El 80 % de todo llega por mar, pero pocos saben cómo funcionan los puertos, esas ciudades paralelas casi secretas que proporcionan todo tipo de servicios a los barcos y sus tripulaciones. Están gestionados por entes públicos como las autoridades portuarias, sí, pero con un montón de empresas privadas que compiten entre sí por cada buque que llega.
La cadena DMAX, consciente de esa realidad hermética, ha medito sus cámaras en las entrañas de los princiaples puertos españoles, entre ellos La Luz, que se cuela en el episodio número seis de la serie Control de Puertos con una reparación al límite en Astican.
Siguen el éxito de programas anteriores como Control de carreteras y Seprona en acción, en las que divulgan el trabajo de la Policía Nacional y la Guardia Civil para garantizar la seguridad en las fornteras y el medio ambiente, enre otras materias.
Entre los grandes
Ahora le toca el turno a los puertos, motores de la economía nacional, con reportajes a pie de muelle y operativas de todo tipo en Barcelona, Algeciras, Valencia, Vigo o Sagunto, principales recintos a los que alude la cadena en el lanzamiento de esta nueva entrega, primera que logra en España meter sus cámaras en este sector.
Los reportajes, eso sí, tienen ese tono entre épico y publicitario de las cosas que importan de verdad: desde barcos como rascacielos hasta buques cargados de mercancías peligrosas, sin olvidar a los profesionales que están detrás de cada operación: estibadores, amarradores, patrones de remolcadores, prácticos, marineros o empresas cosignatarias, que se encargan de resolver cualquier necesidad o capricho del capitán y su tripulación en tiempo récord.
Domingo
El episodio rodado en La Luz, que comparte protagonismo con otra operación en Valencia, es el último que ha emitido la cadena este domingo. Se centra en la reparación naval, uno de los puntos fuertes del principal puerto de Canarias, con dos astilleros convencionales, una potente industria auxiliar especializada, y un muelle con gran calado destinado a la industria off shore, donde atracan plataformas petrolíferas y buques perforadores.
En este caso es Astican quien abre sus instalaciones para mostrar el trabajo del astillero. Llevan 25 días reparando un petrolero de 150 metros de acero, casi tan grande como la iglesia de "La Sagrada Familia acostada", explica el narrador del episodio.
En vivo
Tras el trabajo de pintura y de actualización de equipos más técnicos, que incluye maquinaria de bombeo para mejorar la gestión de los residuos, llega el momeno de empujar a la mole de acero con los sistemas hidráulicos hasta el syncrolift, una suerte de ascensor que saca y mete a los barcos del agua tras repararlos en tierra.
El equipo técnico cuenta en vivo todo ese trabajo de coodinación y destreza, hasta que finalmante logran dejar al petrolero en el agua. Es, quizá, uno de los momentos más delicados del proceso, pues hay que lastrar los tanques y cualquier error en la profundidad elegida puede desembocar en un escoramieno de la nave.
Sin fallos
También se sube personal de Astican al barco para verificar que todo funciona correctamente... Y parece que así es... pero, como suele ocurrir en este tipo de trabajos, un obstacúlo de última obliga a parar la operación y hacer una pieza a medida para que todo funcione como debe y no se inunden las sentinas.
Es la presión y la responsabilidad de trabajar en un astillero, donde cada tornillo y cada segundo cuentan. En este caso, un retraso en la botadura sobre la fecha de entrega podría ocasionar a la naviera hasta 300.000 euros de pérdidas por la pérdida de fletes.
Así el día a día en Astican y, por extensión, en el Puerto de Las Palmas.