En el primer trimestre del presente año, 608 canarios instaron concurso de acreedores a título personal. Así lo acreditan los datos del Consejo General del Poder Judicial estatal recabados por Atlántico Hoy.
Tal magnitud significa un 12% más que los 539 que hicieron lo mismo en idéntico periodo del año anterior. En el conjunto de España, entre enero y marzo se acogieron a la insolvencia personal 11.690 ciudadanos, con alza de un 12%. De ellos, el 94% son titulares de préstamos al consumo y otros productos financieros similares. El 6% restante son autónomos.
La evolución de los concursos de acreedores individuales en la Comunidad Canaria en los últimos años es meteórica. En el pasado lustro se ha multiplicado por doce -un espectacular incremento del 1.170%- el número de particulares que acudieron a los juzgados para suspender pagos y obtener de la justicia el singular beneficio de la exoneración del pasivo insatisfecho.
En el Archipiélago se acogieron a esa figura jurídica 2.065 personas en 2023, el doble que los 1.051 de 2022. En 2021 fueron 669, un año antes 393 y solo 176 en 2019.
Proceso concursal
El ordenamiento jurídico español dispone de un mecanismo que se conoce comúnmente como ley de la segunda oportunidad. Permite a los particulares y a los que trabajan como autónomos conseguir la condonación completa de las deudas que tengan contraídas.
Con tal finalidad han de instar un acuerdo extrajudicial de pagos con sus acreedores. Si este no termina de forma positiva, que es el desenlace habitual, a continuación se solicita el concurso de acreedores ante el juzgado mercantil correspondiente. Una vez concluye el proceso, se pide el perdón del pasivo y el juzgado lo otorga.
Tabla rasa
El empleo de este instrumento brinda ventajas enormes para quienes, debido a sus circunstancias económicas personales, se ven atrapados por una masa de deudas de imposible devolución.
Antes de entrar en vigor, esos ciudadanos quedaban endeudados de por vida, se veían forzados a entrar en la economía informal y se convertían en una especie de parias sociales. Los bancos les reclamaban los créditos hasta el final de sus días, e incluso después de muertos y enterrados, se los exigían a sus herederos.
La segunda oportunidad abarca la plena condonación de los débitos y facilita las condiciones para iniciar una nueva etapa vital, sin tener que arrastrar lastres del pasado.