Casi cuatro décadas después de la última aparición en Canarias de la Vuelta Ciclista a España, muchas personas aficionadas a este deporte en el Archipiélago continúan anhelando presenciar la magia de la gran ronda española en las carreteras isleñas. Durante prácticamente el último año, las negociaciones entre la empresa organizadora de la prueba, Unipublic, y las administraciones canarias implicadas, han hecho renacer esa esperanza, que sin embargo ahora, tal y como han avanzado las conversaciones, parece alejarse nuevamente.
En las diversas reuniones mantenidas se ha trabajado con un planteamiento más o menos definido en cuanto a lo deportivo: la celebración de las últimas cuatro etapas de La Vuelta 2026 en las islas, dos en Gran Canaria y dos en Tenerife. La dureza del Pico de las Nieves como puerto de montaña estelar y el paisaje del Teide como escenario inigualable serían los grandes reclamos no solo para cerrar la 81ª edición de la prueba sino para decidir su clasificación final. Un verdadero caramelo para Unipublic y también para Canarias.
Retorno garantizado
Meses después del comienzo de los contactos, la iniciativa se antoja más cerca de volverse a meter en un cajón que de salir adelante. No resulta complicado imaginar la gran dimensión que, en diferentes aristas, comporta una de las tres grandes pruebas ciclistas mundiales. En cuanto a su alcance mediático y a su poder como vehículo promocional, nadie expresa la más mínima duda, después de que la Vuelta 2024 haya arrojado cifras de audiencia de 17 millones de espectadores solo en España, según la información ofrecida por la propia organización, que también ha subrayado un boom digital, con 277 millones de reproducciones en sus redes sociales.
Javier Guillén, director de Unipublic, ha cifrado en 400 millones de espectadores en todo el planeta el seguimiento de la competición, pero no se queda ahí y explica a Atlantico Hoy que más allá del retorno publicitario y económico “existe un retorno emocional porque, a diferencia de la mayoría de espectáculos deportivos, el ciclismo va a donde está el aficionado, pasa por su casa y muestra al mundo las bondades, en este caso, de un lugar como las Islas Canarias”.
Ramón Sierra, presidente de la Federación Canaria de Ciclismo, ve “una oportunidad de oro, pues además de la actividad económica que surge “antes, durante y después de una prueba como esta, que se haya confirmado que en 2026 se arrancará desde un lugar como Mónaco supondría para esta tierra una promoción muy grande, que consolidaría a las Islas como escenario de primer nivel para la preparación de los ciclistas profesionales y el consiguiente atractivo para los amateurs”.
Interés del Gobierno y cabildos
Guillén muestra el “agradecimiento” de Unipublic a las instituciones públicas canarias por el trabajo desarrollado hasta ahora y por su predisposición a que La Vuelta vuelva a territorio insular por vez primera desde 1988. Y en efecto, las administraciones isleñas también han demostrado su interés.
El vicepresidente del Cabildo de Tenerife y consejero de Turismo, Lope Afonso, acudió a Madrid a la presentación de La Vuelta 24 el pasado diciembre. El consejero de Deportes del Cabildo de Gran Canaria, Aridany Romero, presenció una etapa en Valladolid en la edición anterior. Romero desveló a este periódico en el mes de julio que el exministro de Turismo canario Héctor Gómez le había revelado que la Vuelta a España es, tras La Liga de fútbol, uno de los eventos más potente del país a la hora de lograr impacto publicitario fuera de sus fronteras.
El Gobierno de Canarias, que en buena lógica actúa como aglutinador de las tres administraciones, ve igualmente con buenos ojos la reanudación de la breve historia de las islas con la gran prueba del ciclismo español, evento que reforzaría el papel protagónico que el Archipiélago está ocupando cada vez en mayor medida en el sector del deporte, con la generación de economía y el escaparate que conlleva, máxime para una comunidad autónoma cuya principal fuente de riqueza, y por tanto de empleo, depende de la decisión de millones de personas a la hora de elegir su destino vacacional.
