico compuesto por zeolitas alteradas a nivel molecular. Al modificarlas molecularmente se aumenta la capacidad de “atracción” y “captación” de este mineral natural sobre determinados elementos presentes en el agua, como el flúor y el arsénico.De esta manera, “simplemente hay que dejar el agua del grifo en el recipiente superior para que gotee hacia el recipiente inferior atravesando nuestro material, que retirará todos esos elementos contaminantes”, explica el promotor, CEO de la empresa Tagua. Esta iniciativa lleva aparejada, además, un proyecto de acción social en países del tercer mundo y en vías de desarrollo, como México y Etiopía, dos de las regiones más afectadas por fluorosis del mundo. “No somos la única tecnología, pero sí es verdad que somos los únicos que resolvemos este problema de una forma tan sencilla, sin necesidad de energía, de productos químicos y sin ningún otro condicionante más allá de echar el agua por la parte superior del dispositivo y beberla con seguridad por la parte inferior”, remarca González.Como muchos otros grandes descubrimientos, este hallazgo se produjo por serendipia. “Buscábamos solucionar el problema de las incrustaciones en las tuberías, pero el fracaso fue rotundo, hasta que observamos que algunos parámetros del agua se habían alterado”, explica. A partir de ahí, iniciaron un programa de investigación avanzada en colaboración con el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), y decidieron donar la patente, en un 25 por ciento, a la Universidad de Adís Abeba (Etiopía), como “gesto simbólico”. El dispositivo en su conjunto, “que solo compras una vez”, tiene un coste aproximado de 90 euros. Aunque para su correcto funcionamiento se deberá cambiar el compuesto de zeolitas (40 euros) anualmente. “Y con esto, se da agua de calidad a una familia media de cuatro miembros durante todo un año”, insiste.El emprendedor asegura que ya han alcanzado el objetivo mínimo, “que era la venta de las 50 primeras unidades a un precio bonificado de lanzamiento”. Además, dado el “interés” que ha despertado el proyecto, se ha mostrado convencido de que, a pesar de la incertidumbre y la volatilidad actual, alcanzarán todo aquello que se habían propuesto.