Canarias necesita 500 chóferes para conducir guaguas y camiones de mercancías. Los pocos incentivos para que los jóvenes se postulen para ponerse al volante, la desaparición del servicio militar obligatorio –sí, la mili tiene algo que ver con todo esto– y lo caro que resulta examinarse para obtener el carnet son los ingredientes para batir el cocktail perfecto que ha desembocado en la falta de profesionales.
La cifra no se ha calculado de un día para otro. La cuenta es obra de la Federación de Empresarios del Transporte en Canarias (FET) a través de encuestas y su secretario general, José Ángel Hernández, asegura en declaraciones a Atlántico Hoy que “tras la pandemia esto se ha ido poniendo más complicado”. Aunque el número podría ser más alto porque también tienen la misma necesidad en otros sectores como la construcción, la industria, el comercio y la hostelería.
Puestos sin cubrir
“Hay empresas que ofrecen puestos de chófer”, dice, “y no se cubren”. Cabe preguntarse cómo se ha llegado a esta situación y, aunque las razones son varias, Hernández se remonta a hace un par de décadas y afirma: “En España se da un elemento muy importante”.
“Hasta principios de la década del 2000 existió el servicio militar obligatorio, en el que una parte muy importante de las personas que lo hacían salían con los carnets de conducir profesionales que se sacaban dentro del ejército y después pagaban una tasa en tráfico para convalidarlo. Había una especie de fábrica natural de conductores”, cuenta.
La mili
“Hace justo 20 años que ya no hay servicio militar obligatorio, por lo que los últimos que se sacaron los permisos de conducir dentro del cuartel son los que ahora están en fase de jubilación y no hay nadie detrás que esté cubriendo esos espacios”, continúa.
El elemento histórico es importante, pero no el único. “Hay un excesivo aumento de exigencias para convertirte en conductor profesional”, pone el secretario general de la FET sobre la mesa. Relata que hace dos décadas te sacabas el carnet en tráfico y ya era suficiente, “pero hoy en día no es así”.
Un gasto importante
Ahora, además, hay que ir a clases y examinarse del certificado de aptitud profesional. Un periodo formativo que puede durar cinco meses más una prueba posterior en la Administración. Y la cosa no queda ahí, porque “Europa exige que si quieres ser conductor de productos alimentarios tienes que tener una certificación de manipulación de alimentos”.
¿Conclusión? “Se está convirtiendo en una carga administrativa y económica para las personas el decidir que quieren ser chóferes”. “Puede suponer en torno a 4.000 euros en formación que nadie te subvenciona, no hay incentivos para la juventud”, subraya.
Prueba piloto
Aunque, en realidad, ya no es exactamente así gracias a unos cursos formativos que nacieron en el seno de la propia FET. “Nos dirigimos a las administraciones públicas en busca de un proyecto que nos permitiera subvencionar estas licencias para que la gente pudiera acceder a la profesión sin que el tema económico fuera una barrera insuperable”, indica Hernández.
Durante 2023 ya han llevado a cabo la primera prueba que catalogan de “piloto” en la que ofertaron 150 plazas entre Gran Canaria y Tenerife –en Gran Canaria hubo 50 más que sacó el Cabildo Insular– de la mano del Servicio Canario de Empleo (SCE) que lo financió con 230.000 euros. En la Federación se encontraron con el problema de que no había cursos homologados para ser conductores en los catálogos de formación oficiales.
Falta gente cualificada
“Lo que nosotros estamos planteando”, afirma, “es para cubrir la mano de obra intrínseca de nuestro sector”. Apostilla que “es una profesión en la que cada vez hay menos personas cualificadas y hace falta formarlas”. “El SCE apostó fuerte hasta el punto de que al final del año 2022 los habilitó con los remanentes de crédito, es decir, dinero que no se había ejecutado en algunas partidas”, comenta también.
Si no hubo oferta para las islas no capitalinas fue porque las partidas presupuestarias que quedaron libres a final de año tenían que ver con inversiones con destino a Tenerife y Gran Canaria. El propósito para el próximo año es ampliarlo a todo el Archipiélago con 350 o 400 plazas. Todavía no lo tienen amarrado, pero sí les consta que el interés del Ejecutivo es máximo.
Carácter social
Hernández expresa que están contentos con la experiencia que han tenido hasta el momento. “Todas las personas que están saliendo de esos cursos están siendo incorporadas al mercado laboral porque las empresas se están peleando por ellos”, atestigua.
“Aprovechamos para darle cierto carácter social a estas ayudas. Por ejemplo, incentivamos que mujeres metidas en programas de violencia de género pudieran entrar. Así como parados de larga duración o personas jóvenes sin estudios”, prosigue.
Islas no capitalinas
Las personas que hacen el curso salen con el carnet de conducir, el certificado de aptitud profesional que hacen los cabildos y la formación en riesgos laborales. La duración es de cuatro meses porque lo han hecho de manera intensiva.
Garantiza que en Fuerteventura y Lanzarote hay demanda seguro. “En El Hierro, La Gomera y La Palma es más misterioso el tema”, expone. En estas islas hay un inconveniente porque no hay instalaciones de tráfico, por lo que están intentando que se desplacen allí los examinadores, el material y la guagua o el camión de examen.
¿Una profesión atractiva?
Hernández manifiesta que en los últimos días del curso las empresas aparecen por allí entregando tarjetas a los alumnos para que vayan a visitarlos y así tener una entrevista de trabajo. “Nuestro papel termina en que hemos construido un chófer profesional y se lo rifan”, sentencia.
El secretario general de la FET, en el marco del déficit profesional, se hace una pregunta: “¿Es la profesión de transportista cómoda para que sea atractiva?”. “La respuesta es no porque es dura”, dice a continuación para añadir: “Conducir un camión es cargar la mercancía y descargarla. Además, los horarios no son los habituales en una oficina”.
Jubilarse como chófer
Sostiene que están trabajando para que sea más atractivo dedicarse al sector. Hernández dice que en el transporte cada unidad productiva requiere, como mínimo, un trabajador. “Si no, la empresa no funciona”, asevera.
“Mientras la compañía esté viva va a necesitar tantos puestos de trabajo como vehículos tenga en la carretera. Las personas a las que estamos formando pueden terminar, si quieren, su vida profesional jubilándose en este sector”, culmina.