Desde que el pasado julio un apagón dejara sin luz durante varias horas a la isla de La Gomera, el debate energético de las islas ha cobrado un significado más urgente. El suceso, que se originó por un incendió, derivó en la puesta a disposición de la opinión pública de algo que el sector ya sabía, queel 50% de los ciclos de generación están trabajando más allá de su vida útil, lo que limita su capacidad de generación eléctrica. Esto pone en jaque la capacidad de dar una respuesta total a la demanda de energía, que no hace sino que ir en aumento por los cambios de modo de vida, por lo que hay un peligro que acecha.
El sistema de producción eléctrica de Canarias está protagonizado en el 80,2% por las centrales térmicas. Dentro de estas centrales hay cuatro tecnologías y fuentes de producción: gas (3,7%), vapor (18,8%), diesel (25,9%) y el ciclo combinado (51,6%). Sin embargo, el problema es que de los 93 ciclos de generación que sustentan el sistema eléctrico, 43 cumplieron su vida útil regulatoria en 2020, y para 2030 se prevé que solo 24 cumplan con la normativa vigente.
El déficit
La propia Red Eléctrica fue la que remitió un informe en 2021 al Gobierno de Canarias informando del déficit que tienen las islas de Tenerife, Gran Canaria y Fuerteventura. La carencia alcanzaba los 180 megavatios en Tenerife y los 120 en Gran Canaria y se preveía que fuera en aumento con el paso de los años. Esta situación derivó en un debate sobre la posibilidad de que se generen nuevos apagones en las islas.
Benjamín González Díaz, ingeniero industrial y profesor de la Universidad de La Laguna, asegura que de momento la probabilidad de sufrir un apagón es muy baja, aunque no es descartable. Por su parte Alejandro González Calvo gerente del Colegio de Ingenieros Industriales de Santa Cruz de Tenerife incide en que “a medida que seguimos utilizando equipo bajo máquinas que están fuera de su rango operativo el riesgo de sufrir un cero energético es mayor”.
Sin concurso, sin renovación
A raíz de este déficit detectado comenzó el debate de por qué no se habían renovado esos grupos de generación de Endesa que el sector ya sabía que habían cumplido su vida útil. La respuesta es sencilla: el Estado no ha convocado el concurso para su renovación. Esto provocó que Endesa no pudiera hacer nuevas inversiones para la actualización de sus grupos de generación pero también ha impedido que entren nuevas empresas para la generación convencional, y así romper el monopolio que es lo que busca el Estado.
De esta forma, el sistema ha tendido hacia la obsolescencia sin que se hayan puesto en marcha los mecanismos para su actualización. Actualmente el Gobierno de Canarias ha estado negociando con el Ministerio para la Transición Ecológica las condiciones del concurso, de hecho recientemente se ha acordado que en ese concurso se pueda incluir como combustible el gas natural licuado lo que ha sido considerado como un éxito para el consejero de Transición Ecológica, Mariano Zapata (PP).
Ralentizado
Este tipo de cuestiones como el combustible que se permitirá o la regulación que regirá el concurso están ralentizando la estructura del concurso. El profesor universitario también opina que una de las cosas que está ralentizando la discusión en Madrid es la conjunción del Plan de Transición Energética con el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima, el Pniec, y las necesidades que tiene actualmente Canarias. Asimismo señala que entre los escollos están los términos para la remuneración de los sobrecostes del sistema.
Tal y como señala el gerente del colegio se prevé que el concurso sea de unos 1.500 megavatios, sin embargo, avisa que entre la convocatoria del concurso y la obtención de todos los permisos, se puede hablar “en el mejor de los casos” que tardará entre 6 y 10 años. Sin embargo, el déficit detectado por Red Eléctrica no es a seis años vista, sino que es actual y cobrará especial importancia los próximos dos años.
Concurso urgente
Por esta razón el Gobierno de Canarias a través de la declaración de la emergencia energética, impulsó un concurso urgente y extraordinario para traer nuevas infraestructuras de generación que doten de estabilidad al sistema. Recientemente se ha conocido que el Estado se hará cargo del coste de estas infraestructuras, que se calcula en unos 250 millones, que serán de las empresas Disa y Sampol y que se alimentarán de fueloil y de gas natural licuado.
