Ángel Jesús Domínguez es el business manager de ADOM, una empresa que nació en Tenerife allá por la década de los 80. El fundador fue su padre, de quien no solo heredó el primer nombre, sino también las ganas de trabajar y sacar adelante una compañía —en la que ambos unen fuerzas cada día— que se dedica a la fabricación de productos de limpieza, ambientadores o aspiradoras.
La semana pasada fueron galardonados en la XIII edición del Premio Canario a la Excelencia Empresarial por su compromiso con la sostenibilidad y la fabricación de productos industriales respetuosos con el medioambiente centrados en varios sectores de las Islas. Cuentan con la etiqueta ecológica desde el año 2014, ha pasado una década en la que se han ido reinventando de cara a los retos del futuro.
Huella de carbono
El business manager de ADOM concede una entrevista a Atlántico Hoy en la que reflexiona acerca de las dificultades que pueden tener tanto las pequeñas y medianas empresas (pymes) de Canarias como los consumidores finales a la hora de apostar por la sostenibilidad.
Entre sus iniciativas para reducir la huella de carbono, están sumergidos en un proyecto de instalación de placas solares para tener una mayor eficiencia energética y cubrir el consumo de electricidad de la fábrica.
[Pregunta] En ADOM fabrican líquidos de limpieza para cocinas, ambientadores, aspiradoras o dispensadores. Resulta curioso ver que una empresa canaria transforma productos así en sostenibles y respetuosos con el medioambiente.
[Respuesta] Nosotros desde 2014 estamos certificados con la etiqueta ecológica. Nos la concedieron a través de Castilla La Mancha porque lo intentamos con el Gobierno de Canarias pero en esa época todavía no era tan importante la sostenibilidad en las Islas. Mantener siempre una línea de sostenibilidad o de productos sostenibles nace siempre del compromiso con el proveedor. Para poder trabajar con nosotros todos ellos deben tener una certificación ecológica.
¿Por ejemplo?
Una de las casas que representamos es Duni, ellos se dedican a la fabricación de servilletas y mantelería de celulosa. Cuentan con lo máximo que puede haber en certificaciones ecológicas para demostrar que sus productos tienen el visto bueno del compost a nivel internacional y todos los materiales con los que trabajan son FCC certificados.
¿Nunca hacen la vista gorda?
Hay productos que a lo mejor no tienen una certificación sostenible, pero sí lo son porque están reciclados y la materia prima ha sido transformada, por lo que no son tan dañinos para el medioambiente.
¿Cómo consiguen convertir sus productos en sostenibles?
En cuanto al material se busca que sea reciclado, que cumpla con los estándares y las normativas para intentar cada día aplicar un poquito más la sostenibilidad. Yo estuve en un pequeño proyecto junto a una empresa colaboradora de Las Palmas con el objetivo de actuar unidas para conseguir crear un primer envase que sea biodegradable. Así cuando tú termines de utilizar el químico, esa garrafa se puede tirar al contenedor de orgánico y compostar de igual manera que haríamos, a lo mejor, con un trozo de manzana.
En su página web detallan que la clave de ADOM está en la selección de materias primas de gran calidad. ¿Es caro para las compañías de las Islas ser sostenibles?
Yo lo aplico siempre por parte del público final porque lo vemos día tras día. Un claro ejemplo está en los supermercados. Se habla de apostar por productos sostenibles pero el sobrecosto, pero un cartón de huevos bio cuesta ocho euros, mientras el normal te puede salir 3,50 euros. La economía canaria lo dificulta.
¿Entre las empresas también pasa?
Muchos hoteles nos dicen que quieren ser sostenibles y buscan ser lo más ecológicos posible, pero después se dan cuenta de que hay un euro de diferencia de un litro al otro. Hay que pagar unas certificaciones y un material que es mucho más caro, por lo que la gente muchas veces se frena.
¿Entonces la economía del Archipiélago impide a las compañías ser sostenibles?
Sí, por supuesto. El gran problema que se tiene es en relación a los precios y sobre todo que al final la gran mayoría de la población canaria cuenta con una renta baja para poder permitirse estos productos como pasa en países escandinavos. Allí apuestan por productos de esta rama, pero porque también tienen una facilidad económica para poder llegar.
Canarias ha reducido un 22% las emisiones de gases de efecto invernadero en las últimas dos décadas, pero todavía queda mucho camino por recorrer. ¿Qué papel juegan las empresas del Archipiélago a la hora de evitar que el problema del cambio climático, con dimensiones globales, vaya a peor?
Las empresas canarias debemos tener ese factor en cuenta. Un ejemplo de ello es que nosotros nos acabamos de certificar con la huella de carbono y nuestro proyecto tanto para 2025 como 2026 es ir reduciendo esa huella de carbono, incluso tener una mayor eficiencia.
¿Cómo piensan ponerlo en práctica?
Ahora mismo estamos sumergidos en un proyecto de instalación de placas solares en la empresa para tener una mayor eficiencia energética y cubrir el consumo de electricidad de la fábrica. Cada vez vamos renovando un poco más la flota por unos vehículos más sostenibles que no tengan tanto consumo. Una de las de las medidas que se ha aplicado es que hay trabajadores que comparten vehículo.
El sector industrial ha estado históricamente demonizado y señalado por ser el principal responsable del cambio climático. Eso sí, entiendo que en las Islas es distinto teniendo en cuenta que necesitamos más industria para diversificar una economía muy dependiente del turismo.
Es cierto. En Canarias la industria está todavía en su primera etapa, crecerá muchísimo más. Yo veo relevos generacionales como los que se están dando en el aluminio o la metalurgia y cada vez se le va dando más importancia a mantener una industria en el Archipiélago. Es verdad que la contaminación en las Islas por parte de la industria es muchísimo menor como puede ser, quizás, en otros sectores.
¿A las pymes canarias se les pone demasiadas trabas cuando quieren apostar por la sostenibilidad?
Yo creo que sí, a nivel sobre todo de marco legal. Muchas veces hay leyes que son contradictorias, nos exigen por ejemplo para entrar en concursos productos sostenibles, pero después también nos obligan a cumplir unos estándares de precio. No concuerda. En Canarias, ser sostenible es una tarea que si estás preparado resulta bastante fácil, pero si te encuentras en un tus comienzos puede ser incluso infernal.
Ustedes han recibido un galardón en la XIII edición del Premio Canario a la Excelencia Empresarial. El gesto demuestra que las administraciones son capaces de reconocer la importancia de acciones como la de ADOM. Ahora bien, ¿en la práctica lo demuestran también o echan en falta más ayuda institucional?
Nosotros, por parte del Cabildo de Tenerife, tuvimos una reunión con el encargado de sostenibilidad, Alejandro Molwni, y el trato que nos dio fue espectacular. Aparte de eso son muy proactivos a trabajar en muchas ocasiones. Mi opinión hay veces que es un poco dura, pero por parte de la Administración es cierto que dan un servicio si eres una persona que tiene interés. Ahora bien, la gran mayoría de veces [que las instituciones no actúan] es por falta de interés del empresario.
¿Usted cree?
Desde hace un par de años hay un montón de ayudas en temas de nivel energético, en auditoría e incluso en exportación para contar con productos sostenibles y que sean producidos en Canarias para exportarlos a Cabo Verde o incluso a otros lugares. El problema muchas veces es el empresario por ser conformista.