En el corazón histórico de Las Palmas de Gran Canaria, el casco antiguo de Vegueta, el encanto del pasado ha vuelto a brillar. Las tiendas de antigüedades, que habían perdido protagonismo tras la crisis económica, están viviendo un renacimiento gracias al creciente interés de jóvenes por los objetos de otra época.
El coleccionismo se ha vuelto a poner de moda y las monedas y los billetes se coronan como los productos estrella de los anticuarios que se puede encontrar paseando por las callejuelas del barrio capitalino. Así lo cuentan las propias personas que regentan estos negocios.
MASAP Anticuario
Arantxa de Santa Ana, dueña de MASAP Anticuario, recuerda los inicios de su tienda hace casi 12 años, cuando el panorama de las antigüedades en la ciudad era desolador. "Fuimos los primeros en llegar cuando desapareció el último anticuario, La Tartana de Arucas. Cuando abrimos, nos dijeron que no duraríamos más de seis meses, pero aquí seguimos."
El secreto de su éxito ha sido su enfoque accesible: "Queríamos llegar a todo el público, no ser elitistas. Tenemos objetos que cuestan incluso un euro, algo que pueden comprar los niños. No queríamos que nuestros clientes sintieran que entrar a nuestra tienda era intimidante, como le pasó a mi pareja en un anticuario donde lo más barato costaba 1000 euros."
El coleccionismo
Santa Ana ha visto un aumento del interés por las antigüedades y, sobre todo, por el coleccionismo en estos últimos años. Las monedas y billetes, asegura, se han convertido en las más buscadas debido a su rápida revalorización.
El entusiasmo por estas piezas queda reflejado en eventos como la Feria de coleccionismo, organizada por la Casa del Coleccionista de Gáldar, indica la anticuaria, apuntando que se trata de un evento multitudinario al que cada vez se suma más y más gente.
La Vieja Bohemia
A pocos metros de MASAP Anticuario, Isabel Benítez y Vladimir Diez gestionan La Vieja Bohemia, una tienda especializada en antigüedades de principios del siglo XX y épocas anteriores. En sus nueve años de actividad, han notado un cambio en el perfil de su clientela.
"Si bien antes la mayoría de los interesados eran personas mayores, ahora recibimos a muchos jóvenes de entre 20 y 30 años. Incluso adolescentes que se inician en el coleccionismo”, cuenta Benítez.
En su tienda, el interés es variado: desde muebles y relojes antiguos hasta arte africano y pintura canaria, por la que se interesan incluso clientes de fuera.
Viaje al pasado
Ambas tiendas coinciden en que el interés por las antigüedades ha evolucionado. Mientras que en décadas pasadas los nuevos ricos compraban antigüedades para demostrar estatus, hoy el perfil del comprador es mucho más diverso. Muchos llegan atraídos por la nostalgia, mientras que otros buscan piezas únicas para decorar sus hogares o colecciones que puedan revalorizarse con el tiempo.
Junto a estos dos comercios, por las calles de Vegueta también se encuentra La Dèco antigüedades. Aunque este tipo de negocios no solo se quedan encerrados en el corazón del casco antiguo de la ciudad, ya que un pedazo de historia se halla también en Las Alcaravaneras, entre las paredes de La Opalina.