De momento, con este primer concurso se conseguirán instalar 50,8 megavatios (MW) adicionales en Gran Canaria, 71,6 MW en Tenerife y 32,8 MW en Fuerteventura. Una vez aprobadas por el Estado, estas instalaciones están a la espera de los permisos de las corporaciones locales y regionales para su instalación, que se prevé que sea a lo largo de 2025.
Garantizar el suministro
Tal y como apunta González Díaz estas infraestructuras no buscan entrar en funcionamiento para paliar un cero energético, sino ponerse en marcha para “paliar el riesgo de no ser capaz de darle la cobertura durante ciertas horas al año a un conjunto poblacional”. Según explica el profesor “hay momentos en los que la disponibilidad de los equipos, simplemente por mantenimiento que tienen puede hacer que no haya energía suficiente para poder abastecer en un momento determinado toda la demanda que puede ocurrir en las islas”.
Sin embargo, ambos expertos consideran que la llegada de estas infraestructuras son un parche, puesto que es el concurso para la renovación de los ciclos que han cumplido su vida útil el que realmente garantizará el suministro del sistema. A toda esta cuestión se suman dos cuestiones que ponen en jaque también al sistema, por una parte la importancia de reforzar las redes eléctricas y por otra, que el cambio del modo de vida está provocando un mayor consumo de energía.
Modo de vida eléctrico
La demanda eléctrica en Canarias no ha parado de subir; las casas pasan por la domotización, se prevé que el aumento de los periodos de calor incremente el consumo eléctrico y el uso de los vehículos eléctricos también está mostrando los límites del sistema, ya que se necesita aumentar el número de puntos de recarga, pero a su vez que estos sean puntos de recarga rápidos.
“El crecimiento de la demanda no es homogénea, va aparejado al crecimiento poblacional. Las infraestructuras se diseñan en base a una población determinada y las islas capitalinas son las que están experimentado un incremento de la demanda, pero no es tan acusada precisamente por la eficiencia de los equipos”, traslada Alejandro González.
Pero a la hora de abordar la cuestión de los vehículos eléctricos Benjamin González sí que defiende que la infraestructura canaria todavía no está preparada para asumir la alta demanda. Pone como ejemplo la electrificación del parque de guaguas de la empresa Titsa: “Si Titsa decide comprar 10 guaguas eléctricas y cada guagua es de 300 kilovatios, estamos hablando de 3 megavatios más de demanda que va a haber solo con 10 guaguas en Santa Cruz de Tenerife; la red que tiene Titsa no está preparada, pero no está preparada ninguna línea”.
La red
A todo lo anterior se suma el gran problema de cómo está distribuida la red eléctrica. González Calvo da la voz de alarma ya que si bien destaca la “buena calidad” de las infraestructuras eléctricas de España “lo que pasa es que es insuficiente y muchas veces hace falta un mallado (puntos de conexión) mucho más amplio, para que la energía vaya a un punto que tenga diversos caminos”, explica el gerente del colegio oficial.
Sobre esta cuestión el profesor universitario explica que uno de los problemas es cómo está ubicado el parque de generación eléctrica, que es lo que al final define esos puntos de conexión. En Tenerife, por ejemplo, González Díaz cifra que cerca del 70% de las renovables están en dos subestaciones. “Eso significa que hay una carga de energía que es muy variable y fluctuante, por lo que requiere una gestión más complicada”, explica.
Estudiar la ubicación
Esa concentración de los nodos de generación es uno de los problemas que afectan al mallado, pero no solo en renovables, también para la evacuación de las centrales térmicas. “Por ejemplo, en Gran Canaria se ha desmantelado gran parte de la infraestructura y la gran parte está en Jinámar. Eso significa que si cae algo va a caer toda la isla”, avisa el investigador que recuerda que uno de los apagones que sufrió Tenerife fue por la caída de un nodo crítico en Granadilla.
“Si no buscamos un camino alternativo vamos a tener dificultades para poder sacar esa energía”, avisa González Díaz, quien insiste en la necesidad también de estudiar la ubicación donde van a estar colocados los equipos de generación, “si los ponemos todo en un mismo sitio, obviamente ante una probabilidad de falla en ese sitio aumentará la probabilidad de que nos encontremos con ceros”.
Tal y como traslada el invertigador el sistema eléctrico canario afronta muchos retos que son difíciles de responder, aunque insiste constantemente en afrontar un camino común en el que estén de acuerdo todos los agentes para dar una respuesta eficiente, ya que explica que en el sector energético los resultados se ven a largo plazo y Canarias no tiene tiempo que perder.