Hace algo más de un año, el tinerfeño Borja Castro se aventuró en acometer una emprendería sin igual. Sin formarse en el mundo de la dirección hostelería y restauración, decidió abrir una clásica cafetería canaria en Liverpool. A pecho descubierto.
Tras cumplir el primer aniversario recientemente, el balance no puede ser mejor con un proyecto absolutamente de la tierra que ha triunfado a más de 3.000 kilómetros de distancia por la calidad el producto, pero, sobre todo, por el trato a los clientes tan característico de los canarios, cargado de cercanía y calidez.
Inicios muy duros
“Nunca nos hubiéramos imaginado el crecimiento que hemos tenido tan rápido”, sintetiza Borja en una entrevista concedida a Atlántico Hoy en una reciente visita a su tierra, Tenerife, junto a su pareja Tasha. “Somos unos currantes y sabíamos que teníamos buen producto y que lo podíamos hacer funcionar, porque nosotros nos comemos los bocadillos y están buenos”, añade sobre las esperanzas cuando abrió Castro’s Cafeteria. “A parte, trabajando en hostelería siempre hemos tenido buen rollo con la clientela y sabíamos que podíamos llegar a la gente, pero no esperábamos que fuese tan rápido”, abunda.
Y eso que los inicios no fueron como deseaban, llegando a plantearse el cierre del proyecto entre lágrimas. “Los primeros dos meses, hasta principios de febrero, nos plantemos seriamente si nos habíamos equivocado. Abríamos muy temprano y había días que solo vendía un café. Un día llegue casi llorando a casa. De las 7 de la mañana hasta las 15 de la tarde, un café. Es duro”, recuerda sobre un pasado no tan lejano.
La llegada del éxito
De repente -relata Borja-, un día empezó a entrar gente al local y a los tres días les aparece un cliente nuevo que llegaba por el boca a boca. “Se fue corriendo la voz y ya necesitábamos ayuda. Estaba trabajando solo y la mayoría de los días fregaba, cocinaba, preparaba…. Llegue a un punto que necesitábamos ayuda. Solo estaba Tasha para ayudar”, apunta. Hoy, por suerte, además de la ayuda de Tasha, hay otro compañero, más otro refuerzo en fin de semana, “porque no llegamos”.
Por suerte para el negocio y para la representación de la hostelería canaria, su carne mechada y sus barraquitos traspasaron al paladar británico y conquistó la ciudad de Los Beatles. “Ahora estamos contentísimos. No paramos”, expresa. “Los fines de semana, incluso ya entre semana, es una locura. Hemos tenido gente haciendo cola por fuera. De repente te llegan 20 personas a la vez y que estrés y qué bueno”, añade.
Los ciudadanos de Liverpool
Sobre la personalidad de los ciudadanos de Liverpool, Borja cuenta que “es gente abierta y amable y se dejan querer mucho y si los tratas bien, son muy agradecidos, porque le dan mucha importancia al trato al cliente. Es la cultura de la propina. Aquí dejamos 5 céntimos y allí es un insulto. Igual te dan 3 o 4 libras de propinas. O 50”.
Y es que esa relación cafetería-cliente es el Leit Motiv de Castro’s. “Quiero que la gente se sienta como en su casa. Nuestra idea era ser el bar del barrio, como cualquiera de un barrio de Tenerife en el que te digan ‘ponme lo mío’. Que no tenga ni que pedir. Estamos logrando eso”, confiesa orgulloso.
De hecho, se ha convertido en un lugar de nuevas amistades. “Se nos ha dado el caso de que una pareja española se sentó al lado de una inglesa a la hora del almuerzo y cuando cerramos, a las 20 horas, siguen juntos y se van al pub de al lado para seguir de marcha como si se conocieran de toda la vida”. O la ocasión en la que un cliente trajo a su padre desde Leeds. “Son cosas que te llenan porque, al final, el mundo de la hostelería es jodido. Son muchas horas currando y que la gente te tiene tanto cariño…”, reflexiona sin acabar la frase Borja.
Humildad y esfuerzo
Pese al boom vivido en el año de apertura, Borja recuerda la humildad y el esfuerzo que hay detrás de la barra, sobre todo en las horas que la cafetería está cerrada. “Hago seis kilos de mechada de una tanda, que es lo que entra en la hoya, tres o cuatro veces por semana”, ejemplifica para comprender lo pequeño del espacio que tiene para preparar sus ya famosos bocadillos.
Por ello, en la mira está una hipotética expansión. “No queremos movernos de donde estamos. Nos encantaría crecer, pero el problema de crecer es que el trato que tú le das a un cliente no se lo va a dar nadie como se lo das tú y al final solo podemos estar en un sitio a la vez”.
¿Alquilar otro local?
En este sentido, confiesa la necesidad de ganar espacio. “El otro día, en la fiesta de aniversario -sobre la que hablará a continuación- había 50 personas dentro de la cafetería. Con 20 ya vamos apretados normalmente. Una locura”, indica Borja.
