Víctor Jiménez es geógrafo, profesor en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC), así como experto en Urbanismo y Ordenación Territorial. Concede una entrevista a Atlántico Hoy en la que reflexiona sobre el modelo actual para gestionar la llegada, cada vez más en alza, de visitantes al Archipiélago. "Probablemente lo que tenga es una mala aplicación", sostiene. "La masificación es resultado de que hay plazas, los turistas llegan y se hospedan", sentencia.
"Muy probablemente no está generando unos niveles de renta adecuados para el ecosistema en términos de precios, no solo de la vivienda, sino sectores. Quizás estamos cronificando un sistema que va hacia la precariedad", argumentó.
[Pregunta] ¿Canarias tiene un mal modelo turístico?
[Respuesta] Probablemente lo que tenga es una mala aplicación. El modelo, las bases, cuando uno lee las directrices de ordenación turística, le suenan bien. Es decir, la normativa está bien en términos generales. Pero sí que es verdad que lo que hay actualmente, que es un modelo en el que vemos que la sociedad no se aprovecha realmente de toda la plusvalía que genera el sector turístico, sirve para saber que no está funcionando bien el modelo.
¿El Archipiélago ha estado a la altura frente a la llegada masiva de turistas desde el punto de vista de ordenación del territorio?
La masificación es resultado de que hay plazas, los turistas llegan y se hospedan. Hay una masificación porque también hay una estructura que les permite que permite esas cantidades, otra cosa es que ahora mismo, o desde hace un tiempo, estamos migrando hacia un modelo que quiera más calidad y quizás, se dice, no tanta cantidad. En definitiva, las bases están pensadas para un modelo masivo por la gran cantidad de plazas que tenemos.
¿Y eso es bueno?
Llamarlo positivo o negativo es demasiado reduccionista. Hay aspectos muy positivos. Lógicamente hay una gran industria turística, muchas personas que trabajan de manera directa e indirecta de la actividad turística, pero claro también tiene sus pequeñas partes negativas o sus peros.
¿Como por ejemplo?
Muy probablemente no está generando unos niveles de renta adecuados para el ecosistema en términos de precios, no solo de la vivienda, sino sectores. Quizás estamos cronificando un sistema que va hacia la precariedad.
¿A qué situación se enfrentan en un futuro no tan lejano ciudades que son cada vez más visitadas como Las Palmas de Gran Canaria o Santa Cruz de Tenerife?
Ya en el presente se están enfrentando a ellas. Se vive una realidad de subida de precios, desplazamientos de la población porque no pueden pagar la renta o la hipoteca. Ahí ya es algo del presente, no es ni siquiera de un futuro inmediato, medio o lejano. Está ocurriendo en Las Palmas de Gran Canaria, Santa Cruz o en otros puntos de las Islas.
¿Cómo se ha permitido que Canarias llegue a esta situación?
Precisamente por eso. Es un sistema que impulsa la economía, la mantiene en funcionamiento, pero es verdad que a los estratos más bajos los va cronificando en la precariedad. Te permite vivir, pero progresivamente genera un ascenso de precios y eso no va acompañado con una subida de salarios. Muy poquito a poco se va distanciando lo que nosotros tenemos que gastar para vivir de lo que ganamos trabajando. Ahora ha llegado a la opinión pública, pero se viene cociendo desde tiempo atrás.
¿Qué impacto ha tenido la vivienda vacacional en todo esto?
Un impacto notable. Parece ser como la gota que colma el vaso. Es una gota más, pero llega en un momento en el que las tuercas ya están demasiado apretadas y la población sobre todo en algunos sectores que están más afectados, pues ya no le queda otra que responder.
Las islas verdes –La Palma, La Gomera y El Hierro– parece que todavía tienen margen. El borrador presentado por el Gobierno les daba hasta un 20% de la oferta total para establecerla como viviendas vacacionales en los municipios. Entiendo que tampoco sería conveniente confiarse demasiado.
