No hace tanto –mi sensación, al menos, es que todo eso sucedió ayer– el AC Milan generaba pánico allá donde iba. Todo empezó la noche del 19 de abril de 1989 –el otro día, como digo–. Fue un miércoles de Copa de Europa. Ese día le dibujó en la cara un 5-0 al Real Madrid en San Siro y todo cambió. Entre ese año y 2007, Il Diavolo ganó cinco Champions y se coló en otras tres finales. Su reinado no fue efímero y dejó mucho más que triunfos: fue el primer club, de la mano de Silvio Berlusconi, que entendió que su negocio iba más allá del fútbol –mucho antes que el Madrid– y que reunió galácticos en su plantilla –también mucho antes que el Real Madrid– como Gullit, Van Basten, Rijkaard, Boban, Papin, Savicevic, Weah, Desailly, Maldini, Baresi, Cafú, Shevchenko, Seedorf, Kaká, Pirlo o Rui Costa.
La dinastía del AC Milan multiplicó su valor porque además, asunto serio en esto del fútbol, fue capaz de humillar a su némesis: el Internazionale de Milán. Un par de datos, en el mismo periodo de tiempo, así lo certifican. En 1989, el Inter ganó su Scudetto número 13 tras nueve años de sequía; dos semanas más tarde, el AC MIlan ganó la Copa de Europa para arruinarle su fiesta. En 2001, el Inter decidió traspasar a Pirlo al AC Milan porque consideraba que el turco Emre era mejor –analicen la carrera de Pirlo y compárenla con la de Emre–. En 2002, ambos clubes intercambiaron a Seedorf y Coco: el mediocentro neerlandés lo ganó todo con el AC Milan y Coco con el Inter... Pues eso–.
Los 'lenguas bronceadas'
Durante todo ese periodo de dominio del AC Milan –en el que su vecino y rival gastó toneladas de euros para ganar sólo un par de Copas de la UEFA–, a los aficionados del Inter siempre les quedaba el verano: durante cada pretemporada, en medio de cada periodo de fichajes, se mostraban convencidos de que la próxima temporada sería la suya y no dejaban de sumar los títulos que iban a ganar. Esa pasión y fanfarronería estival desembocó en un mote: los lenguas bronceados.
Ese apodo me viene a la cabeza todos los veranos, cada vez que veo la reacción de cualquier afición cuando su equipo ficha a un futbolista. Da igual si es conocido o no, si sus números son mejores o peores, si sus vídeos en internet prometen o dan vergüenza ajena, si llega a gratis o después de pagar un pastizal. A todo hincha le sale a pasear una lengua que acaba bronceada por el sol estival.
Estaciones
La Unión Deportiva Las Palmas no es una excepción. En un equipo que en los últimos 35 años sólo ha jugado cinco temporadas en Primera División, las alegrías han sido escasas. Frente a esa realidad tan mustia, la vida de la hinchada amarilla se ha organizado a lo largo de las útimas tres décadas a partir de las estaciones y el rendimiento de su equipo a través del calendario: ilusión en verano, recelos en otoño, incredulidad en invierno y disgusto fatal para la primavera.
En ese carrusel de emociones, por esta orilla del Atlántico, a lo largo de los últimos años, la esperanza alrededor de la UD Las Palmas se ha disparado, por poner unos cuantos ejemplos, por tipos como Jesé, Peñaranda, Iemello, Srnic, Drolé, Cala, Timor, Blum, Pekhart, Aquilani, Emenike, Tannane, Alcaraz, Delev, Andy Pando, Juan Guerra, Edixon Perea, Assmann, Pitu, Fukuda, Alberoni, Lolo, Jonathan Torres o Cacá. El fútbol, la pelota, nos ha puesto luego a todos en nuestro sitio. A esos futbolistas, lejos de la élite; a nosotros, algo más descreídos y con menos humos.
Fichajes estrellas
Todo ese circo que se agita con los fichajes estivales no ha sido una excepción esta temporada en la UD Las Palmas. Aunque el delirio veraniego, en esta ocasion, tuvo algo más de sentido. El club logró incorporar a Vitolo y Sandro, dos futbolistas formados en su cantera y que lejos de Gran Canaria han dado forma a una carrera brillante: títulos con Barça y Sevilla, momentos brillantes a máximo nivel, uno internacional, otro con paso por la Premier League. Ambos darían más empaque al bloque que tan buenas sensaciones dejó en el tramo final del curso anterior.
Esta UD Las Palmas iba a ser la UD Las Palmas de Jonathan Viera, Vitolo y Sandro. Eso, al menos, creían todos los lenguas bronceadas del equipo amarillo. El fútbol, testarudo, ha ido por otro lado. Esta UD Las Palmas es la UD Las Palmas de los meritorios. Con Viera, Vitolo y Sandro de baja por diferentes problemas físicos en demasiadas jornadas, han sido tipos que partían con un rol secundario los que han convertido a este equipo en una locomotora: Valles, Alex Suárez, Eric Curbelo, Coco, Enrique Clemente, Sergi Cardona, Mfulu, Fabio, Moleiro, Loiodice, Óscar Clemente, Pejiño, Marc Cardona, Álvaro Jiménez.
Equipo de autor
La UD Las Palmas se presenta en el derbi canario en puesto de ascenso directo –zona en la que ha sobrevidido durante mucho tiempo–, con 20 puntos de ventaja sobre el CD Tenerife y con la sensación de ser mucho más que una plantilla con nombres bonitos. Esta Unión Deportiva no es un equipo sobrado de técnica pero indolente; no es un grupo que dependa de la inspiración de una estrella; no es un conjunto incapaz de adaptarse a las circunstancias de cada partido; no es un bloque que necesite alcanzar la excelencia para ganar.
Esta UD Las Palmas tiene oficio y talento. Esta UD Las Palmas es un conjunto de autor que lleva la firma de García Pimienta. Esta UD Las Palmas es un buen equipo. Sin más. Y eso ya es un lujo en esta Segunda División.