La revolución que viene: el coche eléctrico chino

El gigante asiático se convirtió en 2023 en el primer importador de automóviles del mundo | Joe Biden ha anunciado una subida de los aranceles estadounidenses de hasta un 100% para los vehículos chinos eléctricos

Irene Cartaya / Martín Alonso

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Un megabuque de BYD sale de un puerto chino en el que centenares de coches esperan para su exportación. / EFE
Un megabuque de BYD sale de un puerto chino en el que centenares de coches esperan para su exportación. / EFE

Antes de que 2023 bajara la persiana, Xiaomi sacudió el mercado del automóvil. El coloso tecnológico chino, conocido en el mundo por sus smartphones de altas prestaciones y precios asequibles, presentó su primer coche eléctrico: el SU7, una berlina de perfil cupé —al estilo de otros modelos de alta gama como el Porsche Taycan o el Hyundai Ioniq 6— que tiene una autonomía que ronda los 800 kilómetros, acelera de 0 a 100 km/h en 5,28 segundos gracias a su motor de 220 kW —suministrados por una batería Blade Battery de BYD—, una velocidad máxima de 210 km/h y un precio que, en su versión estándar, podría rondar los 27.000 euros

La incursión de Xiaomi en el sector del automóvil no es una anécdota; es un aviso de la musculatura y fuerza que tiene la industria del gigante asiático para revolucionar el mercado. Los siguientes datos sirven para anunciar los cambios que vienen: en China, sólo el año pasado, se fabricaron 50 millones de coches eléctricos. De esa cifra, 30 millones se vendieron en el mercado nacional y el resto —20 millones de sobreproducción— se exportó. La producción en Europa, en ese mismo periodo de tiempo, fue de 3,4 millones de unidades —de los que 158.000 salieron de factorías españolas—.

Toda la cadena de producción

La fuerza de la industria china no se mide sólo en su capacidad para poner coches eléctricos en el mercado; también se calibra en la mano de obra que aporta el país, el desarrollo de una tecnología avanzada —que le permite hacer automóviles muy eficaces y muy fiables—, la protección económica del Estado y un control absoluto de la cadena de producción —desde la fabricación de todos los componentes hasta la propiedad de los barcos para su exportación: BYD, por ejemplo, ha fabricado megaembarcaciones capaces de transportar en un solo viaje 7.000 unidades—. Todos esos elementos repercuten en otro elemento clave dentro del negocio: precios asequibles para el consumidor.

El SU7 de Xiaomi. / XIAOMI
El SU7 de Xiaomi. / XIAOMI

El poderío del país asiático, con marcas como BYD, DSFK, MG, Omoda, Link, Smart, Link & Co o Skywell, ya condiciona al mercado internacional. Joe Biden, presidente de Estados Unidos, anunció este mismo mes una subida de los aranceles de hasta un 100% para los vehículos chinos eléctricos —antes estaban en el 25%—. Los automóviles no serán los únicos afectados por el aumento del gravame: las baterías de litio —del 7,5% al 25%—, los minerales críticos para la fabricación de componentes —del 0% al 25%— y los semiconductores y los paneles solares —del 25% al 50%— también se han visto afectados por la nueva medida.

El irrupción del coche eléctrico chino en el mercado internacional ya es un desafío para Europa. En el primer trimestre del año, el 30% de los automóviles de este tipo que se vendieron en Alemania —el país de BMW, Mercedes, Volkswagen, Audi y Opel— fueron fabricados en factorías del gigante asiático o controladas por compañías chinas. Esa cifra triplica el número en comparación con el mismo periodo de 2022, un dato que sacude un poco más a la economía alemana —que, de momento, ha evitado la recesión al crecer un 0,2% en los tres primeros meses de 2024— y que genera un susurro que ya recorre medio continente en favor de subir los aranceles a los automóviles chinos en la UE.