He estado leyendo el anteproyecto. He leído esa parte como en otras normativas en las que se hace una diferenciación a las que se denominan islas verdes y la verdad es que no lo entiendo. No entiendo tampoco esta diferenciación porque realmente si estamos afrontando un problema como es el derecho a la vivienda, el mismo tienen en aquellos en aquellas islas.
Imagino que se hará por adaptarse a los diferentes territorios.
Entiendo que la modalidad turística que se pretende en ellas puede ser distinta por adaptar un poco la normativa a cada uno de los territorios, pero no tenemos que pensar en llegar hasta el tope para luego tomar decisiones. Me parece que se debería aplicar en ese sentido la misma regulación que se pretende llevar a cabo en las otras islas sobre viviendas vacacionales.
¿Cuáles son los plazos más realistas para ver de verdad resultados positivos?
Precisamente leyendo el anteproyecto, la verdad es que no le encontraba grandes fallos. Veía que era un anteproyecto de ley muy bueno. De hecho, rozando digamos el notable alto o el sobresaliente. Pero de repente me encuentro con una disposición transitoria segunda que dice todo esto ocurrirá dentro de 10, 12 o 15 años.
¿Y qué le parece?
El problema es ahora. Tenemos un anteproyecto de ley muy bueno, me parece que está bastante bien pensado, bien trabajado, pero yo creo que la ciudadanía no va a consentir que para esto que es un problema estructural y una emergencia que es una urgencia nos den otros 12 años. Como la película de Hollywood 12 años de esclavitud. Nos movemos en ese lapso temporal porque una ley no se aprueba de hoy para mañana, necesita el consenso, quitar algunas correcciones, el pacto. Eso pensemos que son dos o tres años más.
A la gente le puede sonar raro.
Si a los que reivindicarán el 20 de abril les dicen que es un borrador muy bueno, pero que se aplicará dentro de 13 años… A mí se me quedaría una cara de incredulidad. ¿De verdad nos están contando que las cosas buenas deben pasar dentro de 15 años cuando las necesitamos ahora?
Entre las reivindicaciones que se escuchan de ese núcleo de la población que va a salir a las calles, el 20 de abril, una de las consignas que más se suele oír es que el turismo está empezando a echar a los canarios de sus barrios. ¿Esto es así?
No, es mentira. No es el turismo, es la forma de gestionar los recursos que tenemos. Yo creo que los residentes no han dicho nunca que sea el turismo. Me parece que ellos han centrado el tiro más en la forma en la que se está desarrollando este modelo turístico. Aquí en la comunidad autónoma tenemos la capacidad de gestionar y de legislar porque tenemos la competencia de manera constitucional de poder reflexionar este asunto.
Para que después cada uno saque sus propias conclusiones.
También la responsabilidad es sobre uno mismo. El otro día escuché unas declaraciones del propio presidente de Canarias por las que a mí sinceramente lo que me pareció es que se iba a poner detrás de la pancarta, pero realmente yo lo que entiendo es que él tiene una responsabilidad en crear este anteproyecto que está muy bien pero por favor, llévenlo realmente a efecto.
¿La sociedad canaria tiene razones para estar indignada con todo esto?
Sí, las tiene. Porque la gente ve pasar a la gallina de los huevos de oro por delante, pero no se queda con ningún huevo.
¿Las manifestaciones del 20A son el caldo de cultivo para que haya turismofobia? Hay medios británicos que se lo toman casi como una guerra.
Me gustaría saber quién o qué está impulsando que se hable de turismofobia porque en Canarias no la hay. Todo gira alrededor siempre de cómo gestionar el turismo. Que esas noticias que se pueden encontrar por ahí de Reino Unido o de aquí no nos nieguen la evidencia. Nosotros no vemos ningún problema con los turistas, ni ellos con nosotros. No hay que amplificar esta bola de mentiras.
¿Las Islas están tensionadas?
Determinadas partes de las Islas lo están, otras no. Entiendo que en Guanarteme, por ejemplo, se pueda pensar que hay una tensión. Por eso cuando se legisla hay que tener una cierta flexibilidad.