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Competir por el país sin cotizar: el vacío laboral de los deportistas de élite

Glorias del deporte español luchan para que sus años de esfuerzo cuenten de cara a su jubilación. Leyendas de Canarias como Fernando León, Patricia Guerra, Juan Carlos Hernández o Ray Zapata abogan por una mayor protección social

Julio Cruz

5 minutos

Imagen del deportista Ray Zapata / EFE

Todo un país, es decir, decenas de millones de personas sienten a la vez orgullo y sentido de pertenencia cuando una deportista o un deportista logran un éxito deportivo. Hay alegría, e implícito pero fundamental en ese júbilo, el convencimiento de que el esfuerzo acerca las metas personales por complicadas que estas sean.

En resumen, una gran inspiración. Entonces, hora de dormir. Igual se refresca la emoción con la lectura de un periódico a la mañana siguiente y luego, al baúl de los recuerdos, aunque sea de los bonitos. Al par de días, la trituradora informativa hace que aquello casi no exista. El ciclo de las 24 horas deja todo atrás.

Pero más allá de la actualidad está la realidad, la vida: la persona con la bandera o la medalla colgada al cuello, que parece un héroe de cine en las pantallas superplanas de los hogares familiares, afronta la siguiente semana y con ella la compra en el supermercado, el alquiler o la hipoteca, los recibos de la luz y del agua, quizá los gastos de hijas e hijos, y otros muchas cosas que hay que pagar sin demora. El casero, por más que se le diga que acaba de regresar de un Mundial o de unos Juegos Olímpicos, quiere su plata.

Barcelona 92 y los deportistas de alto nivel

Siendo deportista de alto nivel – figura reconocida en España en 1990 mediante la Ley del Deporte e impulsada por la necesidad de preparar la participación patria en Barcelona 92- se cobraban por entonces las ayudas públicas correspondientes – con las las becas ADO a la cabeza- , escasas en deportes no especialmente mediáticos e insignificantes para atletas con discapacidad. Y aquí viene lo sangrante: por esos ingresos había que pagar impuestos pero no se cotizaba a la Seguridad Social.

Son horas y horas de esfuerzo dedicadas a la que, en ese momento, es la profesión del deportista, pero no se le consideraba un trabajador. Los que no estaban vinculados laboralmente a un club o entidad deportiva –que era la mayoría, pues muchos deportes se mueven en el amateurismo- no cotizaban a la Seguridad Social, lo que dejaba a muchos sin prestaciones como jubilación, incapacidad o desempleo.

“Yo compaginé desde muy pronto la vela con otra actividad profesional, porque además las ayudas eran de una cuantía muy baja cuando vivíamos en Barcelona, pero es que además, los dos primeros años, de los 18 a los 20, no aparecen en mi vida laboral, por lo que mi jubilación se retrasará al menos hasta los 67 a pesar de haber empezado a trabajar tan joven”, relata Fernando León, participante en cuatro Olimpiadas (Seúl 88, Barcelona 92, Atlanta 96 –oro- y Sidney 2000) y Premio Nacional de Vela. Pese a algunos avances en la regulación, el regatista entiende que se debe “seguir caminando en la cobertura a los deportistas.

Eso también es fomentar la práctica”, opina antes de apuntar: “En la vela se dan muchas lesiones de espalda. Si en aquellos tiempos te hacías daño mientras competías, estabas cubierto, pero si arrastrabas una lesión en el momento de retirarte, ahí te quedabas un poco desprovisto”.

Carreras cortas

Otra leyenda de la vela canaria, Patricia Guerra, primera mujer -junto con su compañera Theresa Zabel- en ganar un oro para España en su disciplina, se expresa en la misma línea. “A pesar de dos preparaciones olímpicas y dos participaciones, en Seúl y Barcelona, no tenía una condición laboral por ello, a pesar tener una dedicación completa.