“Hemos pensado alquilar otro local para crecer, pero uno que tenemos pegado es uno de los pubs que esta siempre a reventar, otro por debajo es el mas antiguo de Liverpool y luego otro pub. Entre medias esta la peluquería. Entre nosotros y la peluquería esta la entrada normal del edificio y no hay forma de tirar un tabique”, explica sin encontrar la solución a la necesidad de espacio.
Los paisanos
Al margen de los clientes locales y los españoles residentes, tampoco faltan los canarios que se desplazan para sentirse como en casa. “Nos llegan más los fines de semana, que se enteran por la prensa. El otro día me vino la familia de Jonay, de la Taberna Ramon -taberna popular frente a la plaza de toros de Santa Cruz-“, cuenta como anécdota.
Relata también que una vez se acercó al aeropuerto a recibir a su padre y a unos amigos y reconoció a tres chicas “que tenían que ser canarias, porque iban todas abrigadas y mirando para todos lados”, así que tomó partida. “Les pregunté que a dónde iban a desayunar mañana y entre ellas se dijeron de ir al ‘sitio canario” sin saber que yo era el dueño”. Al día siguiente aparecieron y lo vieron. “¡Muchacho, que era tú!”, le dijeron. “Y me mandan saludos de su tío Joaquín el carnicero… El carnicero que atendía a mi abuela. Es muy loco que pasen estas cosas”, desarrolla esta otra anécdota.
Fiesta del primer aniversario
“Tuvimos que no publicar nada porque sabíamos de las limitaciones de espacio y nuestro miedo era que de repente aparecieran 200 personas”. Así comienza explicando lo que fue un auténtico fiestón casi que carnavalero en el Castro’s Cafetería para celebrar su año de vida el 9 de diciembre. “Solo avisé a mis amigos para que se vinieran. Mi colega Dani, que es DJ, no me contestó y a la media hora me pasó un pantallazo del pasaje y que le consiguiera un sofá”, se ríe recordando”.
Con esa base, Borja y Tasha pensaron que ya tenían fiesta. Ellos, el padre de Borja, sus dos o tres amigos y Dani el DJ. “Ya lo tenemos”. Con esa base, contactó a un amigo coctelero, que además hizo las veces de proveedor de los productos de Arehucas.
El siguiente paso fue decírselo a los clientes más allegados, pero… “empieza a correrse la voz y yo le decía a Tasha ‘ay mi madre’. Me fui a jugar al fútbol y un cliente habitual, Sam, oyó que en su oficina una chica que no ha venido nunca le había preguntado si iba a ir a la fiesta de Castro`s. ¿Qué? ¿En qué se está convirtiendo esto?”.
De perdidos al río, la huida fue hacia delante. “Cortamos la calle al tráfico, monté una carpa fuera por si llovía, música para fuera y si viene alguien el ayuntamiento o policía diríamos ‘no comprende’”, confiesa pícaro imitando un acento confuso. “Se lio bien. La fiesta se quedó dentro, pero una parte salió fuera. Unas 30 o 40 personas”, agrega.
Asimismo, apunta que la idea era cerrar a un horario habitual, “pero se nos complico tanto que nos tocó trabajar -querían parar a las 17h- y acabamos cerrando a las 23. Los vecinos bajaron todos a la fiesta. Tenemos muy buena relación con todos.”
Inspiraciones
El lugar del encuentro entre este redactor, Borja y Tasha no fue elegido al azar. Es la histórica La Garriga, y entre bocado y bocado de un bocata de tortilla, Borja subraya que siempre mira, busca e intenta no copiar, pero sí coger ideas. “De hecho, una de las tortillas que más vendemos es una de papas con chorizo, mortadela y salchichón. No es la tortilla de La Garriga, porque es insuperable y jamás en la vida vamos a llegar, pero coges cositas de aquí y de allí” destaca.
En este contexto, apuntó un objetivo que quiere probar y que ha legado a sus oídos. “Quiero probar el bocadillo de cochino con mojo de La Borrachita, en Barranco Hondo. Siempre intentas inspirarte en cosas que te gusta. Yo siempre he sido un cliente y buscas siempre donde apoyarte para apoyar”, desglosa.
Futuro, ¿un guachinche?
Con todo, con las limitaciones de espacio y el cariño recibido en el último año, Borja afirma que a corto plazo el objetivo es “intentar que Castro’s abra durante mas horas al día. Que, en vez de cerrar a las 17 horas, sea a las 20 horas, pero que eso no implique que yo tenga que currar más”.
“Es crecer donde estamos y con más plantilla. Intentar bajarme las horas. Estamos en ello. Estamos esperando a dos chicas, una canaria y otra de Madrid, pero es adoptada como canaria desde hace años”, especifica antes de aclarar el porqué. “Quiero que sean de la tierra en la cafetería. Que no perdamos ese toque de cafetería española, canaria, que es lo que la gente le gusta. Cuando consiga eso, ya nos planteamos lo que sea. Por soñar, abrir un guachinche. ¿A largo plazo? Volver a casa”, finaliza tras invitar a los cafés y bocadillos.