La temporalidad laboral se ha reducido en los últimos 20 años en todas las comunidades autónomas, incluso más en aquellas que más la sufren, pero una crisis, una reforma laboral y una pandemia después sigue siendo un mal que afecta sobre todo a la mitad sur del país.
Hace dos décadas, al término de 2002, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), Andalucía tenía un 45,2 % de sus trabajadores con contrato temporal, Ceuta un 44 %, Murcia un 43,8, Canarias un 39,5, Castilla-La Mancha un 38,4, Extremadura un 37,6 % y la Comunidad Valenciana un 37,5 %, mientras la media nacional era del 31,8 % y Madrid -entonces y hoy también la que registra menor temporalidad- estaba en el 21,6 %. En este listado de comunidades con una temporalidad por encima de la media solo aparecía de otras latitudes Galicia (35,6 %), y solo faltaba de la mitad sur del país Melilla (28,3 %).
Veinte años más tarde, al finalizar 2021, aún con unos porcentajes mucho menores, la relación de comunidades con la mayor temporalidad es prácticamente la misma, quitando Galicia -que poco a poco ha ido situándose por debajo de la media nacional- y cambiando Ceuta por Melilla: Andalucía (34,1 %), Melilla (32,5 %), Canarias y Extremadura (31,5 %), Murcia (29,6 %), Comunidad Valenciana (27,8 %) y Castilla-La Mancha (27,3 %) -media del 25,4 % y Madrid en el 18,8 %-.
El sur, donde más se reduce
La entrada de Melilla en esa lista se debe a que la tasa de temporalidad ha subido en la ciudad autónoma 4,2 puntos porcentuales en el período analizado, pero este es el único territorio en que se ha producido un empeoramiento de este dato, que sin embargo ha mejorado más precisamente en las comunidades más castigadas.
Así, Ceuta ha bajado su tasa de temporalidad en dos décadas en 25,8 puntos porcentuales, Murcia en 14,2 puntos, Galicia en 11,3, Andalucía y Castilla-La Mancha en 11,1, la Comunidad Valenciana en 9,7, Canarias (igual que Baleares) en 8 puntos y Extremadura en 6,1 puntos porcentuales, mientras la media se ha reducido en 6,4 puntos.
La temporalidad, que había ido subiendo paulatinamente desde la reforma del Estatuto de los Trabajadores de 1984, alcanzó sus cotas más altas entre principios y mediados de los años 2000: en Castilla-La Mancha (38,4 %) y Ceuta (44,0 %) en 2002; en Canarias (40,7 %) y Murcia (43,9 %) en 2004; en la Comunidad Valenciana (38,7 %) en 2005; en Andalucía (46,2 %) y Extremadura (42,7 %) en 2006; y en Melilla (40,0 %) en 2008.
En los años siguientes, primero el crecimiento económico sostenido, acompañado de reducción de desempleo, y después la crisis financiera y el estallido de la burbuja inmobiliaria, que en este caso afectaron a muchos de los empleos más precarios, como ha ocurrido también en la pandemia, provocaron un descenso de la temporalidad.
Este descenso se detuvo en 2012 con la aprobación de la reforma laboral, cuando se alcanzaron las tasas más bajas para desde entonces, y hasta la llegada del COVID-19, iniciar una nueva subida. En 2012, la temporalidad llegó a ser del 35,7 % en Melilla, el 33,8 en Extremadura, el 32 % en Andalucía, el 29,9 en Murcia, el 27,6 en Canarias, el 26,7 en la Comunidad valenciana y el 23 % en Castilla-La Mancha, frente a una media del 22,8 y Madrid en el 16,3 %..
En todos esos momentos, las comunidades del sur se mantuvieron como las más afectadas por la alta temporalidad laboral, que para muchos ha llegado a ser uno de los rasgos distintivos del mercado laboral español.
Causas de la temporalidad
Los numerosos análisis que se han llevado a cabo sobre este asunto relacionan la distribución territorial de la temporalidad con diversos factores, pero nunca de forma que la expliquen totalmente. Por ejemplo, la temporalidad coincide en la mayor parte de los casos con el desempleo y, así, las mencionadas seis comunidades del sur y Ceuta y Melilla figuran actualmente entre los nueve territorios con la tasa de paro más alta, entre el 26,86 % de Ceuta y el 20,18 % de Andalucía y el 12,92 % de Murcia, frente a una media del 13,33 %, en una lista en la que solo se cuela Baleares (14,90 %), según datos del INE.
Otro factor paralelo en parte a la temporalidad es la mayor juventud de la población en el sur, ya que esas regiones tienen entre un tercio -Canarias, Comunidad Valenciana y Extremadura- y la mitad -Melilla- de su población menor de 35 años. Coincide parcialmente también con los índices más altos de ocupación en la agricultura, entre el 11,2 de Murcia y el 7,6 % de Castilla-La Mancha, frente a una media del 4,2 -excluyendo en este caso a Canarias y la Comunidad Valenciana-, aunque no con los del resto de sectores.
Y también con una menor formación, puesto que todas ellas figuran en la mitad baja de la tabla de población (de más de 16 años) con educación superior, entre el 21,2 % de Ceuta o el 23,2 % de Extremadura y el 30,9 % de Canarias, frente a una media del 32,5 -con la única excepción de Melilla (34,1 %)-, de nuevo de acuerdo a las estadísticas del INE.
La situación podría haber empezado a cambiar con la reciente reforma laboral, ya que los datos de contratos indefinidos firmados el pasado mes de enero muestran una mejora ya en varias comunidades del sur como en el conjunto del país, con Canarias (19,33 %) y la Comunidad Valenciana (15,12 %), además de Ceuta (22,0 %) y Melilla (15,21 %) por encima de la media, aunque Andalucía (8,09 %) y Extremadura (7,22 %) siguen en porcentajes bajos.