En el último año el desabastecimiento de microchips a nivel mundial ha provocado que industrias estratégicas como la automovilística, informática, de electrodomésticos o la energética entraran en una crisis de producción. Esta situación ha servido como catalizador para comprender lo estratégica que es la industria de la microelectrónica, pero aún más para descubrir lo crucial que es que su producción esté cerca de casa. Por esta razón Europa desplegará una inversión que supera los 12.000 millones de euros, con la que Canarias busca posicionarse como territorio clave.
El Proyecto Estratégico para la Recuperación y Transformación Económica de Microelectrónica y Semiconductores (Perte Chip) nació con la intención de “reforzar las capacidades de diseño y producción de la industria de la microelectrónica y los semiconductores” en Europa. La intención de la Unión Europea es “favorecer la autonomía estratégica nacional y de la UE en este sector”, por lo que desplegará una inversión pública de 12.250 millones de euros hasta 2027.
La clave de la producción
Actualmente la producción de los circuitos integrados (pequeñas estructuras de material semiconductor) se ubica en Asia. Taiwán, China y Corea del Sur concentran la práctica totalidad de la producción, pero hace dos décadas no era así. Europa, Japón y Estados Unidos estaban a la cabeza en esta industria, aunque hoy en día su cuota de mercado se reduce a menos de un 40%.
Por esta razón tanto Europa como Estados Unidos han optado por una independencia tecnológica que, en realidad, ni es nueva ni comienza con la crisis de desabastecimiento, tal y como explica Braulio Quintana, coordinador del Clúster Chip Canarias y responsable de I+D y calidad de la empresa canaria dedicada al diseño de circuitos integrados Wimmic. Esta misma semana EEUU prohibió a empresas chinas la compra de semiconductores estadounidenses. Pero tal y como recuerda Quintana ya el gobierno de Donald Trump restringió las relaciones con China y prohibió la compra de dispositivos de Huawei.
Fabricación en casa
“Cada continente está mirando un poco para sí mismo”, explica como resumen de los movimientos actuales dentro del comercio internacional de los semiconductores. “Al final los Perte nacen de lo mismo. Europa, al igual que Estados Unidos y China dicen que tenemos que dejar de depender tecnológicamente de otros porque visto el panorama actual nunca se sabe lo que puede ocurrir”, comenta.
Para garantizar esta dependencia, la UE se ha propuesto que en 2030 la industria de los microchips en el viejo continente sea capaz de acaparar el 20% de la producción mundial. Una cifra que, en opinión de Quintana, es difícil de alcanzar, aunque “Europa está poniendo su granito de arena. Hace falta un gran apoyo del sector público, porque el sector privado a lo mejor no puede llevar a cabo las inversiones necesarias, que son millonarias solamente para construir una fábrica”.
La oportunidad europea
El reto de Europa es competir en un sector en el que está rezagada. ”Si nos retrotraemos uno o dos años las foundries (empresas con capacidad de fabricación) que teníamos eran bastante pequeñas y de procesos tecnológicamente no tan maduros”, analiza el experto. El ejemplo lo pone con el compuesto químico nitruro de galio. “Encontramos foundries, por ejemplo, en Francia, que son muy potentes con ese sustrato, pero no son tecnologías que se utilicen en masa, están en una fase de desarrollo temprana o a medio camino”, explica. Lo que provoca que las grandes empresas prefieran trasladar su producción a allí donde el mercado está más desarrollado.
“El problema es que cuando vamos a diseñar estos circuitos intentamos ir a la foundries que mejor producto nos ofrezca”, destaca acerca de la situación a la que se enfrenta Europa. Las empresas con los procesos de producción más maduros son las americanas, taiwanesas y chinas, por lo que cuando un cliente se plantea buscar una fábrica, apuesta por estos territorios. “Es complicado traer eso a Europa pero se están dando los pasos”, resalta.
Apuesta canaria
Esos pasos a los que se refiere comienzan con el Perte, que se estructura en base a cuatro líneas de trabajo: refuerzo de la capacidad científica, estrategia de diseño, construcción de plantas de fabricación y dinamización de la industria de fabricación TIC. Sobre qué estrategia concretas se podrían desarrollar en Canarias, el coordinador del clúster aclara que todavía se está estudiando el propio despliegue del Perte para saber cómo se podría canalizar en el archipiélago.
“De primeras sí que es complicado traer una fábrica aquí”, comenta. Aunque la posibilidad de desarrollar una “microfábrica con un enfoque investigador” sí es más viable, la cual no requiere de las grandes cantidades de dinero de una gran factoría. “Se podría traer, aprovechando las condiciones ventajosas que tiene Canarias en muchos sentidos”, destaca en relación al Régimen Económico y Fiscal de Canarias y la Zona Especial Canaria.
Las empresas del clúster
Dentro del clúster ya hay 11 empresas con denominación canaria que a nivel internacional ocupan a unos 700 trabajadores y facturan cerca de 100 millones de euros. Algunas se dedican al diseño de los semiconductores, como Wimmic, pero hay otras que se dedican al desarrollo de máquinas para la inspección de chips, como Woopix, y otras dedicadas al sector marino o al astrofísico, entre otros. “Tenemos empresas que se dedican a otro tipo de actividades dentro de la cadena de valor con alto valor añadido”, describe.
La idea ahora es poder acceder a las ayudas del Perte para generar en Canarias un ecosistema atractivo para el desarrollo de esta industria. La semana pasada representantes de la Consejería de Economía, la Agencia Canaria de Investigación, Innovación y Sociedad de la Información, el Instituto Astrofísico de Canarias y el Instituto Universitario de Microelectrónica Aplicada se reunieron con el Comisionado Especial para el Perte, Jaime Martorell, para explicar las propuestas de Canarias para acceder a esta importante inversión, que empujaría a las empresas canarias a crecer en el sector.
Dejar de predicar en el desierto
“Le hemos transmitido al Gobierno en qué trabajamos y cuáles son nuestros intereses. A partir de ahí el Gobierno de España y el comisionado del Perte comenzarán a trabajar en qué líneas trabajar para que se puedan acceder esos fondos”, comenta Quintana. La esperanza ahora es que esta no se demore y que se conozca a lo largo de lo que queda de año para que 2023 sea el año de la expansión de esta industria.
“Hasta ahora algunos predicábamos en el desierto en esta industria y ahora se ve la posibilidad de crear algo en España y de atraer inversión para proyectos”, resume Quintana de lo que supone este Perte.