Dificultades
La insularidad vuelve a jugar un papel fundamental, también en este asunto. El traslado a Canarias de la llamada serpiente multicolor entraña mayor dificultad y mayores costes que ir, por ejemplo, de Lugo a León, a lo que hay que sumar igualmente el obligado desplazamiento de Gran Canaria a Tenerife o viceversa de todo el entramado de la carrera, que en 2024 movió directamente, solo hablando de personas y a lo largo de sus 21 etapas y 3.265 kilómetros, 176 ciclistas de 22 equipos, 550 acompañantes, 25 comisarios de carrera, 8.000 policías y guardias civiles, 906 periodistas y fotógrafos acreditados y 266 medios de comunicación.
Pero por mucha complejidad que lleve, ese punto resulta del todo salvable. La Vuelta, por muy particular que sea su desarrollo, no es el único acontecimiento deportivo de gran envergadura que Canarias ha afrontado o vaya a afrontar, con una prueba del Mundial de Rally, la Copa del Rey de baloncesto o el Mundial de Fútbol 2030 en el horizonte. Tampoco frenará el proyecto que la prueba pueda transcurrir por espacios protegidos como el Teide, por donde ya ha transitado la Vuelta a Tenerife.
La financiación, clave definitiva
La cuestión, pues, se dirime en el coste económico que deben asumir, con dinero público, el Gobierno canario y los dos cabildos. Entre los tres, para esas cuatro etapas finales de La Vuelta 26 tendrían que alcanzar una cantidad cercana a los 7 millones de euros. Hay quien la ve razonable justificándolo con la difusión de las marcas Canarias, Tenerife y Gran Canaria en distintas partes del globo, pero en general se opina que resulta excesiva comparándola con otras pruebas es las que también se fletan barcos desde la Península, se realizan diversos traslados en avión y se mueve a una gran cantidad de recursos humanos.
Igualmente, aún respetando que cualquier empresa valore su producto con la cifra que estime conveniente, atendiendo a que no existe un baremo claro para el montante de cada etapa según sus características y también a la lejanía y fragmentación del territorio canario, la comparación con otras etapas no deja de llamar la atención a los responsables políticos. Barcelona, por las dos primeras etapas en 2023 pagó 958.677,69 euros. Madrid, por el último día, 247.933,88, y Asturias 150.000 euros por dos etapas de alta montaña. En 2021, la Xunta de Galicia -con Feijóo al frente- abonó a Unipublic algo menos de 500.000 euros para lograr algo que ha ocurrido en muy pocas ocasiones: que la carrera no terminara en la capital.
Espera
En ese tira y afloja que podría entenderse como normal en este tipo de conversaciones, el viceconsejero de Deportes del Ejecutivo autonómico, Ángel Sabroso, apunta que desde su departamento se continúa “a la espera de una propuesta económica detallada por parte de la empresa organizadora”. Y Aridany Romero, consejero grancanario del ramo, expresa un interés notable en que “la isla siga sumando eventos deportivos de primera magnitud, y este sin duda lo es, además con un marcado carácter hacia el turismo activo, pero no se podrán tomar decisiones hasta conocer de manera exhaustiva las cantidades económicas que los grancanarios tendrían que aportar”.
Así las cosas, todas las partes muestran su deseo de que La Vuelta vuelva a Canarias 40 años después, algo que se ha intentado sin éxito en otras ocasiones y que representa una vieja aspiración de los mandatarios de Unipublic, perteneciente a la compañía francesa ASO (Amaury Sport Organisation), que produce también el Tour y el Rally Dakar y que comparte propietario con el diario deportivo L’Equipe.
Pero ahora mismo, la gran ronda del maillot rojo se antoja, con los actores implicados a la espera de movimientos ajenos y lejos de un acercamiento económico, cada vez más esquiva para el público canario. O al menos en punto muerto.