El plátano es de los cultivos de las islas que más agua demanda, consumiendo cada platanera de 25 a 35 litros por día de media. Ante esta elevada necesidad del recurso, puede llegar a plantear la cuestión de que estas plantaciones se vean afectadas por la crisis hidráulica que atraviesa al Archipiélago. No obstante, parece que por ahora la tensión no llega a este cultivo.
El secretario general de Asaga Canarias, Theo Hernando, explica a Atlántico Hoy que el plátano no se está viendo tan afectado como otros tipos de cultivos a pesar de sus exigencias hidráulicas al tener el agua “más o menos asegurada” gracias al agua regenerada en la Isla Baja en Tenerife, así como a la desalinización en Gran Canaria y el agua de galerías en La Palma.
Agua asegurada
La preocupación sobre el recurso hídrico en Canarias es más notoria en Tenerife, donde se ha declarado la emergencia, señala Hernando. La zona norte es la que se está viendo más perjudicada y tiene más complicado el acceso al agua, ya que productores de zonas como La Orotava, Valle Guerra y Tejina están sufriendo restricciones, sobre todo en las partes más altas, continúa. Sin embargo, esto no afecta al plátano al ubicarse en la parte sur de la isla, donde por ahora la disposición de agua está medianamente asegurada.
El agua regenerada está siendo el alivio de las plataneras mientras los productores esperan que se instale en la zona de la isla baja una de las desaladoras aportadas por el Gobierno de Canarias a través del ITC para “ir descendiendo esa preocupación de la demanda”. Hernando añade que los problemas de abastecimiento también se deben al estado de las conducciones al encontrarse algunas rotas y “no tener mucha manera de arreglarla”, por lo que “han solicitado la intervención del Gobierno canario o del Cabildo”.
En el resto de islas donde se produce plátano, la situación también parece estar controlada. En el caso de Gran Canaria, al ser un cultivo que se sitúa en la costa, se hace uso de la desalación, mientras que en La Palma el agua utilizada es de galerías. La temperatura por ahora tampoco es una preocupación porque la platanera aguanta altas temperaturas al ser un cultivo tropical, aunque siempre que haya agua, claro está, indica Hernando.
Soluciones para el sector
El sector platanero está a la espera de que se apruebe el Decreto del Plátano, que se va a negociar este viernes en el Parlamento de Canarias. Entre los puntos que Hernando cree que se van a tratar destaca el “rendimiento máximo por hectárea” al ser el “único cultivo canario que no lo tiene”. Además, la intención de este decreto es ir solucionando algunos problemas que recaen sobre el sector, sobre todo en cuanto a la comercialización y regulación de la cantidad de kilos que se producen para que no afecte a las subvenciones que reciben desde Europa.
Otro punto a abordar es la petición de los agricultores del plátano para que se limite a las nuevas producciones. Hernando lo asemeja a una moratoria de los hoteles. La solicitud se basa en impedir que entre más gente a cultivar el plátano y que se mantenga la existente, lo que contribuiría a controlar el aumento de la producción, que lleva a que desciendan los precios y el producto no sea rentable, apunta el secretario de Asaga.
Una temporada difícil
Ya el sector se tambaleó el último año cuando se provocó una sobreproducción debido a los cambios de las temperaturas y las olas de calor en meses como octubre. “Se recogió mucha fruta de forma adelantada porque lo que normalmente se produce en dos o tres semanas, se cosechaba en una y eso tumbó los precios porque se saturó el mercado”, explica Hernando, por lo que se le estaban pagando a los productores “a 20 céntimos el kilo de plátanos”.
El secretario de Asaga aseguró que eso ocurre en algunos momentos puntuales. Es el caso del mercado de verano, no tan deseado por los agricultores de las plataneras al ser una temporada en la que se demanda otro tipo de fruta como la sandía o el melón, y no haya clases escolares ni tanta actividad deportiva, a la que está ligada el plátano. Por ello, en verano el precio tiende a ser más bajo y las grandes producciones se visualizan de cara a otoño e invierno, aunque las estaciones anteriores ocurrió la sobreproducción mencionada.
Esta situación llevó a que muchos agricultores, sobre todo de La Palma, que es donde hay productores más pequeños con menos músculo financiero, se plantearan la posibilidad de cerrar, vender la finca o cambiar de cultivo si la cosa no mejoraba. Se trata del juego de la oferta y la demanda, afirma Hernando. Después de la poca suerte del 2023, parece que más o menos se ha ido escapando y los precios vuelven a estabilizarse, es decir, se paga a los productores alrededor de 1,20 euros el kilo de plátanos.