No descubro nada si manifiesto que la 17/18 no fue una temporada brillante para el CD Tenerife, sino, más bien, lo contrario. Es una obviedad que las expectativas marcadas estuvieron varios escalones por encima de una realidad ilusa. No obstante, el curso dejaría los cimientos necesarios de una posible gran obra a corto plazo a la que solo le quedaba embellecer la apariencia externa con pocos detalles o, lo que es lo mismo, con escasos fichajes. La dirección técnica, lejos de contratar cesiones que a los meses se quedarían en recuerdos, apostó por un proyecto a largo plazo, incorporando jugadores para una estancia amplia. En consecuencia, las ínfimas caras nuevas que han aterrizado y aterrizarán en la isla, porque los fichajes, ya están en casa:
Con la salida de Iñaki, el lateral izquierdo quedó huérfano, a expensas de la incógnita de un Camille que ha sufrido una irregularidad importante con sus numerosos problemas musculares. No obstante, la solución pasaba por el filial.
Nahuel, era la “x” de la ecuación. Al tinerfeño, a base de calidad táctica y puntualidad defensiva,
resulta casi imposible pillarle en un descuido en la temporada pasada y en lo que va de pretemporada. Es pura concentración. Además, manteniendo un rendimiento notable en las participaciones que ha gozado en la Copa del Rey ante rivales de exigencia máxima como
Lass Bangoura, Embarba, Hernán Peréz o Melendo. No es moco de pavo para un chico del 96.
Nahuel, CD Tenerife B, protege el balón ante un jugador del Unión Puerto |@Matlay07
Eso sí, aunque lo intenta, aún se ve cohibido en sus apariciones en ataque. Lo irá ganando con el paso de los minutos, con la administración de su confianza, pero no deja de ser raro, ya que lo normal sería que, por su juventud, peque de un excesivo riesgo. Lo que sí quedó testado es que en Nahuel, en cuanto capacidad de ataque, todo nace de su primer control. Ahí puede marcar diferencias. Orientar el esférico para la siguiente acción es algo que no solo maneja de maravilla, sino también es una faceta con la que Joseba Etxeberria podría trabajar para revelarle una naturaleza agresiva en la zona de finalización de la jugada, algo que potenciaría enormemente las opciones de ataque del conjunto blanquiazul.
Posiblemente, este, el 18/19, pueda que sea el curso, entre los últimos años, donde más recursos técnicos se atisben en el centro del campo del CD Tenerife. Al triángulo Alberto-Luis Milla-Acosta se suman la esperada y anhelada recuperación de Aitor Sanz e Iker Undabarrena. Logrando así tener un centro del campo que no necesita más retoques. Un híbrido que alterna físico, equilibrio, precisión en los desplazamientos y rigor táctico. Y, además, se conocen: saben cómo lo deben ejecutar y lo hacen de memoria. El Tenerife, ahí, va sobrado para la categoría. Y eso es un plus.
Dentro del caos organizado que protagonizan y simbolizan Alberto-Luis Milla-Acosta, que reciben un extra de libertad porque son capaces de administrarla con equilibrio, tener a un hombre fijo y otro más móvil, siempre disponibles en un mismo lugar, en el extremo izquierdo, significa un alivio para la memoria del conjunto que volvía más fácil jugar bien con el balón en sus píes y ejecutar aún mejor tras la presión y el robo. Y eso es lo que persigue el equipo técnico del CD Tenerife con la recuperación de Paco Montañés (el hombre fijo) y con la contratación de Joao Rodríguez (el otro, el más móvil).
Montañés llegó una temporada con retraso, pero más vale tarde que nunca. El Paco interesante de verdad es el que se ha visto ante el CD Marino y la
UD Las Palmas.
En esa banda izquierda, su versatilidad es y será jugosa para el Tenerife. El chico ha recuperado los principios del juego de posición esperando el balón en lugares más fijos y lejanos, sin un hambre desmedido por cogerlo cuanto antes.
Como plus con respecto a sus primeros años en el Zaragoza prevalece su mejoría técnica y, sobre todo, táctica, que se percibe tanto en el control del cuero como en el disparo desde la media distancia y los centros al área, lo cual le transforma en un hombre más imprevisible cuando encara a su adversario, volviendo su jugada arquetípica, la diagonal en corto hacia el carril central, un recurso aún más eficaz.
Montañés porfía con Lass. | @eldorsal
Además de Paco Montañés y Suso, que son dos jugadores que generan más en la previa del gol, el conjunto blanquiazul administra pólvora en sus bandas. Joao y, por supuesto, Juan Villar, son las excepciones de aquellos que piensan que los delanteros son los únicos que debe llevar el balón al fondo de la red. Lo cierto es que, para meter goles, la banda es uno de los espacios más adecuados. Varios de los mejores goleadores en los últimos años han partido desde los costados. En el Tenerife, Juan Villar es el representativo por excelencia, cuyo paso al extremo derecho le ofreció la libertad rematadora que le exigían sus condiciones: velocidad, descaro, la pega fuerte, va bien de cabeza y usa bastante bien las dos piernas en la fase de final de la jugada. Ahora que ya está recuperado, parece, de sus recaídas, el onubense ha de marcar diferencias. Y me consta que lo hará, ya que es uno de los mejores atacantes de la categoría. Él necesita del Tenerife tanto como el club blanquiazul de sus servicios. Si la regularidad en sus participaciones le acompaña, sería un grave error poner en tela de juicio que la temporada de Juan Villar no será magnífica.