‘Dumping’ o competencia desleal

El sector del automóvil en Canarias “está abierto a la entrada de cualquier producto y, de hecho, ya hay varios asociados que traen productos de China”, explica Rafael Pombriego, vicepresidente de la Federación Regional Canaria de Empresarios Importadores y Concesionarios de Automóviles (FREDICA). Aunque, “es verdad que se ha generado cierta polémica porque algunos competidores europeos han acusado al Gobierno chino de hacer dumping”, continúa. “Esto no es otra cosa que subvencionar los vehículos en China para tener una producción más barata y que puedan entrar con precios más competitivos a otros mercados”.

Imagen de un puerto chino repleto de coches para su importación. / EFE
Imagen de un puerto chino repleto de coches para su exportación. / EFE

Según Pombriego, si este problema fuera real la responsabilidad de actuar caería en la legislación vigente y no en los empresarios. Sin embargo, “pensamos que la distribución de las marcas chinas dinamiza el mercado” aunque es cierto que, al menos al principio, “existía cierta desconfianza hacia los productos chinos, pero hoy en día están generando materiales muy competitivos, no solo en cuanto a precio, también de calidad”.

Buena calidad y precios bajos

En China hay más de 70 fabricantes de coches y, hasta hace relativamente poco, tenían una producción centrada fundamentalmente en el propio país, un mercado con unas dimensiones enormes. Pero el objetivo ha cambiado y Europa y Estados Unidos se han convertido también en la meta de los productores asiáticos y “esto genera", según apunta el vicepresidente de FREDICA, "cierto miedo y peligro porque producen coches mucho más baratos —con medidas fiscales de apoyo o no—”.

Pombriego afirma que la distribución de los vehículos eléctricos es el punto fuerte de China porque “tiene unos productos muy avanzados, yo creo que, incluso, tienen la tecnología en eléctricos más avanzada del mundo”. Pero no es solo eso, también está el hecho de que se han convertido en buenos coches a los que puede acceder mucha gente por ser tan baratos. “La competencia es buena siempre que sea leal”, concluye el vicepresidente de FREDICA, “el mercado chino puede dinamizar al resto y Canarias no está al margen, de hecho, ya hay marcas que se están comercializando en las islas de vehículos y de motocicletas”.

Buena noticia

“Para los concesionarios la llegada de las nuevas marcas chinas es una buena noticia porque supone nuevas oportunidades para invertir”, continúa, por su parte, Raúl Morales, director de comunicación de Faconauto. Justamente, la patronal ha estado recientemente en la última edición de Auto China 2024 y “hemos podido comprobar el gran interés de muchas marcas del país en empezar a operar en nuestro mercado y hacerlo, además, de la mano de los concesionarios, o sea con un modelo de distribución tradicional”, expone.

Marta Blázquez, presidenta de la patronal de concesionarios / FACONAUTO
Marta Blázquez, presidenta de la patronal de concesionarios. / FACONAUTO

La conclusión de Morales es que “todos los elementos que impulsen el mercado y las matriculaciones suponen una buena noticia para el sector porque producen nuevas sinergias y nuevos focos de actividad”. Para el portavoz de Faconauto, "la clave" que convierte a los coches eléctricos chinos en atractivos para el mercado, "ha sido la tecnología. La increíble capacidad de fabricación y de adopción de desarrollos tecnológicos muy punteros (principalmente vinculada a la electrificación) a una gran velocidad está detrás de esta explosión".

Tareas para el Gobierno

"Es indudable", apuntan desde Faconauto, "que también hay un interés no sólo por cubrir su mercado doméstico, sino también por llegar a otros mercados, principalmente el europeo, como ya han hecho en Sudamérica, donde ya copan buena parte de las matriculaciones. No podemos ocultar que otro factor es que han desarrollado políticas gubernamentales favorables para su industria, lo que la ha hecho muy competitiva".

Morales, ante este nuevo escenario en el mercado del autómovil —y todos los sectores que abarca—, subraya que "la labor del Gobierno puede ser importante e intensiva. Entre otras, impulsar la capacitación y la educación en tecnologías avanzadas para la fuerza laboral local; fomentar la inversión en infraestructuras para la importación y distribución de vehículos; promover la colaboración entre empresas locales y fabricantes chinos para establecer políticas que fomenten la competitividad y la innovación en el sector canario".