Cumplimos con nuestras obligaciones fiscales, pero el tiempo dedicado no nos computa como años trabajados. Y hay que tener en cuenta que la mayoría de los deportistas, con carreras cortas, una vez terminamos no contamos con ningún tipo de seguridad económica”, asevera. Otro deportista canario ilustre, Juan Carlos Hernández, ofrece una perspectiva distinta, pegada a la realidad de las personas con discapacidad. Fue atleta paralímpico en Barcelona y Atlanta. Además, se convirtió luego en referente en la lucha por los derechos de las personas discapacidad, tanto en el deporte como fuera de él.

“Por supuesto que los deportistas, tengan o no una discapacidad, deben contar con una protección social como cualquier otro trabajador. Para obtener buenos resultados en la competición lo deseable es estar centrado en lo que haces, entrenando y descansando como se debe. Y en esas condiciones de todo deportista de élite está también la salud mental, y con ella la tranquilidad de que tu futuro está asegurado por tus años de esfuerzo reflejados en la Seguridad Social, como cualquier persona”, cuenta Hernández.

Aún más complicado para deportistas con discapacidad

Los deportistas con discapacidad cuentan hoy con una regulación especial en muchos aspectos, pero el que fuera también seleccionador de atletismo de la Federación Española de Deportes para Personas con Discapacidad en Atenas 2004, Pekín 2008 y Londres 2012, estima que para la jubilación, incluso en situaciones de jubilaciones anticipadas e igualmente el desempleo, “que en la vida laboral no aparezcan esos años dedicados al deporte de élite puede ocasionar problemas nada deseables”.

Hernández subraya que las necesidades económicas de los deportistas con discapacidad siempre son mayores, “por cuestiones como el material deportivo, la presencia obligada en ocasiones de acompañantes para los participantes, o las características de los desplazamientos, por poner algunos ejemplos”. En España, para cobrar la jubilación se necesita tener al menos 15 años cotizados, de los cuales 2 deben estar dentro de los últimos 15, y para cobrar el 100% de loa prestación se exigen 36 años cotizados. Aunque el debate sobre todo esto se inició desde los primeros años 90, muchos deportistas de muchas generaciones han visto como el panorama no se movía –su epígrafe era el de artistas y toreros-.

Ahora luchan para que se les reconozcan como cotizados los años dedicados al deporte, con caras tan conocidas como Almudena Cid, Fernando Romay, Rafa Pascual, Perico Delgado, Gemma Mengual o Gervasio Deferr. En el Congreso de los Diputados ya se trabaja
para estudiar el cambio de regulación con el que proteger los derechos laborales de las y los deportistas, aunque para los ya retirados no será fácil una solución. No fue hasta 2018 cuando entró en vigor el Convenio Especial para Deportistas, que permite a los deportistas de alto nivel seguir cotizando a la Seguridad Social, de forma voluntaria, para acceder a prestaciones sociales como la jubilación, la incapacidad permanente, viudedad u orfandad.

No solo en lo laboral

“Un paso importante pero insuficiente”. Así lo entiende Ray Zapata, gimnasta dominicano afincado desde los 10 años en Lanzarote y presente en las citas de Río 2016 y París 2024, además de Tokio 2020, en donde logró una plata. “Se ha avanzado, pero mirando hacia otros países, aún nos queda mucho. La gente a veces piensa que ganamos un dineral, pero nada más lejos de la realidad. Para incentivar  la práctica deportiva, con todo lo que ello supone para la salud pública, hay que mejorar los derechos laborales y también los de otros ámbitos”, dice Zapata, que enfatiza que “porejemplo debes pagar los mismos impuestos por el premio recibido al obtener una
medalla que si te ganas una lotería”.

El subcampeón olímpico aporta también otro tipo de herramientas para garantizar el futuro de los atletas al dejar de competir, como
las facilidades para ingresar en el ejército o en los cuerpos de seguridad, “como ya ocurre en lugares como Brasil”.